martes, 28 de febrero de 2023
La guerra de una gloria nacional: Jacinto Benavente
¡Usted puede ser feliz!, campaña de Jabones Florit
http://hdl.handle.net/10045/132377
Edgar Neville y la comedia de la felicidad
http://hdl.handle.net/10045/132379
lunes, 27 de febrero de 2023
Miguel Mihura también fue a la guerra, aunque poco
http://hdl.handle.net/10045/132358
La guerra civil de los humoristas
http://hdl.handle.net/10045/132339
La felicidad en el franquismo
http://hdl.handle.net/10045/132338
sábado, 25 de febrero de 2023
Calle Mayor, de Juan A. Bardem, y la imagen de Cuenca
Las adaptaciones de Ama Rosa, de Guillermo Sautier Casaseca
viernes, 24 de febrero de 2023
El tiempo de la desmesura: un balance
http://hdl.handle.net/10045/132302
Rojo y negro, de Carlos Arévalo: historia de una frustración
http://hdl.handle.net/10045/132301
El genio alegre y Rosita Díaz Gimeno, la sonrisa de la República
http://hdl.handle.net/10045/132300
Carne de fieras: una danzarina enjaulada y desnuda
http://hdl.handle.net/10045/132279
El tiempo de la desmesura ahora en red
http://hdl.handle.net/10045/132299
jueves, 23 de febrero de 2023
«Chubby» Checker, rechoncho twister
http://hdl.handle.net/10045/132247
Margarita García San Segundo, Agata Lys, agraciada actriz
http://hdl.handle.net/10045/132246
miércoles, 22 de febrero de 2023
Charles Trenet, risueño cantante
http://hdl.handle.net/10045/132217
martes, 21 de febrero de 2023
Nino Buscató, infalible encestador
http://hdl.handle.net/10045/132198
lunes, 20 de febrero de 2023
Pepe Legrá, locuaz boxeador
http://hdl.handle.net/10045/132159
Cabo Rusty, incansable aventurero
http://hdl.handle.net/10045/132178
Virgilio Teixeira, apuesto moribundo
http://hdl.handle.net/10045/132158
viernes, 17 de febrero de 2023
Cesta y puntos evocado por un bachiller elemental de la época
http://hdl.handle.net/10045/132138
Secundino Gallego, el bedel del «millón»
http://hdl.handle.net/10045/132138
jueves, 16 de febrero de 2023
Rafael Canalejo Cantero, el alcalde del «millón»
Rafael Canalejo Cantero, alcalde de Belmez a principios de los años setenta, alcanzó una enorme popularidad por su participación en el concurso televisivo Un millón para el mejor. Su figura, verdaderamente representativa de los políticos locales del Movimiento, la evoqué en uno de los capítulos de Contemos cómo pasó (Alicante, Universidad de Alicante, 2016), donde abordo la importancia de estos concursos vistos por millones de espectadores en la configuración del imaginario popular y generacional. El texto del capítulo ahora también está accesible en el Repositorio de la Universidad de Alicante:
http://hdl.handle.net/10045/132138
Federico García Sanchiz, florido charlista
http://hdl.handle.net/10045/132104
Arturito Pomar, precoz ajedrecista
Arturito Pomar fue uno de los más destacados niños prodigio del franquismo y el capítulo versa sobre la importancia de los mismos como referentes alojados en la memoria de quienes llegamos a vivir aquella época. Os paso el correspondiente enlace:
http://hdl.handle.net/10045/132095
martes, 14 de febrero de 2023
La vaca lechera, letra de Jacobo Morcillo
http://hdl.handle.net/10045/132013
lunes, 13 de febrero de 2023
John Moore (Negre Lloma), homenajeado vagabundo
http://hdl.handle.net/10045/131999
El libro se encuentra a la venta en:
https://publicaciones.ua.es/p/2742_condiciones-de-compra/
Una nueva oportunidad para Contemos cómo pasó
http://hdl.handle.net/10045/131998
sábado, 11 de febrero de 2023
Modelo 77 (2022) y las caras oscuras de la Transición
Ofendidos y censores (Renacimiento-UA,
2022) incluye un amplio capítulo dedicado al consejo de guerra seguido contra
Els Joglars por el estreno de La torna. La consiguiente investigación me
permitió conocer el paso de Albert Boadella por la cárcel Modelo de Barcelona,
una experiencia que aparece reflejada en sus memorias y en varias entrevistas
concedidas por el intérprete y dramaturgo catalán.
El dato me hizo recordar la
tétrica imagen de aquel recinto carcelario que, al igual que otros muchos
repartidos por España, vistos desde fuera permitían imaginar al mismísimo conde
de Montecristo penando en su interior. Edificios enormes, viejos,
destartalados…, que ya por entonces parecían una ruinosa herencia de los
estertores del franquismo. El interior era peor, incluso pavoroso, por
múltiples razones que incluían unas lamentables condiciones higiénicas, el
hacinamiento de los reclusos y la continuidad de los malos tratos, al margen de
un sistema penitenciario cuya legislación respondía plenamente al franquismo.
En ese contexto de los inicios
de la Transición la aparición de la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha) era
una cuestión de tiempo. Y con ella surgieron unas justificadas protestas capaces
de derivar en motines que incluían considerables dosis de violencia por el
comportamiento de los reclusos -llegaban a autolesionarse de forma brutal- y
los responsables del orden público. La irrupción de los antidisturbios en los
recintos carcelarios dejó de ser esporádica con toda la carga de violencia que
suponía.
El siempre interesante Alberto
Rodríguez da cuenta de esta cara oscura de la Transición en Modelo 77 (2022),
una excelente película carcelaria dedicada a la explosión de violencia que
estalló en la cárcel Modelo y otras de la geografía nacional. Verla a mi edad es
retrotraerse a unos momentos de caos y desorientación cuyo relato oficial, tan
deudor de la ficción, apenas se corresponde con las experiencias de quienes
vivimos aquellos años y carecemos de la generalizada voluntad de idealizarlos.
Al igual que me sucediera
cuando escribí Quinquis, maderos y picoletos (2014), cualquier
acercamiento a la cara oscura de la Transición permite dudar acerca de un
relato oficial que se resiste a ser sustituido por otro más veraz. La
resistencia es notable, además de organizada desde un punto de vista político
que cuenta con el apoyo generacional de numerosas personalidades de la época,
pero poco a poco aparecen películas, libros, ensayos…capaces de recordarnos que
en aquella España nadie estaba en el timón y, ni mucho menos, las actuaciones
colectivas e individuales respondían a una especie de guion. La improvisación
se impuso y milagro fue que el resultado obviara la catástrofe, tal y como
explica Antonio Muñoz Molina en «Novela negra y esperpento de 1981» (El
País, 10-II-2023).
Un consuelo personal: lo
iniciado en medio de la más absoluta soledad académica con Quinquis, maderos
y picoletos, un libro agotado desde hace años, ahora es una corriente
creativa e historicista capaz de replantear una Transición cuyas aristas pronto
fueron limadas para crear un relato tan oficial como consolador.
viernes, 10 de febrero de 2023
José Sacristán o El hijo del Venancio
El historiador no solo aporta conocimiento para fortalecer la memoria individual o colectiva, sino que también es deudor de quienes la cultivan para comunicarla a través de sus trabajos. Muchos intérpretes de cine y teatro forman parte de este colectivo. En especial, aquellos que llegados a la madurez o la vejez evocan el pasado apenas tienen ocasión de ponerse delante de un micrófono.
Cumplidos los ochenta, José Sacristán ya ha superado con nota un curso de su invención: «primero de Fernán-Gómez», donde tantos otros colegas de los escenarios se atascan por incapacidad manifiesta. Desde hace muchos años el genial actor se ha convertido en el guardián de la «memoria de la tribu», según la acertada definición incluida en el título del libro que le dedicara Miguel Bayón, y ahora esta circunstancia cobra más relieve porque a su alrededor hay demasiadas ausencias.
Esa memoria, cultivada con fascinación desde que era un chaval de Chinchón conocido como El hijo del Venancio, le permite evocar colegas de otras épocas para sentirse partícipe de una tradición donde el oficio se aprende observando y admirando a los ilustres. José Sacristán siempre lo ha sabido y, sobre todo, lo ha comunicado a menudo con una convicción que resulta imposible rechazar.
El hijo del Venancio, un obrero represaliado por el franquismo al que José Sacristán visitaba en la cárcel junto a su madre, todavía hoy es deudor de sus orígenes. Esta coherencia vital le permite permanecer en activo con una admirable actitud y, al mismo tiempo, es la fuente de una memoria crítica alimentada a base de experiencias compartidas.
Por estas y otras muchas razones, resulta imprescindible ver el capítulo que le ha dedicado la serie Imprescindibles de La 2:
https://www.rtve.es/play/videos/imprescindibles/jose-sacristan-yo-queria-ser-tyrone-power/5747005/
El fotograma seleccionado corresponde al debut cinematográfico de José Sacristán en una escena junto a Alberto Closas.
Los protagonistas de Las armas contra las letras (II)
Hijos de la fábula, de Fernando Aramburu, o de la tontería
Fernando Aramburu acaba de publicar Hijos de la fábula (Barcelona,
Tusquets, 2023), una novela cuyos protagonistas de nuevo están relacionados con
el terrorismo etarra y sus aledaños. La he leído con la previsible expectación
de quien ha disfrutado con otras novelas y cuentos del mismo autor en torno a
un tema en el que cabe concederle una autoridad. La novela es distraída y hasta
divertida en ocasiones. Hijos de la fábula invita a una lectura relajada
y gratificante, pero también decepcionante a la hora del balance.
Los dos protagonistas mantienen la aspiración de convertirse
en terroristas justo cuando ETA anuncia el final de la lucha armada. La paradójica situación invita a una reflexión compartida con el lector acerca del desenlace
de esta pesadilla de décadas, pero la misma resulta -en mi opinión- inviable
porque Asier y Joseba no solo son unos pobres diablos, sino también dos tontos
muy tontos. La estulticia queda perfectamente ejemplificada a la largo de la novela. A partir de semejante presupuesto y, como es lógico, las tonterías
que cometen para alcanzar su grotesco propósito se van encadenando como si asistiéramos a una película de El Gordo
y El Flaco.
Fernando Aramburu ha escrito excelentes obras. Patria tal vez sea la más conocida, pero esta
última me ha supuesto una decepción. Tampoco tiene demasiada importancia.
Quienes escribimos ensayos también sabemos que algunos debieran ser olvidados para no
sentir demasiada vergüenza. Cuando las trayectorias son largas comprendemos que no siempre hemos estado a la altura de las circunstancias.
No obstante, la enseñanza que acarrea esta lectura de Hijos de la fábula la procuro aplicar a mis ensayos de carácter histórico o cultural sobre el período republicano, el franquismo y la Transición. Sus protagonistas
pueden ser cualquier cosa, incluso las peores, menos tontos. Y, sobre todo, conviene evitar
considerar como tales a quienes por distintos motivos tenemos frente a
nosotros, en nuestras antípodas ideológicas o de otro tipo. El riesgo de caer
en esta tentación es escribir un libro facilón y ventajista, un ajuste de cuentas que puede resultar
tan distraído al lector como inútil a efectos de conocimiento. Los tontos no provocan preguntas sino hartazgo más allá de una aparición fugaz y más de trescientas páginas suponen un marco excesivo para quienes solo servirían como personajes anecdóticos.