La historia es una tarea
colectiva. El aislamiento del historiador siempre supone una circunstancia
negativa que puede invalidar sus aportaciones. De ahí la necesidad de formar
equipos y favorecer al máximo la comunicación entre los profesionales de una
historia hecha a base de consultas al compañero, intercambio de información y la
imprescindible labor crítica para mejorar nuestros trabajos.
Tras una década dedicado
al estudio de la represión franquista, he tenido la oportunidad de conocer a la
práctica totalidad de quienes abordan este tema desde diferentes perspectivas.
La dispersión geográfica es notable, pero por fortuna contamos con medios que
permiten un contacto fluido e inmediato.
Al final, tras tantas
consultas mutuas, surge una relación de amistad que va más allá de lo
académico. Varios de mis colegas ya están jubilados, aunque siguen en activo
porque comparten una indudable vocación investigadora. Mi primera pregunta
cuando hablo con ellos es acerca de la salud, pues tengo constancia de sus
achaques a veces resueltos a base de un trabajo que constituye una excelente
medicina.
Hace unas pocas semanas,
Juan José del Águila, magistrado jubilado y excelente historiador en temas como
el Tribunal de Orden Público, me comunicó el triste fallecimiento de su
compañera tras cincuenta y cuatro años de convivencia. Ya sabía de su enfermedad
y, al confirmarme el desenlace de la misma, percibí el previsible dolor de un
hombre tan enamorado como nostálgico que busca reponerse en compañía del resto
de su familia.
Juanjo es consciente de
su edad y de la necesidad de pasar el testigo a las nuevas generaciones. De
hecho, ha nombrado una albacea intelectual para que su labor tenga continuidad
y toda la documentación recopilada tras años de investigación permanezca a buen
recaudo, Ahora bien, duda que pueda culminar el libro que tantos lectores suyos
esperamos acerca del coronel Enrique Eymar, un paradigmático protagonista de la
represión ejercida desde el ámbito militar durante el franquismo.
Estos trabajos requieren
superar una carrera de obstáculos. Un historiador dedicado a la represión sabe
que nunca encontrará facilidades, pero estamos acostumbrados a lidiar con las
correspondientes dificultades y, sobre todo, somos pacientes porque sabemos que
el objetivo merece la pena.
La biografía del coronel
Eymar alumbraría aspectos fundamentales de la represión franquista. Juanjo es
la persona adecuada para culminarla y muchos de sus amigos sabemos que lo hará,
a pesar de la soledad derivada del fallecimiento de la compañera de toda su
vida. Y, si en algún momento le faltan las fuerzas, aquí estamos quienes le
apreciamos para ayudarle en todo lo que sea preciso. Entre otros motivos porque
la memoria de quienes nos acompañan y hacen posible nuestro trabajo, a menudo
desde el silencio de una solidaridad basada en el amor, merece el homenaje de
un trabajo final que ejemplifique lo mejor de nuestra aportación al
conocimiento histórico.
Juanjo, un fuerte abrazo
y mucho ánimo.
Para más información acerca de la labor de mi compañero, véase su imprescindible web Justicia y dictadura: