miércoles, 24 de enero de 2024

Una noticia de OK Diario


La periodista Irene Tabera el pasado día 21 publicó en OK Diario una noticia bajo el título «Batalla en el Supremo por la memoria del hombre al que la izquierda lincha como asesino de Miguel Hernández». El texto completo se puede consultar en el siguiente enlace:
La citada periodista atendió así a una denuncia contra mi trabajo como catedrático universitario, pero -aparte de no comprobar algunos datos- nunca se puso en contacto conmigo para conocer mi versión y contrastarla antes de proceder a publicar la noticia. Ni siquiera me contestó cuando -una vez aparecida- me ofrecí a facilitarle información para subsanar algunas inexactitudes.
Al margen de que el extenso titular es poco afortunado porque «la izquierda» académica o mediática -donde la periodista incluirá a medios demandados como ABC- nunca ha calificado al alférez Baena Tocón como «asesino de Miguel Hernández», el texto me atribuye que yo «vinculaba a su padre -el citado oficial- como el verdugo de Miguel Hernández». La afirmación es falsa e Irene Tabera no indica la referencia bibliográfica de semejante barbaridad donde hay un asesino sin existir un asesinato. Si hubiera tenido la precaución de contrastar la información, podría haber leído Nos vemos en Chicote (2015), algunos de mis artículos o la edición de los consejos de guerra de Miguel Hernández:
Como es lógico, el secretario del Juzgado Militar de Prensa, que instruyó el caso, nunca pudo firmar la sentencia. No obstante, su firma aparece hasta en veinte ocasiones a lo largo del sumario porque el oficial participó en el mismo como "colaborador necesario", tal y como le definí en el capítulo correspondiente del libro publicado en 2015.
La noticia también indica que el informante tiene «otro [juicio] en el TSJCV contra el catedrático que señalaba a su padre como el hombre que ordenó la muerte del escritor». La sorpresa es notoria, pues en ese contencioso administrativo yo ni siquiera estoy personado y, difícilmente, puedo ser el acusado por haber dicho que alguien ordenó una muerte. La calumnia sigue presente en el código penal, creo, y prefiero pensar que todo ha sido fruto de un acaloramiento contra «la izquierda». Habría bastado consultar la sentencia del 2 de septiembre de 2021 objeto del recurso para comprobar que yo no estaba encausado, sino la Universidad de Alicante. La sentencia está incluida en la web de los servicios jurídicos de la citada universidad.
Detalles como que los 11.500.000 euros solicitados en un procedimiento civil se convierten en 10.000.000 o que el Juzgado Militar de Prensa era poco menos que un organismo de la censura completan una noticia escrita para calentar los ánimos de los lectores de OK Diario. Tanto es así que, en los comentarios escritos por los mismos, algunos casi volvían a pedir la pena de muerte para Miguel Hernández. En fin... 
La respuesta a este tipo de noticias debiera ser la ignorancia. Así lo haré a partir de este momento, porque me interesa mucho más terminar el segundo volumen de Las armas contra las letras a la espera de que este fin de semana el primero sea reseñado en El País (Jordi Amat) y ABC (Israel Viana). Es decir, «la izquierda».

PD.: Una vez conocida la sentencia del Tribunal Supremo el 19 de marzo de 2024, compruebo que la noticia aparece en numerosos periódicos, pero no en OK Diario. El 20 de marzo mandé la sentencia a la periodista para que informara a sus lectores del desenlace de la noticia publicada en enero. Como era previsible, Irene Tabera no la ha publicado porque, como tantas veces se ha repetido, «no permitas que la realidad te estropee un buen titular». También cabe suponer que la periodista piense que la sala de lo contencioso administrativo del Tribunal Supremo forma parte de «la izquierda».

domingo, 21 de enero de 2024

Las armas contra las letras en prensa y radio

El pasado día 15 de enero se puso a la venta el primer volumen de la trilogía Las armas contra las letras. Los consejos de guerra de periodistas y escritores (1939-1945). Nuestras "giras de promoción" son tan modestas que apenas me permiten salir de casa. La "atención mediática" prestada a un ensayo universitario, por otra parte, no suele ser demasiado generosa. 

No obstante, siempre hay periodistas comprometidos con la memoria histórica que colaboran en estas tareas como Carlos Arcaya en la Cadena SER (16-I-2024) y Lucas Marco en El Diario (21-I-2024). También hay reseñistas de altura como Jordi Amat en El País (27-I-2024) y periodistas que nos demuestran que en ABC cabe la visión crítica del franquismo (27-I-2024). Gracias, Israel Viana. Asimismo, Andrés Trapiello me ha dado la previsible réplica en El Mundo (9-II-2024), que acepto encantado con una invitación al debate público en la sede de la Universidad de Alicante o donde él quiera, aunque dudo que lo quiera por todo lo que me han transmitido quienes le conocen personalmente. 

El magistrado Juan José del Águila por su parte el 19 de febrero ha dado cuenta en su blog de la edición y de una demanda judicial que debo afrontar. El novelista y crítico literario Antonio Iturbe ha publicado una entrevista sobre el libro que el 28 de febrero de 2024 ha aparecido simultáneamente en Librújula y Público. Mientras tanto, ya está disponible la entrevista en Radio Candil realizada por el historiador Fran Martín y tengo comprometida una charla radiofónica con la RAI, así como una interesante propuesta de una revista nacional. Por último, y gracias a Eneas González, la Universidad de Alicante ha anunciado la presentación del libro, al igual que Daniel Terol en Alicante Plaza. Os dejo los enlaces a las entrevistas, las reseñas y los reportajes:


https://elpais.com/babelia/2024-01-27/manual-de-la-represion-franquista-para-la-destruccion-de-una-cultura.html

https://www.abc.es/cultura/libros/aplastar-letras-armas-batalla-franco-tras-guerra-20240126181457-nt.html

https://www.eldiario.es/comunitat-valenciana/armas-letras-militares-asumieron-nucleo-represion-periodistas-republicanos_1_10850207.html

https://cadenaser.com/audio/1705423690_648_cut/

https://www.informacion.es/cultura/2023/10/29/periodistas-banquillo-durante-franquismo-93905559.html

https://www.elmundo.es/la-lectura/2024/02/08/65c26c2dfdddffcb798b45a8.html

https://justiciaydictadura.com/no-154-las-armas-contra-las-letrasy-el-tercer-intento-de-la-batalla-judicial-por-imponer-un-mas-que-dudoso-derecho-al-olvido/

https://candilradio.com/audio/programas/dias-de-radio/ciclo-guerra-de-espana-las-armas-contra-las-letras-con-juan-a-rios-carratala-fran-martin-y-almecija-en-dias-de-radio/

https://librujula.publico.es/juan-antonio-rios-carratala-este-es-un-pais-donde-hemos-inventado-un-franquismo-sin-franquistas/

https://web.ua.es/es/actualidad-universitaria/2024/marzo2024/1-10/el-catedratico-de-la-ua-juan-antonio-rios-carratala-presenta-su-libro-las-armas-contra-las-letras.html

https://alicanteplaza.es/juan-antonio-rios-carratala-libro-muerte-civil-franquismo

https://www.informacion.es/cultura/2024/03/01/catedratico-ua-juan-antonio-rios-98870770.html

https://www.elperiodic.com/alicante/catedratico-juan-antonio-rios-carratala-presenta-libro-armas-contra-letras_947802

Gracias a la colaboración de mi hijo, también contamos con un vídeo de presentación del volumen en You Tube:




domingo, 14 de enero de 2024

Ignacio Martínez de Pisón y el derecho al recuerdo


El novelista Ignacio Martínez de Pisón, buen amigo desde hace bastantes años y Premio Nacional de Narrativa (2015), se ha hecho eco de la cruzada judicial de la que soy objeto desde 2019 y, al mismo tiempo, ha defendido el derecho al recuerdo para construir el relato de una historia donde ningún nombre debe ser ignorado o censurado. A continuación, enlazo y reproduzco íntegro el artículo «Derecho al recuerdo» publicado en La Vanguardia el pasado día 12 de enero:

Ignacio Martínez de Pisón

(La Vanguardia, 12-I-2024)

 

  César González-Ruano solía escribir dos o tres columnas diarias, siempre con pluma estilográfica, siempre en bares o cafeterías. Escogía el tema entre los titulares del día y despachaba cada columna en poco más de veinte minutos. Con una productividad como la suya, no puede sorprender que colaborara en todos los periódicos importantes de la época, incluido La Vanguardia, del que fue una de las firmas estrella durante las dos décadas en las que el director, impuesto por las autoridades franquistas, era Luis de Galinsoga.

  Por esos mismos años publicaba Ruano en El Alcázar unos textos autobiográficos. En uno de ellos hizo una descripción sangrante del escritor Ricardo León, un “hombrín insignificante” de andares ridículos, con una voz temblona “que salía como de detrás de su canija persona”. Cuando, algún tiempo después, reunió esos textos en Mi medio siglo se confiesa a medias, todas las expresiones ofensivas o irrespetuosas hacia Ricardo León habían desaparecido. ¿A qué se debía esa supresión? ¿Tal vez a una súbita corriente de afecto y gratitud hacia un literato que le había apoyado en los inicios de su carrera? Nada de eso. Según cuenta Javier Varela en su recién aparecida biografía de Ruano (La vida deprisa), lo que ocurrió fue que los hijos de Ricardo León, tras leer la pieza de El Alcázar, lo esperaron en el portal de su casa y lo molieron a palos. Entonces la gente no se andaba con chiquitas cuando alguien le mentaba al padre.

  Otra historia de padres e hijos. Hace un par de años, el historiador Juan Antonio Ríos Carratalá publicó la documentación del consejo de guerra que condenó a muerte al poeta Miguel Hernández. Entre esos documentos había algunos papeles firmados por el secretario del tribunal militar, apellidado Baena. Deseoso de preservar la reputación del tal Baena, un hijo suyo solicitó la eliminación de todas las referencias a su persona. Se acogía para ello a un hipotético derecho al olvido, pero lo que realmente estaba reclamando era el derecho a la censura previa: de mi señor padre solo se pueden decir las cosas que yo autorice, y punto.

  La solicitud no prosperó porque la normativa de la protección de datos no ampara a los fallecidos, así que el hijo de Baena acabó consiguiendo exactamente lo contrario de lo que pretendía: entonces sí que el nombre de su padre empezó a aparecer en los medios de comunicación. Ni corto ni perezoso, el hombre se lanzó a poner demandas contra todos aquellos que mencionaran a su padre: un centenar largo de historiadores, articulistas y periodistas, a los que reclama más de once millones de euros por un supuesto delito contra el honor.

  El tradicional garantismo de nuestro sistema judicial impidió el archivo del caso, y dentro de pocas semanas se celebrará en Cádiz un absurdo macrojuicio para el que tendrán que habilitar salas capaces de albergar a cientos de personas. Como dijo Josep Pla cuando paseaba por las luminosas avenidas de Nueva York, ¿y todo eso quién lo paga? Se lo digo yo, estimado lector: todo eso lo pagamos los contribuyentes. Todo eso lo pagamos usted y yo.

  Miguel Hernández estaba condenado de antemano y solo se le juzgó para ofrecer cierta apariencia de legalidad. Esos simulacros de juicio eran lo habitual en la época. Acaba de publicarse el nuevo libro de Ríos Carratalá, Las armas contra las letras, que repasa una treintena de consejos de guerra similares al del poeta oriolano. Entre los acusados, todos del mundo del periodismo y sin otro delito que haber escrito artículos de exaltación republicana, están el bueno de Diego San José, al que solo la amistad con Millán Astray salvó del paredón; el célebre cronista Eduardo de Guzmán, indultado también a última hora; el moderado Javier Bueno, fusilado por haber dirigido el periódico socialista Claridad; los también socialistas Julián Zugazagoitia y Francisco Cruz Salido, cazados como ratas en la Francia de la ocupación y traídos a España para ser fusilados… En el libro aparecen nombres, muchos nombres, porque ni las víctimas ni los victimarios son jamás seres anónimos. La Historia está hecha de nombres y apellidos. Frente a aquellos que pretenden que los olvidemos, tenemos que defender nuestro derecho a recordarlos. Solo así, recordando, evitaremos que se repitan los episodios más tenebrosos de nuestro pasado. 

PD.: Antonio Papell, en su columna titulada «Sin memoria no hay vida», publicada en el Diario de Mallorca del 14 de enero de 2024, se ha hecho eco del artículo de Ignacio Martínez de Pisón:

https://www.diariodemallorca.es/opinion/2024/01/14/memoria-hay-vida-96866504.html


 


Asimismo, esta semana Conversación sobre Historia ha reeditado un artículo publicado en Nuestra Historia en 2021 y también me ha permitido recordar la continuidad de un acoso que, al margen de la vía judicial, incluye numerosos insultos y descalificaciones por mi trabajo como historiador. La respuesta está dada en sede judicial desde diciembre de 2020 y tendrá una notable ampliación el próximo 20 de febrero, pero lo fundamental es la continuidad de la investigación para desvelar con el mayor rigor posible la actuación de los tribunales militares que procesaron durante la posguerra a escritores y periodistas. El primer tomo de Las armas contra las letras ya está publicado, el segundo se encuentra muy avanzado y saldrá probablemente en otoño y la documentación del tercero está localizada a la espera de su análisis.
A continuación, enlazo la versión original del artículo publicado en Nuestra Historia y la reedición, con un prólogo, de Conversación sobre Historia:


sábado, 6 de enero de 2024

Santiago de la Cruz: "Sonría, por favor"


La imagen de alguien que ha sido condenado a muerte y ha sufrido una durísima experiencia carcelaria suele estar asociada con el drama. La justificación es obvia. No obstante, algunas personas consiguen salir adelante gracias a un espíritu tan alegre como positivo. La historia del periodista Santiago de la Cruz Touchard, uno de los protagonistas del segundo volumen de Las armas contra las letras, así lo atestigua con algunas fotos incluidas en su álbum familiar.


Aunque vallisoletano de nacimiento, Santiago de la Cruz Touchard fue un madrileñista que desde los años treinta perteneció a los Amigos de la capa, agrupación a la que dedicó un chotis poco antes de la guerra. «Madrid de ayer» se convertiría en himno oficioso de esta agrupación de caballeros ataviados con capa y dispuestos a la broma carnavalesca como vemos en la foto arriba reproducida.


El humor del periodista cinematográfico es compatible con numerosas fotos donde aparece con su sempiterna pajarita y chaqué como prueba de una elegancia que le caracterizó desde los años veinte, cuando ejercía de escritor galante en la línea de Álvaro Retana, pero también con otras fotos simpáticas donde no duda a la hora de posar sonriente en pijama; eso sí, con un pañuelo al cuello como toque distinguido.


El amigo de la capa ejerció de noctámbulo en numerosas fiestas y tuvo la oportunidad de recibir un fraternal beso de Paco Rabal, un murciano siempre dispuesto a la broma como el propio Santiago de la Cruz Touchard.


El trabajo como periodista cinematográfico le permitió entrevistar a bellas señoritas de la época, como la que aparece en la foto y, por desgracia, no he conseguido identificar. Mis compañeros Miguel Ángel Lozano y Antonio Escudero me indican que se trata de la actriz Irán Eory. Ellos eran adolescentes cuando yo iba a la primaria y recuerdan mejor las bellezas de ese momento.


Otras entrevistadas son fácilmente reconocibles, como una jovencísima Marisol y una no menos joven Rocío Dúrcal, con quienes coincidiría en galas a las que el periodista asistía para dar cuenta de la actualidad cinematográfica en las revistas mejicanas donde colaboraba.


La labor periodística que desarrolló en las décadas de los años cincuenta y sesenta fue reconocida por la industria cinematográfica española y Santiago de la Cruz Touchard recibió diversos galardones, como el entregado de la mano del actor José Suárez en la foto abajo reproducida.


Las fotos con bellezas como Sofía Loren o Carmen Sevilla eran compatibles con las visitas al maestro Azorín, que por entonces se convirtió en un colega de Santiago de la Cruz porque descubrió el entusiasmo por el cine y cultivó la crítica para comentar, a su manera, las películas vistas en aquel Madrid de finales de los años cincuenta. El tercer caballero es Ángel Cruz Rueda, que se encargó de editar las obras completas del alicantino, según me recuerda mi colega Miguel Ángel Lozano. Antonio Barragán, de la Universidad de Córdoba, me explica las razones por las que cabe suponer una conversación entre el periodista y el editor donde el tema de la guerra debía obviarse.



Por último, Santiago de la Cruz tuvo la oportunidad de entrevistar a actores y directores norteamericanos que visitaron España con motivo de sus rodajes. La foto con Gregory Peck con motivo de su presencia en España no la he incluido porque es complicado recortar la imagen del norteamericano, con más de un metro noventa, teniendo al lado al vallisoletano. La foto con Orson Welles permite una imagen más equilibrada.


Otras muchas fotos se encuentran en el álbum familiar, pero las mostradas -con posibles errores en la identificación o falta de datos que el lector puede aportar- son suficientes para probar que no todas las víctimas del franquismo acabaron convertidas en unas personas con trayectorias asociadas a la derrota, la marginación y el silencio. 
Santiago de la Cruz Touchard salió adelante, y no fue el único, porque como dijera Max Aub al relatar el final de la guerra en el puerto de Alicante, los derrotados eran los representantes de una España que habría tenido un gran futuro de no mediar el golpe de Estado del general Franco y la posterior dictadura:
«Estos que ves ahora deshechos, maltratados, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que, de verdad, se han alzado, sin nada, con sus manos, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides, hijo, no lo olvides» (Campo de los almendros).

jueves, 4 de enero de 2024

Historia de una escalera, de Buero Vallejo, no fue la primera


 

La historia del teatro durante el franquismo siempre tiene en cuenta una fecha clave: el 14 de octubre de 1949. Ese día tuvo lugar, en el Teatro Español, el estreno de Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo. La premiada obra gozó de una considerable repercusión y marcó el inicio de la trayectoria del dramaturgo más relevante de aquellas décadas. Al mismo tiempo, los historiadores suelen recordar una circunstancia excepcional. El autor había estado condenado a muerte tras finalizar la Guerra Civil y, por supuesto, era el primer estreno de una obra escrita por alguien que hubiera vivido tan trágica experiencia.

La trascendencia histórica y teatral de Historia de una escalera es incuestionable, pero el dato acerca del autor debe ser rectificado. Santiago de la Cruz Touchard y Serafín Adame escribieron en 1936 Yo soy un señorito, con música del maestro Manuel Quiroga. La obra no pudo ser estrenada antes de la Guerra Civil por problemas habidos con quien iba a ser el protagonista, pero finalmente fue uno de los mayores éxitos del «teatro bajo las bombas» (Fernando Collado).

Los dos autores resultaron procesados al finalizar la Guerra Civil. En concreto, Santiago de la Cruz Touchard fue condenado a muerte, mientras que su colega lo era a treinta años de reclusión. La circunstancia no impidió que Yo soy un señorito volviera a ser representada en 1947. Concretamente, en el madrileño Teatro Cómico y a partir del 8 de enero de 1947. Véase la entrada del 28 de septiembre de 2023 en este mismo blog.

Por lo tanto, el primer estreno de una obra escrita por un condenado a muerte durante el franquismo corresponde a Yo soy un señorito, cuyo texto parece definitivamente perdido a tenor de lo infructuoso de las búsquedas realizadas.

Santiago de la Cruz Touchard y Antonio Buero Vallejo fueron camaradas del PCE durante la Guerra Civil y sufrieron la dureza de una represión que llegó a condenarles a muerte. El dramático episodio tal vez formara parte de sus conversaciones, las tenidas en la más estricta intimidad si las hubo, pero en esta fotografía del álbum familiar del primero ambos aparecen relajados junto a Alfonso Paso, cuya trayectoria también incluye episodios singulares, pero nunca como fruto de la represión franquista. Los dos caballeros situados en los extremos de la foto son Gustavo Pérez Puig (izquierda) y, alguien parecido a Cayetano Luca de Tena (derecha), según me indican mis colegas Javier Huerta y César Oliva.

La historia completa de la vuelta de Santiago de la Cruz Touchard a los escenarios aparecerá en el segundo volumen de Las armas contra las letras. Los consejos de guerra de periodistas y escritores, 1939-1945.


miércoles, 3 de enero de 2024

Una caricatura inédita de Ramón Puyol


 

El dibujante, ilustrador y caricaturista gaditano Ramón Puyol es uno de los protagonistas del primer volumen de Las armas contra las letras. Los consejos de guerra de periodistas y escritores (1939-1945). Su detención en Madrid y posterior proceso merecerían los honores de una novela por la presencia de una serie de circunstancias rocambolescas, donde encontramos a falangistas dispuestos a vender documentación falsa, una hermana de Imperio Argentina con una singular trayectoria y un sumario cuyas declaraciones son documentos poco fiables. Al mismo tiempo, he debido desmentir bulos que circulan por Internet acerca del artista comunista, que disfrutó durante la década de los treinta de una notable popularidad.

Gracias a Susana y Sandra, dos nietas de Santiago de la Cruz Touchard, he tenido acceso al álbum familiar de quien fuera periodista republicano y condenado a muerte. En el mismo se encuentra esta inédita caricatura firmada por Ramón Puyol en la Valencia de 1937 y dedicada «al camarada Santiago de la Cruz». Ambos coincidieron en la redacción de Mundo Obrero y el caricaturista subraya de una forma tan ingeniosa como simpática que su compañero era un oficial de Caballería por entonces.

Ramón Puyol y su camarada vivían en 1937 momentos preocupantes, pero con la ilusión de la victoria. Llegada la derrota, ambos compartieron otros dominados por las cárceles y la represión, aunque el primero nunca dejó de dibujar -incluso como actividad que le permitía redimir parte de la condena- y el segundo jamás perdió el humor. A falta de la guitarra y la pajarita que tanto le singularizaban en las fotos, en la prisión de Las Palmas tuvo ánimos para modelar unas figurillas realizadas con huesos de pollo. Todavía las conserva la familia como parte de una herencia que ahora se está incrementando con la preparación del segundo volumen de Las armas contra las letras.


En el mismo álbum se encuentra esta otra caricatura dibujada durante la guerra y dedicada al propio Santiago de la Cruz, según se puede ver en el trazo ensortijado del pelo. Por desgracia, no he conseguido identificar al autor por lo borroso de la firma.

lunes, 1 de enero de 2024

Santiago de la Cruz junto con Sofía Loren y Cantinflas


 

El periodista Santiago de la Cruz Touchard fue condenado a muerte por su participación en la redacción de Mundo Obrero, su militancia en el PCE y, finalmente, su condición de oficial del ejército republicano. Véanse las entradas anteriores de este blog dedicadas a quien fuera una víctima de la represión franquista. Tras la conmutación, protagonizó un acto de rebelión en el durísimo penal de Valdenoceda (Burgos) y fue castigado con un traslado al no menos duro de Las Palmas, donde ni siquiera podía recibir la ayuda alimentaria de su familia. El paso por la cárcel fue especialmente traumático, pero desde su puesta en libertad intentó abrirse camino con un buen ánimo y una jovialidad que le granjearon numerosas amistades, incluso entre quienes simpatizaban con el franquismo.

La oportunidad de salir adelante junto con su esposa e hijos le llegó desde Argentina y Méjico, donde varias revistas dedicadas al cine y los espectáculos le nombraron corresponsal en Madrid. Santiago de la Cruz Touchard se convirtió en un embajador del cine español en América Latina y, al mismo tiempo, un introductor del cine de aquellos países en España, actividad que pronto extendió a la música mejicana llegando a componer rancheras. Por otra parte, tanto los productores españoles como los mejicanos apreciaron su labor informativa, que era de indudable importancia dada la intensidad de los intercambios cinematográficos entre ambos países durante las décadas de los cincuenta y los sesenta.

Como reconocimiento a este trabajo, Santiago de la Cruz Touchard fue premiado en los festivales de cine de San Sebastián, Valladolid y Huelva, aparte de formar parte de la junta directiva del Círculo de Escritores Cinematográficos. Incluso, en diciembre de 1957, viajó a Méjico invitado por la Asociación Nacional de Actores y varios productores de aquel país para participar en los actos celebrados con motivo del cuarto aniversario del fallecimiento de Jorge Negrete, que había gozado de una especial popularidad en España.

El álbum familiar de Santiago de la Cruz Touchard cuenta con numerosas fotografías suyas tomadas junto con los actores y cantantes a los que entrevistó. También productores y otras personalidades vinculadas al mundo del espectáculo. La lista es larga, pero a modo de ejemplo podemos citar a Orson Welles, Paco Rabal, Carmen Sevilla, Marisol, Ana Mariscal, Cesáreo González, Azorín, Benito Perojo, El Cordobés, Antonio Buero Vallejo, el Dúo Dinámico, Alfonso Paso…




Muchas de estas fotografías fueron tomadas en el local de Perico Chicote, centro neurálgico de los populares de la época, y otras con motivo de galas o entrevistas, a las que Santiago de la Cruz se solía presentar con su característica pajarita y otros rasgos de quien, además de ser miembro durante décadas de los Amigos de la capa, mostraba siempre una jovialidad compatible con la elegancia.




La imagen de este periodista triunfante en Méjico y reconocido por los cineastas españoles esconde el paso por una condena a muerte como preámbulo a años de cárcel. Quienes no supieran de esta historia, la mayoría, se quedarían sorprendidos, pero la evolución es propia de un hombre talentoso que supo abrirse camino sin mirar hacia atrás. Nunca le derrotaron por completo y, sin renunciar a sus ideales, Santiago de la Cruz Touchard triunfó en un país donde codearse con estrellas como Sofía Loren o Mariano Moreno, Cantinflas, era motivo de admiración y hasta de envidia. Puestos a imaginar, también la tendrían quienes le condenaron a muerte y veinte años después ignoraban el pasado de ese periodista jovial con pajarita y eterna sonrisa de buena persona.




Las fotos las publico gracias a la ayuda de sus nietas Sandra y Susana, con quienes estoy trabajando para que el periodista tenga su merecido capítulo en el segundo volumen de Las armas contra las letras. Los consejos de guerra de periodistas y escritores, 1919-1945.