sábado, 6 de enero de 2024

Santiago de la Cruz: "Sonría, por favor"


La imagen de alguien que ha sido condenado a muerte y ha sufrido una durísima experiencia carcelaria suele estar asociada con el drama. La justificación es obvia. No obstante, algunas personas consiguen salir adelante gracias a un espíritu tan alegre como positivo. La historia del periodista Santiago de la Cruz Touchard, uno de los protagonistas del segundo volumen de Las armas contra las letras, así lo atestigua con algunas fotos incluidas en su álbum familiar.


Aunque vallisoletano de nacimiento, Santiago de la Cruz Touchard fue un madrileñista que desde los años treinta perteneció a los Amigos de la capa, agrupación a la que dedicó un chotis poco antes de la guerra. «Madrid de ayer» se convertiría en himno oficioso de esta agrupación de caballeros ataviados con capa y dispuestos a la broma carnavalesca como vemos en la foto arriba reproducida.


El humor del periodista cinematográfico es compatible con numerosas fotos donde aparece con su sempiterna pajarita y chaqué como prueba de una elegancia que le caracterizó desde los años veinte, cuando ejercía de escritor galante en la línea de Álvaro Retana, pero también con otras fotos simpáticas donde no duda a la hora de posar sonriente en pijama; eso sí, con un pañuelo al cuello como toque distinguido.


El amigo de la capa ejerció de noctámbulo en numerosas fiestas y tuvo la oportunidad de recibir un fraternal beso de Paco Rabal, un murciano siempre dispuesto a la broma como el propio Santiago de la Cruz Touchard.


El trabajo como periodista cinematográfico le permitió entrevistar a bellas señoritas de la época, como la que aparece en la foto y, por desgracia, no he conseguido identificar. Mis compañeros Miguel Ángel Lozano y Antonio Escudero me indican que se trata de la actriz Irán Eory. Ellos eran adolescentes cuando yo iba a la primaria y recuerdan mejor las bellezas de ese momento.


Otras entrevistadas son fácilmente reconocibles, como una jovencísima Marisol y una no menos joven Rocío Dúrcal, con quienes coincidiría en galas a las que el periodista asistía para dar cuenta de la actualidad cinematográfica en las revistas mejicanas donde colaboraba.


La labor periodística que desarrolló en las décadas de los años cincuenta y sesenta fue reconocida por la industria cinematográfica española y Santiago de la Cruz Touchard recibió diversos galardones, como el entregado de la mano del actor José Suárez en la foto abajo reproducida.


Las fotos con bellezas como Sofía Loren o Carmen Sevilla eran compatibles con las visitas al maestro Azorín, que por entonces se convirtió en un colega de Santiago de la Cruz porque descubrió el entusiasmo por el cine y cultivó la crítica para comentar, a su manera, las películas vistas en aquel Madrid de finales de los años cincuenta. El tercer caballero es Ángel Cruz Rueda, que se encargó de editar las obras completas del alicantino, según me recuerda mi colega Miguel Ángel Lozano. Antonio Barragán, de la Universidad de Córdoba, me explica las razones por las que cabe suponer una conversación entre el periodista y el editor donde el tema de la guerra debía obviarse.



Por último, Santiago de la Cruz tuvo la oportunidad de entrevistar a actores y directores norteamericanos que visitaron España con motivo de sus rodajes. La foto con Gregory Peck con motivo de su presencia en España no la he incluido porque es complicado recortar la imagen del norteamericano, con más de un metro noventa, teniendo al lado al vallisoletano. La foto con Orson Welles permite una imagen más equilibrada.


Otras muchas fotos se encuentran en el álbum familiar, pero las mostradas -con posibles errores en la identificación o falta de datos que el lector puede aportar- son suficientes para probar que no todas las víctimas del franquismo acabaron convertidas en unas personas con trayectorias asociadas a la derrota, la marginación y el silencio. 
Santiago de la Cruz Touchard salió adelante, y no fue el único, porque como dijera Max Aub al relatar el final de la guerra en el puerto de Alicante, los derrotados eran los representantes de una España que habría tenido un gran futuro de no mediar el golpe de Estado del general Franco y la posterior dictadura:
«Estos que ves ahora deshechos, maltratados, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que, de verdad, se han alzado, sin nada, con sus manos, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides, hijo, no lo olvides» (Campo de los almendros).

No hay comentarios:

Publicar un comentario