Estando ya revisadas las
pruebas de imprenta de Un franquismo con
franquistas, donde dedico un capítulo a la serie Crónicas de un pueblo, los responsables del Archivo General del
Ministerio del Interior me remiten el expediente personal de Emilio Rodríguez
Guiar, el actor que encarnó la figura del maestro en la citada serie. Los
tiempos de la administración apenas se corresponden con los de la
investigación, pues entre la petición y la respuesta ha mediado más de un año.
Al margen de lo escrito en el
citado libro, el expediente de Emilio Rodríguez Guiar (Madrid, 1918-1983)
ofrece algunos datos de interés. Tras haber sido combatiente en la Guerra Civil
como militante falangista y voluntario en la División Azul desde junio de 1941
hasta el mismo mes de 1942, el por entonces «estudiante» en 1944 se presentó a
las «oposiciones patrióticas», reservadas para quienes habían hecho méritos al
servicio de los vencedores, y obtuvo una plaza en el Cuerpo Superior de
Policía. Su ingreso en el mismo tuvo lugar el 28 de junio de 1945, siendo su
primer destino Barcelona, desde donde pasó a Sabadell. En 1957, consiguió
regresar a su ciudad natal para servir como Inspector de 2ª en el distrito de
La Latina hasta su jubilación, a petición propia, en 1968 por padecer
“claudicación intermitente”. Su mala salud ya tenía antecedentes, pues en su
expediente figuran varias bajas por enfermedad que se suman a distintas
excedencias voluntarias con diferentes motivos.
La trayectoria policial de
Emilio Rodríguez apenas cuenta con elementos de interés al margen de los
habituales en un inspector de policía. En su hoja de servicios, figuran varias
felicitaciones por haber detenido a delincuentes comunes, tanto en Barcelona
como en Madrid. En ningún momento parece haber tenido relación con la Brigada
Político Social o haber participado en las tareas de represión política.
Ya en un escrito del 6 de
febrero de 1960, Emilio Rodríguez Guiar declara actuar como «colaborador
artístico literario en cinematografía sin horario fijo». Su afición por el cine
debió prevalecer sobre su actividad como policía, que consideraría básicamente
un trabajo capaz de aportarle seguridad económica. Sus superiores manifiestan
en varias ocasiones que el funcionario había mostrado una intachable conducta,
pero es indudable que los intereses de Emilio Rodríguez estaban más cerca de
los cines que de las comisarías.
Casado desde el 21 de febrero
de 1963 con Antonia Bajo Villaverde, el Inspector de 2ª clase se jubiló
teniendo un hijo, Emilio Rodríguez Bajo, que nació poco después del enlace y
fue piloto de aviación hasta su retirada. La popularidad de su padre fue tan
intensa como olvidada por las nuevas generaciones.
Nota añadida:
El tema de Crónicas de un pueblo contó con un capítulo en mi libro Un franquismo con franquistas (Sevilla, Renacimiento-Universidad de Alicante, 2019, pp. 248-270), pero ya había aparecido en La sonrisa del inútil. Imágenes de un pasado cercano (Alicante, Universidad de Alicante, 2008), donde hago un repaso de los pueblos de la ficción que quedaron alojados en mi memoria de espectador. Así lo explico en la entrada de este blog correspondiente al 1 de mayo de 2023. Ambos libros todavía cuentan con ejemplares a la venta:
El preprint de Un franquismo con franquistas está incluido en el catálogo del Repositorio de la Universidad de Alicante: