El aniversario de un
bombardeo con centenares de civiles fallecidos siempre es un motivo de
recuerdos, reflexión y lucha para evitar que estas barbaridades vuelvan a
repetirse en lugares como Gaza, cuyo genocidio retransmitido supone un fracaso
colectivo de quienes defendemos los derechos humanos más elementales.
El 25 de mayo de 1938, mi
madre estuvo presente en el Mercado Central de Alicante y vivió en primera
persona aquel tremendo episodio de la barbarie. La niña de doce años salvó su
vida en circunstancias trágicas, pero la impresión que le produjo la
experiencia perduró hasta el año pasado, cuando falleció a los 98 años sin
haber perdido la memoria.
Antoñita carecía de
conocimientos históricos para contextualizar lo vivido, pero era una buena y
sencilla mujer que nunca entendió el sentido de aquella barbarie. Su empeño,
cuando llegó la democracia y pudo contar su experiencia sin temor a las
represalias, era que las nuevas generaciones supieran lo sucedido y trataran de
impedir la repetición. Su testimonio, grabado por su nietos Lola y Carlos, ha quedado en
You Tube y fue difundido en varios programas de televisión:
El componente personal o
familiar también determina el trabajo del historiador. Heredero de ese y otros
tantos testimonios de quienes padecieron la violencia durante la guerra, aparte
de mis tareas en la UA colaboró con la comisión cívica que en Alicante procura
mantener la memoria democrática. Mis compañeros ayer vieron publicado en el
BOE, del 24 de mayo de 2025, la Resolución de 20 de mayo de 2025, de la
Secretaría de Estado de Memoria Democrática, por la que se publica el Acuerdo
de incoación del procedimiento de declaración de Lugar de Memoria Democrática
de la «Ciudad de Alicante».
La declaración publicada
para iniciar el proceso se fundamenta en tres motivos: el citado bombardeo del
Mercado Central, la desesperada salida al exilio de quienes permanecían en el
puerto de la ciudad en marzo de 1939 y la tumba de Miguel Hernández como uno de
los ejemplos más notables de tantas víctimas del franquismo. La incoación del
procedimiento supone, entre otras tareas, la elaboración de un informe
académico que asumirán la Universidad de Alicante y la Miguel Hernández de
Elche.
Gracias a nuestra tarea
como historiadores, el informe podrá ser abordado con las suficientes garantías
y, en fechas próximas, Alicante constará oficialmente como lugar de la memoria
con todo lo que esta iniciativa supone para garantizar la permanencia y
difusión de la misma.
Mientras tanto, los
familiares de las víctimas que nunca han perdido la memoria de lo sucedido me
siguen mandando pruebas de su solidaridad ante la sentencia del juzgado
gaditano, donde dichas víctimas ni siquiera figuran como tales. Las anteriores,
verdaderamente emocionantes por su generosidad, no las he hecho públicas porque
eran comunicaciones personales, pero esta semana la familia de Miguel
Hernández, a través de Joan Pamies y Lourdes Cayuelas como portavoces, ha decido hacer pública su
postura ante una condena que considera «increíble» en la España democrática de
2025.
Al margen de mi valoración,
que haré pública con el consiguiente recurso, solo me cabe agradecer esta y
otras manifestaciones de solidaridad de quienes nunca han olvidado a las
víctimas de las instrucciones del Juzgado Militar de Prensa. La Fiscalía
Provincial de Cádiz tampoco las ha olvidado y ha presentado el consiguiente
recurso.
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