Heraldo de Madrid. Fuente: Wikipedia
El
maltrato a los detenidos y la tortura durante los interrogatorios policiales no
dejan huellas documentales en los sumarios. Sin embargo, la lógica permite
intuirlos cuando comparamos lo supuestamente declarado en la sede policial con
lo reconocido en la cárcel ante el juez instructor y/o su secretario, que se
desplazaban a la misma para interrogar al procesado. El contraste puede ser de
matices o escaso relieve, pero a veces las diferencias son notables. Entonces
cabe suponer que el detenido recibió un trato brutal hasta firmar una falsa
acusación contra sí mismo o asumir como propios actos ajenos. El caso de
Salvador Prieto Martínez es ejemplar en este sentido. También incluye mentiras
de los agentes que le detuvieron fácilmente desmontables a partir de otros
documentos incluidos en el sumario. Nadie pidió responsabilidades al comprobar
lo absurdo de la primera declaración. Ni siquiera se tomó nota de unas
contradicciones que dejaban en mal lugar, el de la tortura para obtener la
firma en falsas declaraciones, a unos agentes que sabían de su inmunidad.
El borrador del capítulo dedicado a Salvador Prieto Martínez, una vez revisado, aparecerá en el tercer volumen de la trilogía dedicada a los consejos de guerra de periodistas y escritores, pero su versión provisional ya se puede consultar en el Repositorio de la Universidad de Alicante a la espera de posibles indicaciones o correcciones de otros colegas:
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