jueves, 24 de julio de 2025

Una pintada enigmática


 El Fary como el faro que ilumina una lucha

La caminata diaria, por consejo médico y costumbre de toda la vida, es una oportunidad para la observación y la consiguiente reflexión, aunque sean las propias de un flâneur. El requisito es prescindir de cualquier artilugio tecnológico al servicio de la distracción y confiar en el atractivo de unas calles que siempre sorprenden si media la curiosidad y la atención del caminante.

Desde hace unas semanas paseo al atardecer por una acera donde alguien, sin firma o siglas, ha escrito una enigmática frase: «Despierta Europa». La pintada no debió ser un acto aislado, puesto que también la he encontrado en otras calles del barrio. Cabe, pues, hablar de una posible campaña de concienciación cuyas motivaciones desconozco.

A pesar de la ausencia de signos de exclamación, al principio pensé en un exhorto a Europa lanzado por un vecino. Tal vez, ante una constatada somnolencia del continente, alguien cercano se ha visto en la obligación de despertarlo para vete a saber qué propósito. Vistas algunas manifestaciones recientes, supongo un temor a que Europa sea musulmana y, de ahí, la necesidad de un despertar a modo de Cruzada. Al ver la pintada, especulo sobre si Europa se habrá sentido aludida. Lo dudo, pero carezco de datos para establecer la recepción de una iniciativa cuyo origen es un misterio.

La hipótesis acerca del sentido de la pintada ha dado un giro copernicano esta semana. La ausencia de los signos de exclamación, la literalidad sin añadidos, puede conducirnos a una frase descriptiva o enunciativa. El vecino, atento desde su atalaya, habrá observado un despertar de Europa y lo comunica a la vecindad.

Esta interpretación habría requerido un distinto orden sintáctico: «Europa despierta», pero tampoco hay que ser quisquilloso cuando lo acuciante de la noticia, el despertar del continente, obliga a lanzarse a la calle para dar la buena nueva; o la mala, porque también hay musulmanes entre la vecindad.

Ahora bien, ¿de qué Europa se trata? Cuesta imaginar a todo un continente somnoliento o dispuesto a dar un manotazo al despertador. Yo apenas conozco una minúscula parcela y la veo muy diversa. Supongo que la experiencia es común. Por lo tanto, ¿cómo darle un solo rostro, despierto o somnoliento, a esa señora que nadie termina de conocer?

Mi vecino puede haberla identificado en medio de una alucinación quijotesca, aunque la misma haya sustituido los libros de caballerías por las redes sociales, donde la fantasía del desbarre campa con la normalidad de lo cotidiano. Vete a saber…

La interpretación de la frase estaría más acotada si mediara una coma capaz de justificar la ausencia de los signos de exclamación. En tal caso, el vecino habría mostrado una calma, incluso una educación, infrecuente cuando alguien se ve impelido a realizar una pintada con nocturnidad y algo de alevosía. La urgencia de la misión justifica los posibles errores sintácticos. Incluso los ortográficos.

La exégesis de la pintada me distrae como cualquier detalle observado en mi diario deambular. La especulación es gratuita y, claro está, las hipótesis son tan inocuas como la propia pintada, que merece una sonrisa por el esfuerzo carente de sentido práctico.

El problema de la interpretación surge con otras frases enigmáticas, por una pésima redacción, como las presentes en los sumarísimos de urgencia. Sus autores no son émulos del oscuro Góngora, sino unos oficiales con escasas destrezas lingüísticas que escriben con la impunidad de quienes nunca dan cuenta de sus actuaciones. Ni siquiera repasan el texto antes de entregarlo porque, gracias a la omnipotencia de la jurisdicción militar, ellos son los únicos intérpretes posibles y nadie puede discutirles. Los demás, aunque seamos filólogos, debemos limitarnos a constatar el asombro y disimular las faltas de ortografía para no ensuciar nuestros trabajos. Otras suciedades no se limpian ni con el mejor detergente.


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