Varietés y república
viernes, 18 de julio de 2025
La gallardía del fiscal Ricardo Gullón
domingo, 13 de julio de 2025
José Satué, el sindicalista que no aprendió a perder
Mi colega de la
Universidad de Granada, el catedrático Arón Cohen, me mandó hace unas semanas
su libro «No saldrás de aquí sino loco o muerto…». José Satué, el
sindicalista que no aprendió a perder, editado por el servicio de
publicaciones de la citada universidad:
El detallado y brillante
estudio de Arón Cohen es probablemente el más completo que se haya escrito
acerca de un preso político del franquismo. La abundante documentación manejada
y las peculiares circunstancias de un procesado que peleó durante décadas contra
las arbitrariedades de la jurisdicción militar permiten completar un análisis
que, por su concreción y ajuste a los documentos, contradice las conclusiones
de quienes tienden a sobrevolar estas cuestiones a la búsqueda de una síntesis
no siempre bien fundamentada.
La línea de investigación
de Arón Cohen, buscando la exhaustividad en un caso tan concreto como
significativo, me parece la manera más adecuada de matizar esas conclusiones que, en
el mejor de los casos, resultan prematuras dado el actual estado de la
cuestión. Mi enhorabuena al compañero por el trabajo realizado, gracias por sus
enseñanzas para continuar en mis pesquisas relacionadas con los consejos de
guerra de periodistas y escritores y, por supuesto, cuento con su ayuda para
culminarlas.
A continuación, os facilito los enlaces a un artículo del propio autor acerca del libro y la grabación de la presentación del mismo que tuvo lugar en Tenerife:
martes, 8 de julio de 2025
La mesa del general Franco
Las anécdotas
pueden ayudar a iluminar cuestiones complejas. Con motivo de la preparación de
los libros dedicados al franquismo, abrí una carpeta de recursos audiovisuales
donde recopilé fotografías del general Franco que me llamaron la atención.
Algunas estaban tomadas en el despacho del palacio de El Pardo, donde su mesa
de trabajo aparece siempre con un montón de papeles. Hasta el punto de que solo
queda lugar para un cenicero, a pesar de que el general no fumaba. Del carácter
neoclásico del mueble ahora depositado en el Salón de Columnas del Palacio Real, según leo, nada se aprecia.
La fuente de estas
fotografías es tan fiable en materia de adhesión al régimen como ABC y
no cabe imaginar un propósito crítico o burlón en unas imágenes convertidas en
documentos al servicio del relato histórico.
A la vista de una
mesa donde el general parecía atrincherado gracias a las montañas de papeles,
caben dos interpretaciones sujetas a matizaciones. Unos historiadores pensarán
en la inquebrantable voluntad de servicio de quien velaba, las veinticuatro
horas del día, por los intereses de España y ensalzarán la tarea de despachar
tan ingente cantidad de documentos. Incluso alguno, con ínfulas de modernidad,
hablará de un «trabajador 24/7» al servicio de la Patria.
Otros historiadores,
tal vez más atentos a los hechos que a los adjetivos derivados de las
hipótesis, considerarán que semejante pila de papeles era fruto de la
incapacidad del general para despacharla con prontitud y orden, sobre todo
cuando se convirtió en un anciano proclive al golf, la pesca, la caza, la
pintura, la televisión, la Fanta de limón y otros motivos recreativos entre los
cuales siempre estuvo el cine.
El irresoluble debate permite la posibilidad de comparar lo visto en las fotografías con las despejadas mesas de los monarcas que le han sucedido en la jefatura del Estado. El contraste es evidente, aunque las conclusiones son arriesgadas por la posible interferencia de algún asesor de imagen o un fotógrafo más atento a estas circunstancias. No todas las mesas reflejan el carácter de sus propietarios.
También, para ahondar en el tema, el historiador puede acudir a diferentes fuentes relacionadas con la productividad laboral del Caudillo, que iría más allá de lo constatado en la mesa de su despacho. Aquí, a falta de una documentación exhaustiva, los testimonios varían notablemente, a pesar de que todos proceden del ámbito oficial y ningún opositor controló su horario laboral.
En cualquier caso, el debate queda abierto con la
seguridad de que nadie lo cerrará abruptamente para condenar a quienes discrepen de su conclusión.
Si así sucede con
la imagen de una mesa repleta de papeles, cabe imaginar que otras cuestiones
más complejas y carentes de pruebas contundentes podrán tener un recorrido
infinito en el ámbito de los debates históricos. El objetivo de los
historiadores es mantenerlos en un clima de libertad que favorezca el contraste
entre las diferentes investigaciones. No para alcanzar «la verdad», una
pretensión tan totalitaria como incompatible con la historiografía, sino para
ahondar en el conocimiento del pasado mediante aportaciones siempre sujetas a
revisión, modificación y ampliación.
sábado, 5 de julio de 2025
Periodistas represaliados: la necesidad de completar la tarea
miércoles, 2 de julio de 2025
Rosita Díaz Gimeno en Hoy por hoy (Cadena SER)
lunes, 30 de junio de 2025
El testimonio carcelario de Rafael Sánchez Guerra
El original del tercer
volumen de la trilogía dedicada a los consejos de guerra de periodistas y
escritores ya está listo, a falta de un nuevo repaso y la inclusión de algunas
notas sacadas de la bibliografía publicada durante estas últimas semanas. El
total de víctimas estudiadas se acerca al centenar, pero soy consciente de que
todavía habrá algunas más y, por lo tanto, la investigación debe continuar.
El periodista y político
Rafael Sánchez Guerra (1897-1964) apenas tuvo presencia en la prensa
republicana durante la Guerra Civil y decidió quedarse en Madrid al finalizar
la misma porque estaba convencido de que no iba a sufrir una dura represión.
Sin embargo, junto con Julián Besteiro fue inmediatamente detenido y trasladado
a la cárcel de Porlier a la espera de su consejo de guerra (AGHD, 129173, 7374),
que le condujo por varias cárceles hasta el posterior exilio. Hoy mismo he
pedido copia del sumario y, a la espera de poderlo consultar, he tenido la
oportunidad de leer la versión francesa de sus memorias carcelarias, que
aparecieron por primera vez en Buenos Aires.
Un ejemplar de Mes
prisons. Memoires d’un «rouge» (París, Jean Vigneau, 1947) se encuentra
depositado en la biblioteca de la UA gracias a una donación. El volumen ha
sufrido el paso del tiempo. Hay que consultarlo con sumo cuidado, pero el
trabajo merece la pena por el valor del testimonio de quien, desde luego, no
era un «rojo». La ironía del subtítulo se percibe desde la primera página.
Esta circunstancia
corrobora que la represión de los periodistas y escritores abarcó un conjunto
que nunca debemos equiparar con el de los «rojos». Así lo explico en la
trilogía y no merece la pena insistir en una de las tesis de la misma. Si doy
cuenta de la consulta bibliográfica es porque, en esas destrozadas páginas
editadas en París, he encontrado el testimonio acerca del paso por la cárcel de
Porlier de dos víctimas presentes en mis trabajos: el periodista Javier Bueno,
que apareció en el primer volumen, y el escritor Antonio de Hoyos y Vinent, que
es uno de los protagonistas del tercero.
Rafael Sánchez Guerra
está distanciado de ambos desde el punto de vista político. No obstante, sus
palabras expresan la admiración que le merecieron por su actitud en la cárcel.
Javier Bueno intentó refugiarse en la legación diplomática de Panamá al
finalizar la guerra, pero fue sacado de la misma a base de golpes. La historia
ya era conocida, pero impresiona la imagen de hombre físicamente destrozado que
nos traslada Rafael Sánchez Guerra, El director de Claridad llegó a
Porlier siendo consciente de que ya estaba condenado a muerte y con le
visage meurtri de coups (p. 103).
Así sería interrogado
durante la rápida instrucción que tuvo lugar en el Juzgado Militar de Prensa
porque, entre abril y julio de 1939, apenas podría superar las huellas de la
tortura a la que fue sometido en el momento de la detención. La circunstancia
se percibe, de forma implícita, en el correspondiente sumario, donde
encontramos a un hombre tan destrozado como consciente de su inmediato destino,
aunque conservara la dignidad hasta el punto de ser motivo de varias
anécdotas entre sus compañeros de prisión.
Rafael Sánchez Guerra
también habla de la dignidad de otro preso destrozado, aunque en este caso por
la enfermedad y la discapacidad física. Antonio de Hoyos y Vinent era una ruina cuando ingresó en Porlier, pero todavía tuvo la ocasión de
mostrar su dignidad en el momento de recibir la visita de un vencedor de la guerra: su
hermano. La consulta del correspondiente sumario matiza lo relatado en este
sentido por Diego San José y Rafael Sánchez Guerra, pero queda la imagen de una
dignidad que pronto acompañó a la tumba al noble convertido en sindicalista al
servicio del partido de Ángel Pestaña.
Quede constancia.
sábado, 28 de junio de 2025
El trabajo colectivo de una revista universitaria
Las enhorabuenas siempre
son bien recibidas. Y, si te las mandan la rectora de tu universidad y el
vicerrector de investigación de la misma por la tarea académica al frente de
una revista, son un motivo de doble alegría. Así ha sucedido con motivo de la
publicación de los resultados de la JCR de la Web of Science, donde Anales
de Literatura Española ha confirmado su posición de liderazgo en el primer
cuartil.
El trabajo, como es
obvio, resulta colectivo, pero no basta con decirlo y conviene explicarlo en
términos sencillos para entender la dificultad de sacar adelante una revista
universitaria que publica dos números cada año desde que asumí la dirección.
El objetivo solo es viable
contando con la colaboración de quienes actúan como secretarios de la revista:
los profesores Davide Mombelli y Laura Palomo. Gracias a esta circunstancia,
tenemos repartidos los trámites, revisiones, gestiones, comunicaciones…
imprescindibles para editar los números. El conjunto abarca desde la petición de
las subvenciones hasta la revisión de los textos pasando por una variedad de
trabajos realmente sorprendente. Su enumeración resultaría disuasoria para
quienes estén preparando una nueva revista, pero la tarea puede ser culminada
cuando, al menos, hay tres personas dispuestas a emprenderla en un clima de
colaboración y responsabilidad.
Asimismo, contamos con un
consejo de redacción al que recurrimos para localizar nuevos evaluadores de los
artículos que nos llegan, promover contactos con diferentes grupos de
investigación, considerar las líneas de trabajo de la revista y otras tareas imprescindibles
para el correcto funcionamiento de la misma.
Una revista académica,
tan distinta de las «depredadoras» a menudo objeto de denuncias con repercusión
en los medios de comunicación, necesita someterse a un complejo sistema de
normas para su indexación. Esta tarea la realizamos gracias al asesoramiento
del Servicio de Publicaciones, que también nos ayuda a contactar con el
maquetador, a colgar en internet la revista, imprimirla y distribuirla. Cada
paso supone muchos correos electrónicos y algunas visitas a dicho servicio,
donde siempre encontramos una excelente acogida porque, además de compañeros,
somos amigos.
Así, para publicar un
número y con independencia de los autores o los miembros del consejo de
redacción, necesito la ayuda de Laura, Davide, Carlos, Marten, Javier, David,
Vicente, Diego… Es decir, lejos de estar solo, estoy muy bien acompañado y, a
menudo, mi trabajo es actuar como un guardia urbano dirigiendo el tráfico para
que el vehículo llegue al destino a tiempo y sin percances.
Trabajar así, con gente
joven y cuando uno está a punto de jubilarse, supone un privilegio que nunca
terminaré de agradecer. Lo hago aquí y en cualquier otro lugar, porque mi
empeño es distanciarme de quienes se aferran a sus competencias hasta el día de
la jubilación. Yo las comparto, procuro sentar las bases de su continuidad cuando
tengan que apartarme y, sobre todo, disfruto sintiéndome todavía útil a quienes
pronto ocuparán mi puesto o seguirán siendo decisivos para que otras revistas
de la Universidad de Alicante encabecen listados como el JCR de la Web of
Science.
Pdta. He recibido tres ofertas
económicas para privatizar la revista. Ni siquiera he contestado, porque,
además de honesto, apuesto por una ciencia accesible a toda la comunidad
científica y ajena a negocios que a veces son turbios.
Pdta.: La noticia ha sido recogida en el boletín informativo de la Universidad de Alicante: