miércoles, 29 de mayo de 2024

No a las denominadas leyes de concordia


La concordia es un hermoso concepto que todos debemos procurar hacer realidad mediante nuestros trabajos o actividades. Nada que objetar, por lo tanto, a que encabece una proposición de ley como la actualmente en trámite en las cortes valencianas. El problema es que esa misma concordia, más allá del enunciado, desaparece de un articulado concebido para blanquear la dictadura franquista, hacer imposible el reconocimiento de las víctimas del franquismo al mezclarlas con otras de naturaleza distinta y, sobre todo, procurar el olvido frente a la memoria.
Las valoraciones políticas otras voces más autorizadas que la mía las podrán argumentar en el debate de estas semanas, pero lo que me ha llevado a manifestarme, junto con las compañeras de Amnistía Internacional y la asociación provincial de quienes buscan a los bebés robados durante el franquismo, es el rechazo a la imposición de una manera de concebir mi propio trabajo.



La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante ha rechazado por unanimidad esta proposición de ley sumándose así a lo aprobado por los compañeros de las demás universidades públicas de la Comunidad Valenciana. Nuestro rechazo, cuestiones políticas aparte donde hay las lógicas discrepancias en el colectivo universitario, tiene como objetivo la imposición de una historiografía basada en criterios contrarios a los sancionados por la trayectoria investigadora de los grupos e historiadores que durante la actual etapa democrática han analizado la II República, la Guerra Civil y la dictadura. 
La historia es un trabajo fundamentalmente de los historiadores y los gobernantes se deben limitar a facilitar los medios para hacerla viable en las aulas, garantizar la libertad de investigación y procurar la mayor difusión posible de los resultados. La tentación intervencionista de los políticos en los contenidos siempre deriva en censuras, que suelen ser sutiles, pero no menos efectivas, sobre todo cuando afectan a jóvenes y precarios investigadores. 
Algunos por edad y categoría académica tenemos más capacidad de aguante frente a esta ofensiva de quienes dicen dar «una batalla cultural» y cuestionan en ocasiones el trabajo de los universitarios, pero me preocupa el futuro de quienes empiezan con la lógica ilusión y pueden verse sujetos a todo tipo de acosos. Los mismos se realizan a veces desde instancias más o menos legítimas y tratan de presentarse con diferentes eufemismos, pero el resultado nos remite a la censura política o ideológica, que nunca debe acompañar al historiador cuando lleva a cabo su trabajo.
La mejor ley sería una escueta y simple que, lejos de cualquier imposición o intervencionismo, facilitara los medios para hacer realidad las sabias palabras de Miguel de Cervantes: «...habiendo y debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y no nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rencor ni la afición, no les hagan torcer el camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir» (I, IX).
Las fotos fueron tomadas por Rafa Arjones para el diario Información, que publicó la noticia el 28 de mayo de 2024:


lunes, 27 de mayo de 2024

El virus de la cervantina y Ron Lalá


La revista norteamericana Anales de Literatura Española Contemporánea, en el número 2 del volumen 49, acaba de publicar un artículo mío dedicado a Cervantina (2016), el exitoso espectáculo de la compañía Ron Lalá. Desde que tuve la fortuna de verlo, en una inolvidable tarde, entré en contacto con Álvaro Tato, el responsable literario del grupo y excelente conocedor del teatro del Siglo de Oro. Su ayuda ha resultado decisiva para redactar este trabajo, que da cuenta de las claves de un éxito que permitió inocular el benéfico virus de la cervantina en las mentes de miles y miles de espectadores. Yo mismo, en mis clases, he podido constatar los beneficios de la inoculación y Cervantina figura en el programa de la asignatura que imparto junto con las obras de Calderón de la Barca y Lope de Vega. Don Miguel se lo merece y es de justicia disfrutar con su obra. El artículo se encuentra a disposición de los interesados en el catálogo del Repositorio de la Universidad de Alicante:

sábado, 25 de mayo de 2024

El ninot de Juan Negrín


EL NINOT DE JUAN NEGRÍN

El pasado jueves fui invitado a presentar el llibret editado por la Foguera del Port d’Alacant, que este año se ocupa de dos momentos de silencio en nuestras fiestas: los de la Guerra Civil y los motivados por la pandemia del COVID-19. De estos últimos nada puedo indicar, pero de los primeros tuve la ocasión de hablar gracias a los excelentes artículos recopilados por Fran Martín y escritos por un grupo de amigos con quienes mantengo relación desde siempre. Al fin y al cabo, hemos colaborado en numerosas iniciativas tendentes a mantener viva la memoria local en los más diversos temas.

Al finalizar la charla, me referí a una anécdota familiar relacionada con esos aciagos años y las Hogueras. En junio de 1939, recién terminada la guerra en el puerto de Alicante, la celebración fue la propia de una ciudad destrozada por los setenta y un bombardeos sufridos, con el hambre de la miseria acumulada durante tres años y que tenía una población penal repartida en varios centros penitenciarios.

Ese año, según me han confirmado los amigos que de este tema saben, solo se plantó una hoguera de la que probablemente hubo alguna foto, aunque nunca la he conseguido localizar. El monumento se encontraba a las puertas del Mercado Central, a unos pocos metros de donde el 25 de mayo de 1938 fallecieron más de trescientas personas a causa de un bombardeo de la aviación italiana. Esta barbarie fascista nunca tuvo su Picasso.

Mi abuela me contó que en esa modesta hoguera el ninot de Juan Negrín ocupaba un lugar preferente y que el 24 de junio de 1939 aguantó mucho hasta que las llamas lo consumieron. Yo era un adolescente por entonces y apenas entendí el relato porque ni siquiera sabía quién era el aludido más allá de las «píldoras del Dr. Negrín», las lentejas como plato único de la que me habló mi abuela.

Años después, mi madre ya con la edad de mi abuela y llegada la democracia, empezó a relatar su experiencia como niña superviviente de aquel terrible bombardeo. Apenas tenía once años cuando salió escapando entre cadáveres y personas terriblemente mutiladas:

 


La historia del bombardeo ha sido divulgada hasta en documentales televisivos, cuenta con bibliografía y muchos otros testimonios pueden corroborar las palabras de mi madre. Sin embargo, todavía recuerda, a sus 98 años, otra que pocos conocen porque está basada en la percepción subjetiva de una familia derrotada. Esa noche de junio de 1939, de la mano de sus padres, la niña de trece años vio quemar la única hoguera y asegura, con la certeza de la experiencia, que el ninot de Juan Negrín tardó mucho, muchísimo, en ser consumido por las llamas.

El ninot ardería como cualquier otro. Los vencedores lo verían caer pronto y con la satisfacción de quien quema al enemigo porque ni siquiera se plantea la reconciliación y menos «la concordia». Los vencidos, privados de casi todo y solo poseedores de su imaginación, le vieron resistir las llamas con un empeño tan resignado como digno. Esa noche de derrota, donde tan pocos motivos había para la alegría, la familia comentaría que Juan Negrín había aguantado con la esperanza de que otras resistencias les libraran de la condición de vencidos.

El ninot de Juan Negrín no fue el comienzo de un cambio, pero, cuando tan absoluta y dramática era la derrota, se convirtió en una referencia que alimentaba los recuerdos mantenidos en silencio de una familia donde el padre sufrió graves quemaduras por un bombardeo, una hija había muerto por culpa de la escasez de medios, un cuñado estaba en la cárcel, otros familiares desaparecidos o exiliados, el futuro yerno perdiendo para siempre la posibilidad de ser un maestro republicano y, claro está, con todos pasando un hambre de la que me libré por haber nacido en 1958, cuando «ya no había tanta hambre», a diferencia de lo sucedido con mis hermanos.

Las historias, con su inevitable carga de ficción para redondearlas, alimentan la memoria que nos une a las generaciones desaparecidas. Ahora, tal y como dije al final de la charla, cabe esperar que en una sociedad democrática sin vencidos ni vencedores los ninots ardan a su debido tiempo y que, quienes asistimos a la quema, solo tengamos la necesidad de imaginar que el próximo año también podamos estar presentes en el ritual del fuego. Esa normalidad resulta más aburrida y apenas despierta la imaginación, pero nos permite vivir en paz.

La parte monográfica del llibret, dedicada al período de la Guerra Civil, ya se puede consultar en el Repositorio de la Universidad de Alicante con acceso libre para cualquier investigador interesado en el tema:

http://hdl.handle.net/10045/143189

miércoles, 22 de mayo de 2024

La ANECA me concede el sexto sexenio de investigación



La Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (CNEAI) me ha otorgado mi sexto sexenio de investigación (2018-2023). Este reconocimiento me permite culminar positivamente mi carrera como investigador universitario, el séptimo no lo podré solicitar porque en 2029 estaré jubilado, y acceder a la categoría de catedrático emérito cuando en junio de 2028 me jubile.
Un reconocimiento de esta índole, el máximo al que podemos aspirar los docentes universitarios, siempre supone un motivo de alegría. Sin embargo, el verdadero motivo es contar con la salud suficiente para seguir en la brecha trabajando con gente joven cuyo entusiasmo resulta contagioso.
El lunes entregué a la SGAE un extenso trabajo sobre los consejos de guerra de varios autores relacionados con esta entidad, el martes presenté un nuevo libro de la colección de ensayos que coordino en Publicaciones de la Universidad de Alicante, hoy tengo una reunión virtual con una joven profesora para llevar a cabo un trabajo de investigación durante este verano, mañana recibiré las separatas de un artículo sobre el grupo Ron Lalá publicado en una revista norteamericana y el viernes, salvo sorpresas, colgaremos el número 41 de Anales de Literatura Española, que recientemente ha ascendido a la categoría de Q2. El fin de semana lo dedicaremos a seguir corrigiendo el segundo volumen de Las armas contra las letras y, mientras tanto, iré poniendo las notas de la asignatura que he impartido durante el segundo trimestre. Esa actividad, sobre todo por la relación continua con la gente joven, es el verdadero motivo de alegría cuando uno está a punto de cumplir los 66 años y ve a mucha gente derrotada por la edad.
La evidencia documental arriba está. Frente a la misma, hay quien considera que la CNEAI concede la evaluación positiva como «mérito relevante» a lo que él, sin competencia alguna en el ámbito universitario, califica como un «libelo difamatorio», que es una redundancia, pues todo libelo es difamatorio. El problema es suponer que por repetir machaconamente que el hielo está frío uno sienta cátedra en contra de lo que dictaminan los catedráticos de la CNEAI.

sábado, 18 de mayo de 2024

Papá no era el rolling stone que suponía


Mi escaso conocimiento del inglés es propio de un autodidacta que necesita entender trabajos académicos relacionados con sus investigaciones y, desde luego, no me permite traducir las letras de las canciones cuando las escucho. El problema ahora lo tengo asumido con cierta resignación y algo de escepticismo, puesto que los desengaños han sido numerosos cuando he consultado las letras o leído su traducción. Algunos mitos, incluso, han caído por la maldita curiosidad. La concesión del premio Nobel de Literatura a Bob Dylan me dejó atónito y la consiguiente aclaración permanece en el wind.

Las sorpresas también han sido notables por esa misma curiosidad de indagar los contenidos. Todavía recuerdo el entusiasmo adolescente con una canción, Summertime, que escuchaba a menudo, sobre todo por la noche, cuando hacía algo de calor y, a falta de alguna copa, contaba con la ayuda de la imaginación desatada. Descartada la gritona versión de Janis Joplin, que me puso de los nervios cuando la escuché, tenía en casa otra de Louis Amstrong y Ella Fitzgerald, una pareja que me parece todavía el colmo de lo excelso. Solo contaba con el disco de 33 rpm y las imágenes quedaban alojadas en el YouTube particular de mis sueños. Les suponía ya mayorcitos porque veía la foto de la portada, que era inequívoca en este sentido, pero escuchándolos parecían dos enamorados que en una caliente noche de verano explayaban sus deseos.



Un día quise concretarlos, «a nivel textual», y me encontré con la sorpresa de que la canción tan hot en realidad era una nana. El planchazo fue absoluto, aunque supongo que los afortunados niños con padres como Louis y Ella habrán tenido una educación sentimental capaz de hacerles disfrutar de las noches de verano, siempre en una excelente compañía por aquello de la sensualidad y regada por alguna copa.

La adolescencia de un estudiante de francés también me llevó a suponer que una canción de The Temptations que escuchaba a menudo, Papa was a Rolling Stone (1972), estaba dedicada a un padre convertido en un Rolling Stone, por aquella manía de poner mayúsculas en los títulos ingleses. La posibilidad de asociar la paternidad con Mike Jagger, y rendir homenaje a semejante híbrido, me sorprendía, pero la suponía transgresora y esta circunstancia, en tiempos de rebeldía, bastaba para mi aceptación.

Al cabo de muchos años, ya con la ayuda de YouTube, volví a escuchar la canción en un vídeo subtitulado y, para pasmo de mi credulidad, aquellos tipos que me gustaban más cuando los imaginaba sin unos trajes anaranjados en realidad no homenajeaban a su padre. Al contrario, lo ponían a parir, porque al titularla no pensaban en el grupo británico, sino en una acepción que en castellano sería un «bala perdida». La definición seleccionada, ya necesitada de consulta en el diccionario, denota mi pronta jubilación. El padre de la canción es un tipo sin perdón y este grupo que tanto me había entusiasmado, sobre todo con la introducción musical, despotricaba contra un tipejo cuyas maldades me recordaban algún ejemplo moralizador explicado en la catequesis. El planchazo volvió a ser notable.



Algún día explicaré cómo la canción de amor que más me gustaba, interpretada por Dionne Warwick, en realidad era una plegaria con constantes invocaciones a Dios, que nunca me ha parecido un sujeto en quien confiar a la hora de abordar estas materias. Y todavía fue peor cuando supe que la historia de amor, tantas veces escuchada a Adriano Celentano, incluía una bofetada a la amante y el posterior desprecio con aires tan altaneros como machistas.

La alternativa ante estas sorpresas nunca debe pasar por la cancelación, un concepto asociado a la censura, sino por la posibilidad de dar a la canción el sentido que te apetece. Al fin y al cabo, es gratis, no penaliza y supone uno de los pocos privilegios al alcance de los que no somos precisamente políglotas, pero tenemos la imaginación siempre a punto.

 

miércoles, 15 de mayo de 2024

Las armas contra las letras: el listado del tercer volumen


La labor de investigación en los archivos militares requiere planificación y tiempo porque los plazos para obtener las copias digitales se dilatan a causa de la falta de personal en las plantillas. Así, cuando todavía estoy ultimando el original del segundo volumen dedicado a los consejos de guerra de periodistas y escritores durante el período 1939-1945, ya he establecido el listado de los procesados que aparecerán en el tercero y hace meses solicité al AGHD las correspondientes copias de los sumarios:

- Rafael González Castelll

- Dolores Precioso Córdoba

- Ramón, Augusto y Rodrigo Vivero Precioso

- Baltasar Fernández Cue

- Manuel Zambrano Jiménez

- Carlos Pérez Merino

- Francisco Javier Lapolla Serraller

- Eduardo Bort Vale

- Juan Antonio Gaya Nuño

- Pío Marcos Cuadrado

- Enrique Capdevila Pérez

- Eugenio Rosado Rivas

- José Carreño España

- Salvador Prieto Martínez

- Ángel de Lera García

- Antonio Nicas Amato

- Elpidio Alonso Rodríguez

- Francisco y Adela Anaya Ruiz

- Alejandro y Ángel Gaos González- Pola

- Enrique Paradas 

- Rafael Sepúlveda

- Carlos Rivero Gómez

- Elías Palma Ortega

- Jesús Menchón Manzanares

- Mariano Aldaval Rebullida

- Valentín de Pedro Benítez

- Antonio de Hoyos y Vinent

Con el análisis de esta treintena de casos, cabe pensar que la muestra ya sea lo suficientemente completa como para establecer las conclusiones acerca de la represión sufrida por periodistas y escritores durante el citado período. No obstante, tras la culminación de la trilogía, abriremos una web dedicada al tema donde podrán ser incluidos más casos.

Mientras tanto, hacemos un alto en el camino para atender una solicitud de la SGAE, que me ha pedido un extenso capítulo para un libro donde colaboro explicando los sumarios de algunos de sus miembros como Joaquín Dicenta Alonso, Manuel García Bengoa y otros.


domingo, 12 de mayo de 2024

La condena del periodista Antoni Pugés Guitart


 

Fuente: Sumario 19533 del AGHD, de Madrid

Gracias a la consulta del sumario 19533 del Archivo General e Histórico de Defensa, he podido reconstruir el sumarísimo de urgencia seguido en Madrid contra el periodista manresano Antoni Pugés Guitart (1890-1941), que el 31 de noviembre de 1939 fue condenado a treinta años de reclusión mayor. 

El periodista y funcionario del Ministerio de Organización y Acción Sindical, ahora de Trabajo, fue acusado por su compañero Manuel Maranón Grande y el 3 de junio de 1939 resultó detenido en Madrid. La instrucción comenzó en el Juzgado Permanente de Funcionarios, n.º 7, pero el titular del mismo se inhibió en favor de su colega Manuel Martínez Gargallo, del Juzgado Militar de Prensa.

Antoni Pugés Guitart era un hombre católico afiliado a Izquierda Republicana. Hermano de una monja capuchina, padre de un alférez falangista, cuñado de un teniente de la misma orientación política, salvador de un teniente coronel franquista que se presentó voluntariamente en el juzgado para avalarle y un hombre que, en definitiva, contaba con los mejores avales para que su condena resultara mínima tras haber colaborado en Política, el órgano oficial de Izquierda Republicana.

La primera vez que fue sometido a un consejo de guerra, el 12 de agosto de 1939, el tribunal debió tener en cuenta los avales presentados y solo le condenó a quince años de reclusión menor, que prácticamente garantizaba una temprana puesta en libertad condicional. Sin embargo, el auditor rechazó la sentencia y mandó completar la instrucción con nuevas diligencias. Las mismas fueron dictadas por Manuel Martínez Gargallo, pero con resultados nulos, pues el segundo auto resumen no aporta nada nuevo al primero. El desenlace fue en esta ocasión bien distinto. Sin añadir ninguna prueba o testimonio, lo que en agosto de 1939 supuso una condena benévola, pocos meses después acabó en una dura condena que condujo a Antoni Pugés Guitart al penal de Ocaña. De allí le dejaron salir el 23 de octubre de 1941 para que pudiera morir en casa. El fallecimiento tuvo lugar apenas tres semanas después (La Prensa, 15-XI-1941).

La instrucción llevada a cabo en el Juzgado Militar de Prensa ejemplifica, como en otras ocasiones, la absoluta falta de garantías jurídicas de estos sumarísimos de urgencia, así como la aparición de acusaciones falsas o inexactas que carecían de cualquier prueba. La circunstancia se repite en numerosas ocasiones, pero en este caso sorprende todavía más por la relevancia y la significación de las personas que se presentaron voluntariamente para testimoniar a favor del encausado. Pocas veces hemos visto a una monja capuchina explicando el acendrado catolicismo de su hermano, un hijo alférez con varias menciones honoríficas por acciones de guerra defendiendo a su padre o un teniente coronel dispuesto a avalarle porque le salvó la vida durante el período republicano. Todo fue inútil. Estos vencedores, en su fuero interno, pronto comprenderían que su victoria había alumbrado un régimen capaz de condenar con la máxima dureza a quien consideraban una persona íntegra, católica, de moral intachable e incapaz de cometer un acto delictivo. 

El capítulo lo añadiré al original del segundo volumen de Las armas contra las letras, cuya finalización solo está pendiente de la consulta de los sumarios relacionados con el escritor Pedro Luis de Gálvez. Una vez finalizado el correspondiente capítulo, bastante extenso por la complejidad del caso, entregaré el original y, si el proceso sigue favorablemente el curso habitual, el próximo otoño tendremos publicado el volumen.

He copiado la imagen del carnet de Antoni Pugés Guitart como periodista de ABC en 1921 porque no hay ni una sola imagen en internet de este manresano, que ni siquiera aparece con un apartado propio en los estudios realizados sobre la represión de los escritores y periodistas durante la posguerra. Al menos, ya cuenta con una imagen para conocerle y pronto tendrá dedicado un capítulo para explicar su destino trágico en el Juzgado Militar de Prensa y el posterior consejo de guerra.


jueves, 9 de mayo de 2024

Homenaje al exilio republicano en Alicante


 Ayer, gracias a la invitación cursada por el ministro de Acción Territorial y Memoria Democrática, tuve la ocasión de asistir al homenaje dispensado a los exiliados republicanos con motivo del 8 de mayo bajo la presidencia de Pedro Sánchez (véase foto). El acto tuvo lugar en la Casa Mediterráneo, de Alicante, y contó con la nutrida asistencia de quienes de una u otra forma nos ocupamos de mantener viva la memoria democrática.
La prensa se ha hecho eco de un acto que tuvo lugar en plena polémica por las llamadas «leyes de la concordia» impulsadas en comunidades como la valenciana a partir de un pacto entre el PP y Vox. Os paso una selección de enlaces. El acto se puede ver a través de You Tube:










Al margen de las cuestiones políticas y del propio contenido del acto, un necesario homenaje al exilio republicano, ayer fue un día reconfortante porque quienes nos ocupamos de estos temas a menudo debemos afrontar problemas graves y sabernos respaldados nos ayuda a seguir adelante.
Desde hace años estoy en contacto con el secretario de Estado de Memoria Democrática, mi colega Fernando Martínez, y siempre he tenido su solidaridad para afrontar cualquier problema. Lo agradezco muchísimo y, la mejor manera de demostrarlo, es la continuidad en mi trabajo con el segundo volumen de Las armas contra las letras, que entregaré este verano, y la rueda de presentaciones del primero, que esta tarde me lleva a Elda después de haber estado en Elche, Orihuela, Alicante y Murcia. Por desgracia, a causa de motivos familiares, no puedo viajar lejos, pero esta labor de divulgación ha tenido la recompensa de la reimpresión del libro y del ánimo mostrado por numerosos familiares de las víctimas republicanas, que acuden a estas presentaciones para conocer e intercambiar una memoria democrática que debemos preservar.
Os paso el enlace a este último acto:


lunes, 6 de mayo de 2024

Alfonso Botti y las terceras Españas


El trabajo de investigación me lleva a buscar y recopilar una infinidad de datos para documentar un relato veraz acerca de lo sucedido. La tarea es imprescindible, pero, de vez en cuando, conviene levantar la vista más allá del dato concreto y reflexionar en compañía de los colegas que, sin menosprecio de ese positivismo, plantean las grandes líneas del discurrir histórico.
Tanto en el primero como en el segundo volumen de Las armas contra las letras un tema recurrente es la posible existencia de la «tercera España». Yo no la niego, pero no la he encontrado en el marco de mis investigaciones. Eso sí, tampoco he visto las otras dos como sendos bloques monolíticos y homogéneos. Al contrario, los casos analizados rompen a menudo con los supuestos rasgos de esas Españas que sirven como metáfora, pero no tanto como realidad contrastada cuando acudimos a las experiencias concretas, que con frecuencia discurren por caminos singulares y hasta imprevisibles. 
El análisis propio de un trabajo de microhistoria me hace dudar de conceptos como la «tercera España», que con tanto oportunismo algunos defienden, pero el tema me interesa como vía para una reflexión compartida. De ahí el interés por el reciente y magnífico libro del hispanista Alfonso Botti publicado por la Universidad de Valencia:


Su lectura me ha ayudado a reflexionar sobre los casos analizados en mis libros y, a la hora del balance, cuando intentamos ir más allá de lo particular para establecer alguna categoría como síntesis, he introducido unos párrafos finales en el segundo volumen de Las armas contra las letras que son el fruto de contrastar lo aportado por Alfonso Botti con lo visto en decenas de sumarios judiciales. Los reproduzco a continuación:

El hispanista Alfonso Botti analizó las historias de las «terceras Españas» hasta el presente (2023). Su riguroso ensayo evita las respuestas sencillas tan habituales en los medios periodísticos y abre interrogantes para quienes, en algún momento, hemos reflexionado sobre el tema para sortear el caos de los casos individuales. Al finalizar el segundo volumen, apenas merece la pena recordar la obviedad de que la primera España no tuvo presencia entre las víctimas de la represión franquista. Sus miembros eran los victimarios con la correspondiente graduación en la responsabilidad, desde el silencio cómplice y atemorizado hasta la participación activa en las distintas facetas de esa represión. Algunos representantes de las propias letras, en su vertiente franquista por convicción o conveniencia, se sumaron a la labor represiva con ardor guerrero y delator, mientras que otros colegas cultivaban la exquisitez del escapismo. Todo sin menoscabo de la presencia sumarial de vencedores cuyas voces solidarias testimoniaron a favor de las víctimas en agradecimiento por la ayuda prestada durante la guerra. Sus nombres han quedado reflejados como ejemplos de otra España posible, incluso entre los vencedores, porque los avalistas testimoniaron de verdad, a diferencia de tantos salvadores, solo en las memorias o entrevistas, que nunca se presentaron en un juzgado.

Las víctimas de la más prototípica y comprometida segunda España, en el marco del colectivo que nos ocupa, son unas cuantas, aunque no demasiadas si tenemos en cuenta las cifras de los escritores y periodistas procesados. Su destino estuvo marcado por el paredón o las condenas más duras como paso previo a una muerte civil. A menudo estas víctimas aparecen mezcladas con quienes fueron encausados tras unas trayectorias que no encajan en el modelo establecido por quienes teorizan con fundamento, pero no siempre permanecen atentos a las realidades concretas porque las sobrevuelan a la búsqueda de una síntesis orientadora.

La inevitable especulación queda destrozada cuando observamos algunos de los casos analizados en estos volúmenes. La explicación de semejante promiscuidad en la derrota, cuando un Miguel Hernández podía compartir la condena de un Álvaro Retana, nos remite a otra obviedad: todos los encausados eran unos vencidos y los vencedores, poco dados a los distingos en momentos de intensidad represiva, apenas distinguieron entre quienes se vieron envueltos en denominaciones -marxistas, rojos, hordas…, nunca republicanos- tan inexactas como simplificadoras.

La represión verdaderamente dura precisa de categorías sencillas para favorecer su aplicación, aunque la misma muestre una relativa graduación en función de las trayectorias encausadas. La consiguiente simplificación de la realidad protagonizada por las víctimas fue tan obvia como el recordatorio que de la misma se deriva: la necesidad de buscar las voces concretas para recuperar, al menos, unos testimonios donde prevalece la condición de derrotado de vete a saber qué España. Probablemente sea la diversa, heterogénea y hasta caótica que pudo haber convivido, con sus problemas y limitaciones en un clima de tensión, de no mediar el golpe de Estado de unos militares dispuestos a convertir el país en un cuartel y la población en tropa bendecida por la Iglesia católica. La responsabilidad histórica del abrupto final y la posterior dictadura no fue del «paroxismo» de las posturas enfrentadas, sino de unas armas con voluntad de acallar cualquier letra y no digamos los versos sueltos, que abundaron durante el período republicano.

 


viernes, 3 de mayo de 2024

¿Olvido digital o censura encubierta?



Foto: Manuel Sacristán. Procedencia: El Viejo Topo

La revista Mientras tanto, editada en Barcelona por la Fundación Giulia Adinolfi y Manuel Sacristán, el pasado mes de marzo se interesó por el caso judicial en el que estoy inmerso desde 2020 y me pidió una colaboración sobre el mismo a raíz de la sentencia dictada por el Tribunal Supremo el 19 de marzo de 2024. El artículo ha aparecido en el número 234, correspondiente al mes de mayo, y os lo paso enlazado por si fuera de vuestro interés:
 

https://mientrastanto.org/234/notas/olvido-digital-o-censura-encubierta/

El texto también se puede consultar en el Repositorio de la Universidad de Alicante:

http://hdl.handle.net/10045/142618



miércoles, 1 de mayo de 2024

El segundo volumen de Las armas contra las letras



Hoy, día de los trabajadores, cabe sentirse orgulloso de haber terminado un trabajo de investigación realizado a lo largo de los últimos meses. En este caso, se trata del segundo volumen de la trilogía dedicada a los consejos de guerra de periodistas y escritores. El primero, Las armas contra las letras, ya cuenta con una nueva tirada por la buena acogida que ha tenido y el segundo está prácticamente terminado a la espera de las últimas consultas y retoques, que se llevarán a cabo durante los meses de mayo y junio con la colaboración del Archivo General e Histórico de Defensa. Con vistas al tercero, ya está localizada y solicitada la documentación pertinente para su redacción.
A continuación, os facilito el índice provisional de este segundo volumen que tendrá, como el primero, unas cuatrocientas páginas y permitirá completar el análisis de los procesos instruidos por el Juzgado Especial de Prensa y otros tribunales militares:

ÍNDICE

-       Introducción

-       Fotografía Mendoza en el Madrid de 1943

-       El procesamiento del «novelista más guapo del mundo»

-       El proceso del capitán Saltatumbas

-       De la frivolidad al penal: la trayectoria de Santiago de la Cruz

-       Un consejo de guerra contra el ABC republicano

-       Antonio Buero Vallejo condenado a muerte

-       Joaquín Dicenta Alonso, «espíritu anarquizante e inmoral»

-       La peculiar trayectoria de Manuel García Bengoa

-       El consejo de guerra de Rosario del Olmo

-       La continuidad de la represión: Matilde Zapata, Rosario del Olmo y Amalia Carvia

-       La represión nunca olvida: Aurora Bertrana y M.ª Bueno Núñez de Prado

-       Antonio Agraz, anarquista y desesperado

-       Francisco Escola Besada en el punto de mira

-       El periodista Ricardo Flores murió en la cárcel

-       Los consejos de guerra de Ramiro Gómez Zurro

-       La «rebeldía» del masón Mateo Hernández Barroso

-       Los problemas judiciales de Salvador Prieto

-       La condena del conserje que fue periodista: Antonio Uriel

-       La petición de indulto de Vicente Ramón Esteban

-       Condenado a muerte y desconocido: Eduardo de Castro Escandell

-       El destino del comediógrafo César García Iniesta

-       La inocencia del «chequista» Enrique Peinador

-       Epílogo

-       Bibliografía

Si las consultas en el AGHD dan un resultado positivo, es probable que también incluya un capítulo dedicado a Mario Arnold, en realidad era José García Pérez, y otro a la suerte procesal de la familia de Augusto Vivero. En cualquier caso, ambos capítulos también podrían aparecer en el tercer volumen.

Enlace para la adquisición del primer volumen en la editorial Renacimiento:

https://www.editorialrenacimiento.com/los-cuatro-vientos-serie-mayor/3027-las-armas-contra-las-letras.html