La vida académica a veces
se entrelaza con la familiar y da grandes alegrías. Mi hijo, a sus veintiocho
años, ha sido investido doctor en Informática por la Universidad de Alicante y
he tenido el orgullo de asistir al acto como padrino a la par que como padre
cuarenta años después de mi investidura.
El tiempo de la retirada está
aquí y solo cabe aceptarlo dando el relevo a quienes nos sucederán en la tarea
académica. Si la salud me acompaña, me quedan tres cursos para completar la
dedicación a la enseñanza desde un lejano 1982, cuando recién vuelto del
Servicio Militar Obligatorio entré en la Universidad de Alicante como
becario de investigación.
Desde entonces he
recorrido un largo camino hasta terminar como catedrático con los suficientes
méritos para jubilarme siendo emérito. El único orgullo por esta trayectoria es
la posibilidad de agradecer a mi padre su voluntad de que fuera profesor. Pepe
terminó los estudios de Magisterio en plena Guerra Civil, todavía le dio tiempo
a ser movilizado y, al volver derrotado, supo que lo estudiado no valía en la
España de Franco.
Mi padre se buscó la vida en otro trabajo, pero siempre nos transmitió un amor a la cultura y un respeto a la sabiduría. Gracias a esa enseñanza y con no pocas dificultades en el caso de mis mayores, los tres hermanos hemos sido docentes y ahora, cuando una nueva generación toma el relevo, esa voluntad de enseñar y compartir permanece entre nosotros.
Antonio es el quinto
doctor de una familia corta con seis docentes que mantiene la memoria del abuelo compartida con
las de quienes se han ido sumando al núcleo familiar. Solo me queda recordarle
de dónde proviene para que reconozca un camino largo que debe continuar gracias
a su tarea. Un camino de respeto a la cultura, la libertad y la tolerancia
donde la docencia es una vía hacia el conocimiento que debe ser compartido con
la mayor generosidad.
El camino lo acaba de
emprender como profesor Ayudante Doctor desde el curso 2025-2026, pero con la tranquilidad de que su memoria está repleta de
referentes capaces de demostrar que la voluntad de un dictador puede ser
quebrada por el empeño de una familia dispuesta a hacer realidad lo negado a quien volvió derrotado del frente. Nuestro deseo es que los sueños
nunca más sean derrotados.
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