jueves, 31 de octubre de 2024

El apoyo de la Universidad de Alicante, la Comisión Cívica de Alicante para la recuperación de la memoria democrática y la Fundación Miguel Hernández


Justo cuando un terrible drama se ha cobrado la vida de decenas de personas en nuestra comunidad, escribir sobre buenas noticias parece un contrasentido. El dolor por las muertes y la rabia ante la incompetencia de quienes tenían la responsabilidad de velar por la seguridad de tanta gente seguirán presentes durante mucho tiempo. La memoria no olvidará a unas víctimas que nos deben hacer pensar en el peligro del negacionismo climático y de la inconsciencia ante las amenazas cada vez más peligrosas de una climatología que acusa la barbarie de quienes no respetan el equilibrio del planeta.

La vida, sin embargo, sigue. Hoy la Junta de Gobierno de la Universidad de Alicante ha acordado por unanimidad adherirse al acto de reconocimiento de Miguel Hernández como víctima del franquismo y la anulación de su condena en virtud del artículo 6 de la Ley de Memoria Democrática. El acuerdo reitera el compromiso de la UA con la figura del poeta y, en concreto, con la reivindicación de su memoria. En 2022, junto con el Ministerio de Defensa, editamos Los consejos de guerra de Miguel Hernández, un trabajo que ha sido básico para tramitar la petición ante el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática. Dos años después, la tarea de tantos años culmina con este acto de reconocimiento, ahora aplazado por las circunstancias arriba indicadas. Apenas sepa la nueva fecha, lo anunciaré como muestra de una normalidad que esperamos recobrar.




Mientras tanto, las muestras de apoyo a mi trabajo como investigador, cuestionado por la demanda judicial presentada por uno de los hijos del alférez Baena Tocón, siguen llegando a mi buzón. Hoy la Comisión Cívica de Alicante para la recuperación de la memoria histórica, que tanto ha hecho por la difusión de la obra de Miguel Hernández, me ha remitido un comunicado de apoyo que agradezco enormemente y me aporta renovadas fuerzas para proseguir la tarea como historiador:



La Fundación Cultural Miguel Hernández también ha emitido un comunicado, publicado en su web con fecha del 5 de noviembre de 2024, en solidaridad con quienes realizamos nuestros trabajos de investigación frente a los ataques de quienes, mediante el insulto y la descalificación personal, procuran su censura:

http://www.miguelhernandezvirtual.es/new/index.php?option=com_content&view=article&id=2755:comunicado&catid=1:noticias&Itemid=56


 


miércoles, 30 de octubre de 2024

Acto [aplazado] de reconocimiento para Miguel Hernández y los demás procesados del Juzgado Militar de Prensa


 Miguel Hernández, Valencia, 1937

El próximo 31 de octubre tendrá lugar en Madrid el acto de reconocimiento de Miguel Hernández como víctima del franquismo y se hará efectiva, de manera oficial, la anulación de su condena. El objetivo se ha alcanzado gracias a la Ley de Memoria Democrática, pero también por el empeño durante décadas de su familia, los hernandianos como Joan Pámies y, claro está, los historiadores que hemos probado la barbaridad jurídica que supuso el procesamiento del poeta.

La tarea de décadas ha sido dura y compleja. Ya culminada, solo lamento la ausencia de algunos amigos que la emprendieron. Me acuerdo especialmente del escritor Enrique Cerdán Tato o del fiscal Miguel Gutiérrez. Su empeño hizo posible los trabajos posteriores, gracias a una cadena donde cada uno aporta documentos o análisis hasta desembocar en un resultado que nunca es definitivo, pero resulta aceptado como relevante por la comunidad académica:

Si un historiador tuviera la voluntad de tergiversar o manipular los documentos consultados, lo último que haría es publicarlos íntegramente junto con su estudio. Así lo hice en la edición de 2022 y el espectacular número de descargas de la versión digital prueba que el interés por conocer lo sucedido en los consejos de guerra de Miguel Hernández es notable.

No obstante, llegados a este momento de reconocimiento público para el poeta, creo que el mismo se debería extender a todas las víctimas del Juzgado Militar de Prensa, que fueron muchas según lo visto en Las armas contra las letras y veremos en los dos próximos volúmenes de la trilogía.

A lo largo de estos últimos años, he tenido la oportunidad de conocer a la mayoría de los descendientes de esas víctimas. La relación de colaboración y recogida de testimonios ha sido satisfactoria, tanto desde el punto de vista histórico como del humano. Ahora, al cabo de los años, no solo tengo colaboradores, sino también amigos que agradecen la labor realizada.

La relevancia de Miguel Hernández nunca debe ocultar el drama de otros escritores y periodistas que pasaron por el Juzgado Militar de Prensa para acabar condenados. La familia de Diego San José fue la responsable de que me interesara por este colectivo. Gracias a su nieto, Diego San José también, dispuse de la documentación digitalizada y catalogada. El trabajo fue arduo, pero las principales obras del escritor ya están en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes al alcance de cualquier interesado, su testimonio carcelario circula como obra de referencia para conocer la represión franquista y, con la ayuda de la editorial Renacimiento, contamos con ediciones críticas al alcance de los lectores.

La satisfacción por lo arriba indicado se extiende al hecho de haber colaborado con Marta Sama para dar a conocer la historia de su padre, el bienhumorado Joaquín Sama. Lo mismo puedo decir de los descendientes de Antonio Buero Vallejo, Antoni Pugués, Javier Bueno, Julián Zugazagoitia, Jaime Menéndez Fernández, Antonio Otero Seco, Antonio Montoro, Santiago de la Cruz Touchard y tantos otros.

Las respuestas de estos descendientes han sido positivas porque, ajenos a cualquier afán revanchista, les emociona que los citados tengan un relato propio y un lugar en la memoria histórica, aquel que les arrebató el franquismo cuando fueron condenados. Si, trabajando juntos, lo hemos conseguido, bien está el esfuerzo de años de búsquedas y consultas.

Desde que inicié esta tarea, supe que el relato de las víctimas debía verse acompañado con el de los victimarios. De ellos también hablan mis libros, pero por desgracia sin la ayuda de los familiares. En varias ocasiones he intentado entrar en contacto con los mismos para recabar sus testimonios porque, incluso en el caso de que no los compartiera, mi obligación como historiador es citarlos para el conocimiento de los lectores. La respuesta ha sido un silencio absoluto, al margen de circunstancia conocidas por los lectores de este blog.

En cualquier caso, me he puesto en contacto con Joan Pámies, el impulsor del acto de reconocimiento a Miguel Hernández, para que en el evento que se celebrará el mismo día 31 de octubre en el Ateneo de Madrid se cite expresamente a estas víctimas del Juzgado Militar de Prensa, donde se instruyeron unos sumarios que desembocaron en duras condenas.

Miguel Hernández merece este reconocimiento, pero nunca debemos olvidar que junto a él otros escritores y periodistas fueron condenados por su fidelidad a la II República y haber ejercido el derecho a la libertad de expresión en defensa de sus ideales. Sus descendientes, satisfechos por el reconocimiento del poeta oriolano, también lo están porque sus familiares vuelvan a tener un relato para la historia. Tras tantos años de silencio impuesto, creo haber contribuido a dárselo y, ahora mismo, me acuerdo de los dos ancianos hijos de Diego San José, que llegué a conocer y me emocionaron cuando presenté en Madrid las memorias carcelarias de su padre. Aquella imagen recompensa años de trabajo.

Pd.: A causa de las graves inundaciones en varias localidades y la terrible noticia de los fallecidos en las mismas, el acto para el que estaba prevista la presencia del presidente del Gobierno ha quedado aplazado. Cuando sepa la nueva fecha, lo comunicaré.

Pd.: Con fecha del 31 de octubre de 2024, la Junta de Gobierno de la Universidad de Alicante ha acordado por unanimidad adherirse al acto de reconocimiento de Miguel Hernández como víctima del franquismo y la decisión de anular su sentencia adoptada por el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática.

martes, 29 de octubre de 2024

Nos vemos en Chicote, libro recomendado en la SER


Nos vemos en Chicote cuenta desde su publicación, en 2015, con una buena recepción. Renacimiento lo reeditó, las reseñas en las revistas académicas fueron positivas, la ANECA lo consideró como "mérito relevante" en mi quinto sexenio de investigación y, sobre todo, aparece bien citado en posteriores trabajos de compañeros que se han ocupado de la represión franquista.
Sin embargo, el poder de los medios de comunicación para difundir un libro siempre es superior al de los recursos del ámbito universitario. Hoy Nieves Concostrina, una periodista que divulga la historia sin perder el buen humor, ha recordado a Miguel Hernández en su colaboración para La ventana, de Carles Francino. En el enlace de abajo podéis escuchar su intervención, donde incluye un comentario sobre un libro que me ha dado múltiples satisfacciones y algún quebradero de cabeza:



lunes, 28 de octubre de 2024

Alas rojas, pájaros negros. La aviación republicana y Sant Joan d'Alacant, de José Antonio Pujol Aguado


 Foto: aviadores republicanos durante la Guerra Civil

Hace unos días, Joan Manuel Serrat agradeció la entrega del premio Princesa de Asturias con un emotivo discurso con el que me identifico totalmente. Sobre todo, cuando el cantante ya jubilado se presenta como «una persona mayor tirando a viejo» que realiza un balance vital presidido por la coherencia de toda una trayectoria. Sus breves palabras, tan quintaesenciadas, merecen ser escuchadas de nuevo:



Yo todavía estoy en activo porque la jubilación de los catedráticos universitarios es una excepción en nuestro panorama laboral. Tampoco me presento como «tirando a viejo» porque la salud, hasta ahora, me ha respetado con singular cariño. Todo puede cambiar de un día para otro. Mientras tanto, veo a muchos amigos ya jubilados que se sorprenden al saber que estoy en activo.

Los sorprendidos suelen dedicar su tiempo a ir en bicicleta, jugar al pádel y sacrificarse en reiteradas visitas al gimnasio. Un empeño que yo, cuando doy el paseo reglamentario de una hora, considero un tanto fuera de lugar. Todo tiene su momento y lugar. El paseo, con la consiguiente charla vecinal, me corresponde más que el afán competitivo.

Sin embargo, otros amigos jubilados no sólo se alegran de verme en activo, sino que me dan a menudo una agradable faena porque, gracias a la jubilación, no paran de trabajar en lo que les apasiona: la investigación histórica. Mi ayuda siempre está a su disposición.

José Antonio Pujol Aguado forma parte de este último grupo, que es bastante numeroso en el caso de Alicante. Desde que se jubiló de la docencia, ha recuperado con singular entusiasmo su vocación como historiador. Gracias a la misma, ahora acaba de publicar la monografía Alas rojas, pájaros negros. La aviación republicana y Sant Joan d’Alacant, donde aborda la relación de esta localidad alicantina con las Fuerzas Aéreas de la República Española.

La monografía ha sido avalada por varios colegas de nuestra universidad, está catalogada en el Repositorio de la Universidad de Alicante y es de libre acceso para cualquier interesado en el tema. Jubilados como José Antonio no juegan al pádel o dedican sus días a despotricar contra el signo de los tiempos. Lo suyo es trabajar desinteresadamente al servicio de la comunidad gracias a su formación universitaria como historiadores.

 Aquí tenéis el enlace a la monografía Alas rojas, pájaros negros:

http://hdl.handle.net/10045/148365


viernes, 25 de octubre de 2024

Dinamita, tuercas y mentiras, de Gaizka Fernández Soldevilla y Ana Escauriaza Escudero


 

A lo largo de los años como docente, y en mi caso van cuarenta y uno, acumulas mensajes que repites de curso en curso. Uno de mis preferidos es que las mejores lecturas son aquellas que, lejos de darte respuestas capaces de reafirmarte en tus ideas, te generan preguntas. Y más todavía si algunas de ellas resultan incómodas e incluso te obligan a reconsiderar lo pensado hasta entonces.

En los años noventa, cuando comencé a explicar en clase el teatro del siglo XX, me interesé por la trayectoria dramática de Alfonso Sastre. La obra seleccionada era La taberna fantástica, que me entusiasmó desde que la viera en una grabación de RTVE con la participación de Rafael Álvarez, El brujo, por entonces en sus inicios. Pronto conté con la correspondiente edición crítica y algunos artículos para preparar las clases dedicadas a esa obra bronca que nos habla de una España marginal.

La lectura del resto de las obras de Alfonso Sastre, salvo Escuadrón hacia la muerte, no era de fácil acceso y me puse en contacto con la editorial Hiru, que regentaba su pareja, Eva Forest, y contaba con ediciones de otros textos de un autor que por entonces ya llevaba años viviendo en el País Vasco.

La editorial me atendió correctamente, pero me quedé con la interrogante acerca de esa especie de exilio voluntario de quien durante décadas vivió en Madrid. Algo sabía acerca de la implicación de Eva Forest, y del propio Alfonso Sastre, en la preparación o el apoyo de atentados de ETA durante los últimos años del franquismo. Aunque de una forma vaga, conocía el alejamiento de ambos del PCE y su apuesta, más o menos explícita, por posturas radicales del nacionalismo vasco. Poco más, salvo la militancia en una Herri Batasuna que parecía un destino sorprendente para un dramaturgo capaz de denunciar la violencia.

Las dudas permanecieron durante años, pero como resultado de una información inconexa e incompleta. Me llegaban ecos aislados y, en definitiva, siempre imaginé que ese acercamiento al mundo de ETA no había ido más allá de lo ideológico, si es que de ideas se puede hablar al referirse a un grupo terrorista.

Mi entusiasmo por el teatro de Alfonso Sastre fue decreciendo. Cuando tuve la oportunidad de ver una representación de Escuadrón hacia la muerte pensé que el tiempo de la obra solo era el pasado y, al final, hasta La taberna fantástica fue sustituida por otra obra que gusta más al alumnado. Y, por supuesto, en la polémica con Antonio Buero Vallejo en torno al posibilismo, siempre me incliné por las posturas más razonables y prácticas del autor de Historia de una escalera.

Al cabo de muchos años, y gracias a un excelente artículo de Antonio Muñoz Molina publicado en El País, supe del papel de Eva Forest en el brutal atentado de la madrileña cafetería Rolando. El mismo lo tenía alojado en el recuerdo como un ejemplo de la barbarie que debimos soportar durante décadas, pero nada sabía de la trastienda del atentado y de las mentiras contadas por ETA y sus cómplices, que nunca reclamaron la autoría de aquella matanza indiscriminada.

El artículo me llevó al volumen Dinamita, tuercas y mentiras. El atentado de la cafetería Rolando, escrito por Gaizka Fernández Soldevilla y Ana Escauriaza Escudero. Lo he leído con asombro por diversos motivos. Al margen de una redacción brillante para dar cuenta de un exhaustivo trabajo de investigación, mi sorpresa ha sido descubrir el papel destacado de Eva Forest y, en menor medida, Alfonso Sastre en aquel atentado que segó la vida de trece personas y dejó malheridas a otras muchas.

Vistas las pruebas y evidencias, las mentiras de la pareja sobre aquel atentado solo merecen el desprecio absoluto. Hasta me parece increíble que, llevados tal vez por un fanatismo, fueran capaces de mentir durante tantos años o de buscar coartadas para el comportamiento más miserable que cabe imaginar.

En clase, y para evitar equívocos, repito que la bondad o la brillantez de una obra literaria no supone que ambos rasgos también se encuentren en quien la escribió. La historia está repleta de sinvergüenzas de una brillantez pasmosa y de buenas personas incapaces de interesarnos con sus textos. Ya lo sabemos y hasta es un tópico. Sin embargo, me resulta difícil en ocasiones separar la vida y la obra porque, contra corriente, sostengo que la creación fundamental de un individuo es su propia vida.

Alfonso Sastre tuvo momentos de mérito indudable. Supongo que Eva Forest, a la que no he leído, también los tendría. De acuerdo, pero saber de sus complicidades con el terrorismo en actos sanguinarios me aleja definitivamente de sus libros. Me resulta imposible leerlos sin pensar en las víctimas de la cafetería Rolando.

Puesto en contacto con Gaizka Fernández Soldevilla para felicitarle por su trabajo, me acaba de comunicar que en enero tendremos en la Universidad de Alicante una exposición dedicada a esas víctimas. He hablado con el compañero que la trae y me he puesto a su disposición. El objetivo es que nuestro alumnado conozca las verdaderas dimensiones de aquella barbarie, respete a las víctimas y reflexione acerca de las complicidades que el terrorismo pudo encontrar en unos años donde todo andaba trastocado con dosis de fanatismo. Y no solo entre los partidarios de la dictadura.

 

miércoles, 23 de octubre de 2024

La solidaridad de los compañeros de la Universidad de Cádiz y de la Asociación de Historia Contemporánea


Foto: Alberto Ramos Santana

Hace unos días, y a través del joven profesor Carlos Piriz, me llegó una entrada del blog de Alberto Ramos Santana, catedrático emérito de Historia Contemporánea en la Universidad de Cádiz, donde reproducía una nota de solidaridad de los compañeros historiadores de la UCA. El texto de la nota es el siguiente:


La nota ha sido publicada en el Diario de Cádiz (23-X-2024) gracias al trabajo del periodista Jesús Guerrero, según se puede ver en el siguiente enlace:


Ya antes de la vista oral varios compañeros de la UCA se pusieron en contacto conmigo para mostrarme su solidaridad. Ahora, con iniciativas como las de los colegas citados, me siento todavía más respaldado para conseguir el objetivo de que esta situación no vuelva a repetirse con ningún otro investigador universitario, sobre todo con los jóvenes o aquellos que, por su precariedad laboral, no podrían afrontar los cuantiosos gastos que supone una defensa judicial.
Nuestro colectivo no está al margen de la ley ni goza de la impunidad, pero desde 2004 cuenta con una jurisprudencia del Tribunal Constitucional que garantiza nuestra labor siempre que se realice con los mínimos establecidos para cualquier investigación universitaria. En mi declaración del pasado día 14 creo haber demostrado que alcancé de sobra esos mínimos y, de hecho, la fiscalía pidió la desestimación de la demanda, según me informa mi abogado.
Hoy, por otra parte, he mantenido una reunión con la secretaria general de la Universidad de Alicante, y catedrática de Derecho Civil, para examinar la situación actual. Ambos confiamos plenamente en la Justicia y, por lo tanto, creemos que con la futura sentencia y las cuatro ya dictadas habremos dado un paso importante para evitar la repetición de este tipo de demandas contra los historiadores universitarios.
Confiemos, pues, en la acción de la Justicia y, sobre todo, agradezco la solidaridad mostrada por los compañeros de numerosas universidades que se han puesto en contacto conmigo durante estos días. Nuestro único objetivo, y por eso doy como positivo el esfuerzo realizado, es que la situación no se repita para que los investigadores universitarios puedan realizar su labor en un clima de respeto, debate y profundización en la historia de nuestro país.

Pd.: Hoy me ha llegado la noticia de que la Asociación de Historia Contemporánea a través de las redes sociales y de su web se ha adherido al comunicado arriba indicado. Agradezco este nuevo gesto de solidaridad, máxime viniendo de una asociación que agrupa a más de ochocientos investigadores universitarios dedicados a la Historia Contemporánea.


martes, 22 de octubre de 2024

Teatro y cine en la España del siglo XX (4): Maribel y la extraña familia, de Miguel Mihura


 

Fotograma de la adaptación cinematográfica dirigida por José M.ª Forqué


Miguel Mihura forma parte de la primera generación que creció con el cine y tuvo al mismo en el centro de su actividad creativa. Junto a las grandes figuras del 27 encabezadas por García Lorca, en la España anterior a la Guerra Civil cuaja un grupo de humoristas renovadores que también cabe integrar en la generación del 27. Algunos estudiosos hablan de «la otra generación del 27», la de los humoristas, pero la denominación establece una jerarquía donde el humor queda subordinado a otras manifestaciones literarias de un supuesto mayor prestigio.

Esa relación jerárquica cabe refutarla y, en la actualidad, junto a figuras como García Lorca o Luis Buñuel aparecen los humoristas que en la década de los veinte renovaron el humor español. Entre ellos Miguel Mihura ocupa un lugar destacado junto a Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville y otros autores con presencia tanto en el cine como en el teatro.

Miguel Mihura pronto escribió una de las obras más renovadoras del humor y encuadrable en el teatro del absurdo: Tres sombreros de pico (1932). No obstante, su carácter avanzado o de vanguardia impidió el estreno de la obra y, frustrada su primera dedicación al teatro, decidió seguir creando para las revistas de humor y, al mismo tiempo, escribiendo guiones y diálogos cinematográficos durante las décadas de los treinta y cuarenta.

Tras esa etapa en el cine, fundamentalmente junto a su hermano Jerónimo, Miguel Mihura vuelve al teatro cuando vio cerradas las puertas de las productoras cinematográficas por cuestiones ajenas a lo creativo. La experiencia como guionista y dialoguista fue fundamental para la renovación de la comedia teatral que emprendió, con gran éxito, desde la década de los cincuenta. Obras de gran aceptación popular y crítica como Maribel y la extraña familia (1959) acabaron dándole la primacía entre los comediógrafos españoles de la época.

Miguel Mihura definió su teatro como un espacio donde siempre estaba él frente a una mujer. Soltero vocacional y mujeriego confeso, el comediógrafo parte de una anecdótica experiencia personal para crear Maribel y la extraña familia. La primera escena de la comedia, uno de los momentos cumbre del teatro español del siglo XX, es la recreación teatral de esa anécdota cuando el autor llevó a una prostituta a su propia casa, donde podía estar una madre o una tía anciana.

La ocurrencia supone una situación imprevista, llamativa y con posibilidades humorísticas: ¿cómo reaccionarían las ancianas ante la presencia de la prostituta? A partir de esta situación, Miguel Mihura añade nuevas sorpresas cuando vemos que las bondadosas mujeres también son peculiares en su comportamiento: reciben visitas a las que pagan para que las escuchen, pretenden ser modernas en sus costumbres y, sobre todo, no rechazan a la prostituta porque la consideran una novia perfecta para el tímido Marcelino.

La comedia defiende que la virtud de Maribel, la prostituta, no está en su identidad o su pasado, sino en cómo la miran Marcelino y las ancianas que le rodean. La bondad de esa mirada, y todo lo que comporta, acaba transformando a la propia Maribel, que se presenta al principio como una prostituta desconfiada y termina siendo esa novia perfecta que vieron Marcelino y su familia desde el principio de la comedia.

La evolución de la protagonista la percibimos gracias a su cambiante relación con el grupo de prostitutas que la acompañan. Al principio es una más junto a ellas, pero poco a poco se distancia en el camino hacia la nueva personalidad. Esta cambiante caracterización obliga a un trabajo complejo por parte de la actriz que interpreta el papel de Maribel. El debate lo podemos plantear observando los rasgos que la caracterizan como prostituta en el inicio de la comedia y comprobando como los mismos cambian a lo largo de la obra hasta desembocar en la nueva personalidad.

Por otra parte, Miguel Mihura contó que algunos espectadores del estreno le preguntaron cómo resultaba posible que Marcelino y las ancianas no se dieran cuenta de que Maribel era una prostituta. Su respuesta fue imaginativa y sugerente: la pregunta se la debían hacer a sus protagonistas porque él, como autor, no tenía la respuesta. ¿Qué pensáis al respecto?

 


lunes, 21 de octubre de 2024

El sumario 21001 de Miguel Hernández

 


El pasado día 14, en la edición digital de El Diario, apareció un excelente artículo de Marta Borraz sobre el proceso de Miguel Hernández. Uno de los objetivos del investigador universitario es procurar la difusión de sus trabajos y, gracias a la colaboración con periodistas como la citada, especializada en los temas de memoria democrática, he podido difundir de nuevo el trabajo realizado para el Ministerio de Defensa y la Universidad de Alicante en 2022. 

Ahora, pasada una semana desde la publicación del artículo, reproduzco aquí el texto del mismo con la autorización de la autora. Otro día, con más tiempo, hablaré de las sorprendentes cifras de la citada edición, que es de acceso abierto para cualquier interesado.

Sumario 21001: Franco contra Miguel Hernández

Miguel Hernández y Josefina Manresa. Legado del autor

Marta Borraz

14 de octubre de 2024 22:29h Actualizado el 18/10/2024 12:50h 

“Josefina, la fiebre se va poco a poco y estoy mejor. Manda hoy mismo otra caja de inyecciones BISEPTISEN. No eches nada a la sustancia. El primer día me gustó, solo que estaba muy espesa. Da besos a Manolillo. Miguel”. En un trozo de papel higiénico al que le falta una esquina, en lápiz y sin fecha, escribió Miguel Hernández por última vez a su mujer Josefina Manresa y su hijo, que entonces tenía tres años y había nacido estando él encerrado en la cárcel de Alicante. Había sido condenado a prisión por defender ideas republicanas y allí moriría en la madrugada del 28 de marzo de 1942 de una tuberculosis. En su tumba, donde sus restos reposan con los de su esposa y su hijo, la piedra reza: Miguel Hernández. Poeta.

El Consell de Mazón pide la anulación de las condenas a Miguel Hernández en un texto que no menciona la dictadura ni el golpe de estado

Dos fueron los procedimientos sumarísimos de urgencia que se instruyeron de forma simultánea contra él tras ser detenido en abril de 1939, recién finalizada la Guerra Civil. El primero, el 21001, seguido en Madrid, fue el que acabó en condena: “Fallamos que debemos condenar y condenamos al procesado Miguel Hernández Gilabert, como autor de un delito de adhesión a la rebelión, a la pena de muerte”, dictó el consejo de guerra. El castigo sería conmutado después por 30 años de cárcel que nunca llegaría a cumplir. El segundo sumario, el 4407, fue abierto en Orihuela, su ciudad natal, pero no se cerró hasta que un funcionario avisó de que el encausado ya había fallecido hacía meses.

La figura del poeta ocupa desde hace semanas la actualidad a cuenta de las peticiones de anulación de sus condenas. Varios ayuntamientos de la Comunitat Valenciana han tramitado mociones en este sentido con votos dispares del Partido Popular dependiendo de sus alianzas con Vox, y la Generalitat valenciana ha impulsado una declaración institucional sin mencionar ni el golpe de Estado ni la dictadura. Según el president Carlos Mazón (PP), su objetivo es “sumar su voz” a la reclamación de la familia del poeta oriolano para que el Gobierno apruebe una declaración de reparación para Hernández e invalide sus sumarios.

El poeta Miguel Hernández.

“No se puede dar de lado que, si lo dejan morir, no es porque haga un soneto perfecto, sino por sus ideales, sus valores a favor de la libertad y la República. Eso no se puede separar de su obra”, afirma el investigador hernandiano Joan Pamiés, que fue portavoz de la familia hasta 1997 a instancias de Josefina Manresa y ha impulsado la petición, apoyado por los descendientes del poeta. Estos llevan años intentando que se declare la nulidad de su condena, para lo que iniciaron un proceso judicial en 2010 que frenaron los tribunales.

Desde el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática explican que todas las condenas de los represaliados del franquismo ya están anuladas en virtud de la Ley de Memoria de 2022. Esta declara “la ilegalidad e ilegitimidad” de los tribunales franquistas y las condenas y sanciones que de ellos emanaron “por motivos políticos o ideológicos” contra quienes “defendieron” la democracia. “Se declaran ilegítimas y nulas por vicios de forma y fondo”, mantiene la norma, que apunta a que esto puede dar lugar al derecho a obtener una declaración de reconocimiento y reparación personal.

"Son sumarios incorrectos e irregulares contra personas que no habían cometido ningún delito, solo defender el orden legal establecido. La razón de por qué lo dejan morir en lo que llamamos un asesinato por omisión es su antifascismo"

Joan Pamiés, exportavoz de la familia

Esta es la que recibirá la familia de Miguel Hernández el próximo 31 de octubre, día de recuerdo y homenaje a las víctimas de la dictadura, en un acto en el que se reparará a una veintena de represaliados. Será un reconocimiento oficial y público de que los procesos que los condenaron fueron injustos y antidemocráticos. “Son sumarios incorrectos e irregulares contra personas que no habían cometido ningún delito, solo defender el orden legal establecido”, añade Pamiés, que apunta a que los relatos que hablan de Hernández solo como “un excelente poeta” se quedan “cortos”: “La razón de por qué lo dejan morir en lo que llamamos un asesinato por omisión es su antifascismo”.

“Uno de los intelectualoides”

La Guerra Civil estalló cuando un precoz Miguel Hernández ya había publicado sus dos primeros libros de poemas –Perito en lunas y el Rayo que no cesa– y se movía en el ambiente intelectual y literario madrileño. En la contienda, militó en el Partido Comunista, se alistó como voluntario en el 5º Regimiento del Ejército Republicano, intervino en actividades propagandísticas en diferentes frentes y colaboró muy activamente en distintas publicaciones comprometidas con la causa republicana como El Mono AzulAyudaLa Voz del CombatienteFrente Sur...

Una vez terminada la guerra y consciente de que sería represaliado, el oriolano intentó huir hacia Chile haciendo escala en Lisboa, pero fue detenido el 30 de abril de 1939 en la localidad portuguesa de Moura y puesto a disposición de los guardias fronterizos españoles. “Los mismos supieron pronto que no era un republicano más, sino una destacada figura del mundo literario”, explica Juan A. Ríos Carratalá, catedrático de la Universidad de Alicante que ha estudiado a fondo los sumarios y ha publicado Los consejos de guerra de Miguel Hernández. Comenzaría así el duro y gravoso periplo del poeta, que pasaría en total por 12 prisiones en condiciones penosas de hambre, frío y falta de higiene.

Identificación del Partido Comunista de Miguel Hernández.

El poeta fue sometido a un duro interrogatorio para que confesara que mató a Primo de Rivera, según recordaría después Josefina, y sería trasladado después a Rosal de la Frontera (Huelva), donde aplicó una táctica exculpatoria, al menos para evitar la muerte inmediata: se autoidentificó como “apolítico” y al mismo tiempo intentó hacer ver a sus captores su relevancia en la cultura republicana. “No por vanidad, sino para intentar que no se excedieran y evitaran algo similar a lo ocurrido con Lorca”, señala Ríos. Los agentes captaron “la contradicción” y concluyeron que el poeta había sido “uno de los intelectualoides de la que fue zona roja que exaltadamente llevaron a las masas a cometer toda clase de desafueros, si es que él mismo no se ha entregado a ellos”.

Ya en la cárcel de Torrijos, en Madrid, donde compartiría penurias con otros 3.000 presos en un momento de intensísima represión franquista, comenzó a instruirse el “juicio sumarísimo de urgencia” nº 21001. El caso pasó al Juzgado Especial de Prensa, cuya sede estaba entonces en el Palacio de la Prensa de Callao, en la capital, y que cerraría tras un año de actividad “porque ya no quedaban periodistas que procesar”, ilustra Ríos, que en su estudio se ve obligado a no citar con nombre y apellidos al alférez que participó en el proceso debido a que su hijo está batallando en los tribunales por el supuesto derecho al honor de su padre fallecido. De hecho, este lunes ha dado comienzo en Cádiz el juicio contra 107 personas.

“Hacer feliz a España”

Hernández continuaría con su abundante creación poética en la cárcel, desde donde escribiría para su hijo –su segundo hijo, el primero había fallecido a los pocos meses de nacer– las famosas Nanas de la cebolla, compuestas después de que Josefina le dijera que solo tenían pan y cebolla para alimentarse. Tu risa me hace libre, / me pone alas / soledades me quita, / cárcel me arranca, escribe. Sus poemas son, junto a las numerosas cartas que escribió, un retrato detallado de las condiciones en las que vivió en prisión. “Hace varias noches que han dado en pasear las ratas por mi cuerpo mientras duermo”, le contó a Josefina.

En los interrogatorios frente al juez que instruye el sumario, Manuel Martínez Gargallo, el poeta oriolano reiteró su condición de escritor antifascista, aunque “ajeno a la militancia en cualquier partido o sindicato”. Intentó defenderse apuntando a que no había “asesinado ni denunciado a persona alguna” o que sus actividades siempre fueron propagandísticas y ajenas a lo militar y al mismo tiempo reconoció “sus ideales de antifascista y revolucionario, no estando identificando con la Causa Nacional, creyendo que el Movimiento Nacional no puede hacer feliz a España”, se puede leer en la declaración indagatoria del 6 de julio de 1939.

Declaración indagatoria del 6 de julio de 1939. Sumario 21001. Archivo General Histórico de Defensa.

El juzgado comienza entonces a pedir ejemplares “editados en la época de dominio rojo” en los que el poeta hubiera colaborado. “Fue parco en resultados, los informes que se hacían no eran rigurosos, pero no importaba a efectos penales o de la acusación”, explica Ríos, que expone en su investigación que el único ejemplar remitido fue un folleto titulado Teatro de guerra, con el que intentaron que el encausado reconociera su condición de “comisario político” y su participación en el cerco al santuario de la Santísima Virgen de la Cabeza (Jaén), al que Hernández asistió solo como cronista.

Poco importó eso al juzgado que “sin pruebas y sin rebatir mediante argumentos” lo expresado por el poeta, consideró probada su intervención en actividades bélicas. El juez también pediría informes a la empresa Espasa Calpe como extrabajador de la misma y a la alcaldía de Orihuela, donde viviría hasta los 25 años. La primera habló de Hernández como “una persona correcta en todo momento”, pero el alcalde del municipio, recién nombrado, respondió que “su actuación en esta ciudad desde la proclamación de la República ha sido francamente izquierdista, más aún marxista”.

Las irregularidades del proceso

Si hay algo que revela el exhaustivo trabajo de Ríos Carratalá son “las numerosas irregularidades” de las que está plagado el sumario, que incluye errores que van desde fechas equivocadas a datos incompletos. “Ni siquiera el encausado sabía de qué le acusaban, la instrucción era secreta y muy precaria, no investigaban nada y con cuatro informaciones recopiladas de mala manera podían condenar a alguien a la pena de muerte”, explica el investigador, que incide en que “la maquinaria judicial estaba desbordada” y sumida en el “caos” en un contexto de represión masiva.

Miguel Hernández llegó a ser excarcelado por error durante unos días debido a una descoordinación entre el juzgado y la cárcel. El poeta aprovechó para ir a Orihuela en busca de ayuda, pero fue nuevamente detenido y allí mismo se abrió un segundo proceso judicial: el sumario 4407

Tanto es así que incluso Miguel Hernández llegó a ser en septiembre de 1939 excarcelado por error durante unos días debido a una descoordinación entre el juzgado y la cárcel. Aprovechó entonces el poeta para ir a Orihuela en busca de ayuda, pero fue nuevamente detenido y allí mismo se abrió un segundo proceso judicial: el sumario 4407, que “estuvo dando tumbos” entre Orihuela, Elche y Alicante a pesar de que Martínez Gargallo había pedido su inhibición. “Era completamente ilegal mantener dos procedimientos paralelos por los mismos hechos incluso en el marco jurídico de la posguerra”, afirma Ríos.

Pero, además, tampoco hay rastro en la documentación de los procedimientos de ningún testimonio en defensa de Hernández, algo que no era tan habitual. “No hubo por parte del juzgado ninguna actuación encaminada a conseguir estas declaraciones. Mucha gente después dijo haber intervenido para ayudarle, tenía amigos cercanos al régimen, pero en el sumario no queda reflejado ningún aval. En el de Orihuela había uno de un falangista llamado Juan Bellod, pero el documento nunca llegó a Madrid. Tampoco habría valido, porque había que presentarse en persona en el juzgado militar. Eso era difícil y nadie lo hizo”.

El “poeta de la revolución”

Finalmente, Martínez Gargallo consideró cerrada la instrucción del sumario 21001 con la incorporación de un manifiesto titulado “A los intelectuales antifascistas de todo el mundo”, publicado en El Sol y suscrito por Miguel Hernández, entre otros importantes escritores. Así, el 18 de enero de 1940 el Consejo de Guerra Permanente nº 5 dictó sentencia, en la que, además de considerar probadas las actividades que el juez instructor concluyó, apunta a que el escritor es “de antecedentes izquierdistas” y se dedicó a la publicación de “numerosas poesías, crónicas y folletos, de propaganda revolucionaria y de excitación contra las personas de orden y contra el Movimiento Nacional, haciéndose pasar por 'el poeta de la revolución'”.

Encabezado de la sentencia que condena a Miguel Hernández a la pena de muerte. Sumario 21001. Archivo General Histórico de Defensa.

Unos meses más tarde, en junio, la condena a pena de muerte fue conmutada. Con este fin hubo peticiones como la del poeta falangista Dionisio Ridruejo al ministro José Ibáñez Martín, pero no es posible saber a día de hoy qué influencia tuvieron. Lo que sí sabemos es que la dictadura no podía permitirse una repercusión internacional similar a la del fusilamiento de Federico García Lorca. Al franquismo le importaba su imagen exterior y al mismo tiempo la condena a Hernández “debía ser ejemplar a tenor de su relevancia pública”, así que finamente se le impondría una pena de 30 años de cárcel.

No llegaría ni siquiera a cumplir dos años más. Ya en el Reformatorio de Adultos de Alicante, su frágil estado de salud fue empeorando con el tiempo y en sus últimas cartas a Josefina ya casi todo se reduce a la enfermedad, a la necesidad de medicamentos o alimentos. Eso sí, nunca faltan las referencias a su hijo Manolillo, pero su voz se va apagando a la espera de un tratamiento hospitalario que nunca llega. “Lo dejaron morir”, afirma tajante Joan Pamiés, que recuerda “la coherencia” con la que Hernández afrontó lo que vivió. “Le ofrecieron varias veces que se arrepintiera y se expresara a favor de Franco, pero nunca lo hizo”.

A pocas semanas de que el poeta reciba la declaración de reconocimiento y reparación, el investigador hernandiano recuerda a Josefina Manresa, fallecida en 1987, para la que sería “una alegría extraordinaria” ver escrito en un documento oficial que su Miguel era inocente y su condena es nula. “Porque para ella así lo era, sabía que era inocente y que lo que estaba era defendiendo la libertad”. Pamiés se imagina que hoy lo estarían celebrando. “Yo con mi gin tonic y ella, estoy seguro, con su poleo menta”, ríe.

miércoles, 16 de octubre de 2024

La memoria de Miguel Hernández y la vista oral en Cádiz



Foto: Diario de Cádiz, 15-X-2024

Durante los días 14, 15 y 16 de octubre ha tenido lugar la vista oral del procedimiento ordinario con motivo de la demanda de uno de los hijos del alférez Baena Tocón contra más de cien catedráticos, universidades, periodistas, archiveros... por la supuesta intromisión en el honor de su padre.
Gracias al periodista Jesús Guerrero, de El Diario de Cádiz, el desarrollo de la vista ha podido ser seguido por los lectores. A continuación, paso el listado de los correspondientes enlaces:




[loa dos primeros enlaces dan problemas, pero son localizables por Internet]

El formato de una declaración en sede judicial no permite el desarrollo por extenso de una investigación académica. No obstante, durante las más de tres horas de mi declaración intenté exponer con el mayor detalle posible mis conclusiones y los documentos que las sustentaban.
A continuación, facilito el enlace a dos notas científicas catalogadas en el Repositorio de la Universidad de Alicante donde expongo aquellos puntos que pudieran contribuir a rectificar o completar lo manifestado en su web por quien me demandó:



Mi obligación como catedrático es ponerme a disposición de quienes pudieran estar interesados por mis trabajos o estén dispuestos a realizar investigaciones similares. En este sentido, y como ya le manifesté desde mayo de 2019, el hijo del alférez Baena Tocón puede contar con la documentación recopilada acerca de su padre, mi orientación académica y, claro está, la de quienes como catedráticos, archiveros y magistrados colaboran conmigo en el estudio de lo sucedido en la jurisdicción militar durante la posguerra. Al margen de los insultos recibidos, la oferta sigue en pie porque forma parte de mis obligaciones profesionales.

Hoy, ya reintegrado a la actividad habitual, acabo de recibir las pruebas de imprenta del número 42 de Anales de Literatura Española, un monográfico coordinado por Carmen Morán, catedrática de la Universidad de Valladolid. Aparecerá en diciembre. El Consejo de Publicaciones de la Universidad de Alicante me ha comunicado la aprobación del segundo volumen de Las armas contra las letras. El libro aparecerá publicado a principios de 2025 y espero contar de nuevo con la colaboración de la editorial Renacimiento. Asimismo, en la colección que dirijo vamos a publicar una monografía de un joven investigador sobre el empleo del término fascismo en el contexto español. Otros jóvenes investigadores se han puesto en contacto conmigo para acceder a las sentencias del TS y el TSJCV porque están interesados en las mismas. Amparo Navarro, ahora candidata a la reelección como rectora, me ha vuelto a manifestar su solidaridad. La UA, según me comunicó Juan Mora, rector en funciones, en el próximo consejo de gobierno votará la adhesión al reconocimiento de Miguel Hernández como víctima que tendrá lugar el próximo 31 de octubre...

En fin, volvemos a lo habitual en el trabajo, que espero realizar con provecho hasta la próxima jubilación. No obstante, me quedo con lo único fundamental: el cariño de mucha gente que me ha llamado durante estos días y, sobre todo, la compañía en Cádiz de mi esposa e hijo. Sin ellos, nada tiene sentido.


De Miguel Hernández a Guillermo Sautier Casaseca


Una de mis obligaciones profesionales es intentar que el resultado de las investigaciones, realizadas con financiación pública, se difundan más allá de los círculos académicos a los que fundamentalmente van destinadas. El objetivo presupone la colaboración con los medios de comunicación, donde cuento con buenos amigos que me ayudan en la tarea.
Ayer colaboré con Radio Alicante (SER) con motivo del centenario de la emisora. Junto a Carlos Arcaya estuvimos hablando de los lejanos tiempos de las radionovelas de Guillermo Sautier Casaseca y el consultorio Francis. Ambos temas fueron abordados en Un franquismo con franquistas y De mentiras y franquistas. La entrevista no es un formato para tratar en profundidad de lo escrito en los libros, pero en tono distendido pudimos recordar algunos aspectos de lo que significaron aquellos programas para el propósito radiofónico de entretener a quienes por entonces no disponían de muchas alternativas. Os paso el enlace a la entrevista:


Por otra parte, y en el mismo día, la periodista Marta Borraz publicó en El Diario un extenso artículo sobre los consejos de guerra de Miguel Hernández, que está basado en el volumen que edité en 2022 en colaboración con el Ministerio de Defensa y la Universidad de Cádiz. Marta me consultó, se ha documentado correctamente y el resultado es un excelente trabajo que permite divulgar lo sucedido en aquellos procesos carentes de las mínimas garantías jurídicas:


Mientras tanto, el pasado día 14 estuve declarando durante más de tres horas en el proceso ordinario en el que estoy demandado, junto a unas cien personas, por supuesta intromisión en el honor del alférez Baena Tocón, el secretario instructor del sumario 21001 de Miguel Hernández. Tengo confianza plena en la justicia y espero volver a trabajar con la tranquilidad propia de quien se encamina a su jubilación como catedrático emérito de la Universidad de Alicante.


viernes, 11 de octubre de 2024

Presentación de Presentes, de Paco Cerdá


Mi trabajo me permite disfrutar de la amistad de muchas personas con las que colaboro en las tareas de investigación. Sin embargo, a menudo esa relación se circunscribe al intercambio de mensajes por correo electrónico o llamadas telefónicas. Desde hace tiempo apenas puedo viajar por circunstancias familiares y son pocas las ocasiones de encontrarme con estos amigos.
Ayer, después de varios años intercambiando mensajes y colaborando en tareas de investigación, pude conocer en persona a Paco Cerdá con motivo de la presentación de Presentes en la librería Pynchon, de Alicante. El acto fue un verdadero éxito por la brillantez de su intervención y la nutrida presencia de público, que le obligó a permanecer más de una hora firmando ejemplares de su libro.
Las prisas de ser padre primerizo no le permitió prolongar la velada, pero al menos quedó una foto para el recuerdo de un día donde disfruté viendo a un autor joven cuyos planteamientos coinciden plenamente con los míos, aparte de que su estilo literario es brillante como pocas veces he visto durante estos últimos años.


La jornada se completó con una entrevista a Paco Cerdá a cargo de mi buen amigo Carlos Arcaya. Os paso el correspondiente enlace porque la grabación sintetiza lo fundamental de lo explicado por la tarde en la presentación:


Hoy, mientras colaboraba con la periodista Marta Borraz, que este fin de semana va a publicar un extenso artículo en El Diario sobre los consejos de guerra de Miguel Hernández, he estado en los estudios de Radio Alicante para grabar una entrevista acerca de la radio de los años cincuenta y sesenta con motivo del aniversario de la emisora. Ambos trabajos se incorporarán a esta entrada cuando tenga la oportunidad.
Un catedrático capaz de publicar treinta y siete libros y más de doscientos artículos pasa casi toda su vida sentado en una mesa de trabajo. La circunstancia no supone un sacrificio porque tengo la inmensa suerte de que mi mayor afición coincide con mi obligación profesional. No obstante, también estamos obligados a realizar una tarea de divulgación mediante la colaboración con los medios de comunicación y, sobre todo, apetece, y mucho, encontrar a un joven autor que ya es un referente en la no ficción literaria española.

jueves, 10 de octubre de 2024

Teatro y cine en la España del siglo XX (3): La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca


 

La casa de Bernarda Alba (1936) no es una tragedia acerca de la Guerra Civil, pero su génesis debe analizarse en relación con el clima que la precedió. Tampoco cabe olvidar sus obras anteriores, Yerma y Bodas de sangre, con las que la escrita poco antes del conflicto culmina una trilogía donde el eje de la libertad encarnado en tres mujeres está siempre presente.

El teatro es conflicto. Federico García Lorca, en su obra cumbre, aboga por la vuelta a las esencias del género trágico y desde las primeras escenas traza un conflicto nítido y rotundo: el enfrentamiento entre Bernarda Alba, la madre autoritaria, y Adela, la más joven de las hijas sometidas al luto y el encierro en casa por el fallecimiento del padre.

El título de la tragedia resulta definitorio. La casa es el espacio donde las hijas quedan encerradas por causa del luto, entre las gruesas paredes de lo presentado a modo de cárcel. Y la dueña, o autoridad, es Bernarda Alba, una madre convertida en tirana que dicta un encierro capaz de acabar con las esperanzas de vida de aquellas mujeres.

El autoritarismo de Bernarda Alba no es el fruto de una demencia. Ni siquiera supone un comportamiento aislado que pueda ser considerado como anormal. La madre es coherente con la mentalidad del pueblo donde vive. Nunca salimos del interior de la casa, pero gracias a la pericia teatral de García Lorca conocemos la mentalidad del espacio que la rodea.

El autoritarismo, la mentalidad cerrada y la violencia con quien pretende transgredir lo impuesto están tanto en el pueblo, por donde no circula el agua, como en el interior de la casa bajo la férrea vigilancia de Bernarda Alba. Frente a este polo, se encuentra el de las hijas, que aspiran a vivir y, resignadas, se ven encerradas en vida.

La rebelión la encarna Adela, la más joven y bella, que a sus dieciocho años se resiste a aceptar un destino tan irracional como impuesto. Esta actitud pronto le lleva a enemistarse con sus hermanas en un clima de tensión creciente. Sin embargo, el enfrentamiento fundamental será con la madre, cuya autoridad desafía dando los avisos que anuncian el trágico desenlace.

Adela entrega a la madre un abanico de color, luce un vestido verde contrapuesto al omnipresente negro del luto, busca el contacto con Pepe el Romano y, finalmente, una vez descubierta, culmina su desafío mediante el suicidio.

Bernarda Alba es férrea e inalterable. Al principio de la obra, cuando decreta el luto, impone su voluntad y permanece insensible a los problemas que provoca su decisión. La criada de confianza, la Poncia, es consciente de los mismos y le avisa, pero la madre se retira a su aislamiento. Ni siquiera cuando ve el cadáver de Adela muestra sensibilidad o arrepentimiento.

El conflicto entre el autoritarismo de Bernarda Alba y la aspiración a una libertad vital que representa Adela lo podemos trasladar a la época en que fue escrita la tragedia. Esta lectura histórica es viable, pero gracias al clasicismo de la tragedia también tiene una lectura universal. Así ha sido representada en numerosos países porque, en cualquier lugar y época, puede darse el enfrentamiento de una Bernarda con una Adela.

A partir de lo indicado y tras ver la grabación de la obra, debéis participar en el debate centrándolo en los términos con que se desarrolla el citado conflicto y, como reflexión vista desde vuestras diferentes culturas, lo que supone el luto para las mujeres de la tragedia, una tradición ahora eclipsada en España, pero vigente cuando la obra de García Lorca fue escrita.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Vida y maravillas, de Manuel Gutiérrez Aragón


 

Las memorias, a diferencia de las autobiografías, suelen ser un espacio de libertad para quienes las escriben. Afrontar con el debido rigor la redacción de una autobiografía supone un empeño cuyo relato no debe obviar cualquier información relevante. En caso contrario, el implícito contrato con el lector sería incumplido. Sin embargo, en las memorias ese contrato tácito queda reducido a un acuerdo entre amigos donde la libertad, a la hora de seleccionar motivos de interés, es refrendada por la complicidad de quien acude a esas páginas.

Las memorias de Fernando Fernán Gómez, El tiempo amarillo, son un excelente ejemplo de esa libertad para abordar unos temas y obviar otros, aunque sean relevantes. Algunos lectores quedaron defraudados porque, por ejemplo, nada se decía sobre los hijos del actor o alguna de sus parejas. Supongo que no leyeron el contrato. El mismo no garantizaba información sobre toda la trayectoria vital del autor, sino que la mirada del mismo recrearía experiencias personales al tiempo que aportaría comentarios y reflexiones sobre el entorno.

La escritura siempre ha estado presente en la trayectoria creativa de Manuel Gutiérrez Aragón, que ya fue guionista antes que director cinematográfico. Retirado de esta última faceta y tras publicar varias novelas bien acogidas por la crítica, el cineasta considera llegado el momento de redactar unas memorias, que requieren edad avanzada, experiencia contrastada y voluntad de compartir un balance vital.

El memorialista interesa más cuando cuenta con la amistad de los lectores. La misma se basa en una trayectoria seguida, aunque sea desde la distancia, con admiración o interés. Al cabo de los años, quienes en este caso hemos disfrutado con las películas de Manuel Gutiérrez Aragón desde la Transición tenemos ese vínculo con el director y deseamos conocer su balance, al tiempo que nos enseña aspectos de la trastienda de lo visto en las pantallas y los motivos que le llevaron por esa senda creativa.

Vida y maravillas tiene el sabor de una buena conversación con el lector. El autor selecciona recuerdos, los desgrana con pericia narrativa y termina compartiéndolos tras darles la posibilidad del relato. Así nos trasladamos a su infancia de niño enfermo, su juventud en Madrid a la búsqueda de un hueco en el cine y terminamos de rodaje en rodaje sin menoscabo de algunos viajes repletos de anécdotas.

La lectura se convierte en una forma de escucha presidida por la curiosidad y, a veces, la sorpresa por el dato desconocido o la película olvidada. Puestos a seleccionar, me quedo con los capítulos dedicados a la infancia en Cantabria y la juventud del estudiante que compaginaba la militancia antifranquista con el deseo de abrirse camino en el cine. Este discurrir desde la niñez a la madurez da para un relato más compacto y completo, incluso para una novela, pero también interesan y mucho los recuerdos de tantos rodajes.

Tal vez la solución habría sido redactar dos volúmenes de memorias, como hiciera en su momento Fernando Fernán Gómez. Un primero dedicado al aprendizaje de la vida en la España todavía franquista y un segundo más apegado a la tarea del cineasta profesional, pero también es cierto que Manuel Gutiérrez Aragón ya ha dedicado numerosas páginas y reflexiones a esta última.

Al cerrar el libro y recordar los buenos momentos de conversación tácita con el autor, solo queda un motivo de preocupación. Las películas rodadas en los setenta y ochenta las disfruté en su momento, pero las recuerdo vagamente y no me atrevería a escribir sobre ellas. El problema tiene fácil solución: volverlas a ver. Lo haré con el estímulo de las memorias, pero también permanece la sensación de que la juventud queda lejana, que nos cuesta perfilar lo admirado en su momento y hasta es posible el olvido. Justo para evitarla viene bien entablar la conversación con quien hace uso de la memoria porque la suya, claro está, también es la nuestra y el estímulo de lo compartido funciona contra cualquier olvido que amenace con ser definitivo.




martes, 8 de octubre de 2024

Condenar al enemigo en tiempos de guerra


 

La masificación de la población reclusa que debía ser sometida a sumarísimos de urgencia durante los meses posteriores a la finalización de la guerra, al menos en su fase de enfrentamientos bélicos, es una clave de las disposiciones en el ordenamiento jurídico puesto a disposición de la represión. La creación en Madrid, mediante el Decreto 55 ya citado en anteriores entradas, de ocho consejos de guerra permanentes es un ejemplo.

El objetivo era simplificar los procedimientos e intentar detraer para los mismos el menor número posible de oficiales en activo, Las decenas de miles de sumarísimos de urgencia no debían acarrear otros tantos nombramientos de tribunales para sentenciarlos. La solución fue la creación de estos órganos, circunscritos a las plazas donde la masificación era un grave problema, para que en los mismos desembocaran los sumarios instruidos por los juzgados militares.

La denominación de nuevo puede inducir al error. Tal vez habría sido más exacto hablar de tribunales permanentes, pero esta posibilidad iría en contra de una evidencia: la composición de estos tribunales distaba de ser permanente. Algunos miembros repiten, pero otros varían sin necesidad de proceder a los correspondientes nombramientos por parte del auditor, que en estos procedimientos es la clave de bóveda y actúa en sustitución del capitán general de la región militar donde tiene lugar el sumarísimo de urgencia. Al menos, los nombramientos no constan en los sumarios conservados en los archivos militares donde he trabajado.

La consulta de las hojas de servicios de los oficiales que participaron en estos tribunales podría aclarar la circunstancia arriba indicada. Tal vez todo se redujera a una adscripción temporal al Cuerpo Jurídico sin necesidad de especificar el órgano concreto del mismo. Así sucede en otros destinos ya analizados, aunque de menor rango. En cualquier caso, debemos recordar la existencia de un marco histórico donde la falta de garantías jurídicas para los procesados coexistía con la ausencia de controles en los nombramientos y las propias actuaciones judiciales. Nadie, ante un tribunal de aquellos, preguntaría por los nombramientos de sus miembros, aunque no existieran o fueran realizados al margen de lo establecido en el CJM de 1890.

Una tarea pendiente es la tipología de los oficiales que intervinieron en estos tribunales. El objetivo explícito es que fueran los menos posibles para no detraer un número significativo entre los que se encontraban en activo. Esta circunstancia presupone la conveniencia de que fueran veteranos con una participación secundaria o irrelevante durante la guerra. Todavía partimos del análisis de un escaso número de casos, pero cabe avanzar la hipótesis de una preferencia por aquellos oficiales que no hubieran destacado en acciones de guerra y hasta permanecieran más o menos emboscados durante la misma.

El objetivo, si se confirmara esta hipótesis con un significativo número de casos, sería establecer una especie de pacto de sangre. Unos oficiales, por su decisiva intervención en los frentes de guerra, ya lo habían firmado y otros debían suscribirlo mediante su participación en unos tribunales que mandaron a cincuenta mil personas al paredón. Un colectivo que ha provocado semejante represión busca la solidaridad de todos sus miembros y la garantía de su futuro silencio. Ambos objetivos pasan por un pacto de sangre como el esbozado y un posterior trato clientelar.

Al margen de la posible demostración de esta hipótesis, esbozada en algunos estudios, la avalancha de sumarísimos de urgencia durante los años 1939 y 1940 se percibe en el caos de numerosas actuaciones judiciales. Los casos analizados en mis libros abundan en ejemplos. Varias entradas de este blog están dedicadas a las irregularidades detectadas en el sumario 21001 de Miguel Hernández, pero la circunstancia se repite en otros muchos donde, al final, el investigador acepta la posibilidad de cualquier atentado a la lógica procesal.

Los empeños imposibles derivan, inevitablemente, en la falsedad de sus resultados. Tal y como señala Julius Ruiz en coherencia con otros historiadores, el régimen franquista carecía de los recursos necesarios para castigar a tanta gente. De hecho, y a partir de 1942 más o menos, empezó a adoptar medidas para aliviar la masificación en las cárceles y los juzgados militares. Algunos las interpretan en una clave internacional y las vinculan con el inicio del declive del Eje en la II Guerra Mundial. La hipótesis es plausible, pero resulta contradictoria con la continuidad de la apuesta del franquismo por la cooperación con Alemania y, en menor medida, Italia.

Otros historiadores acuden a una evidencia: la extrema pobreza de un país devastado tras la guerra y aislado en una autarquía que se alargaría hasta bien entrada la década de los cincuenta. En ese marco económico, el mantenimiento de una enorme población reclusa en edad activa suponía un dispendio inasumible, aunque las condiciones higiénicas y alimentarias de las cárceles fueran precarias.

Sin obviar las dos hipótesis esbozadas, considero que la tarea fundamental del sistema represivo ya estaba realizada a la altura de 1942. El terror paraliza y, como es obvio, la brutalidad de la represión ejercida durante los tres años posteriores al final de la guerra paralizó a la mayoría de quienes podían oponerse al régimen. La resistencia armada perduró, pero cada vez más aislada y como fruto de una desesperación sin apenas alternativas. Una variante de «la doctrina del schock» mediante el terror, con apariencia judicial, funcionó y había llegado el momento de la «redención», cuya supuesta labor de integración pasaba por la renuncia a su pasado de los beneficiarios de la misma

La amplia bibliografía sobre el tema, de la que abajo doy una muestra, invita a reflexionar sobre estas circunstancias con la ayuda de investigaciones que desvelen lo sucedido en nuevos casos concretos. El objetivo lo comparto mediante la elaboración de la trilogía dedicada a los consejos de guerra de periodistas y escritores. Mientras tanto, cabe plantear una pregunta. Si el régimen carecía de los medios económicos, personales y burocráticos para castigar a tanta gente, ¿qué hizo en realidad durante el período 1939-1942?

Algunos apuntan la existencia de una farsa jurídica, de la justicia al revés -como reconociera Ramón Serrano Suñer- y de un espíritu de venganza o aniquilamiento que encontró un marco en la jurisdicción militar. Los argumentos a favor de estas interpretaciones abundan. Sin embargo, tras más de diez años estudiando sumarios, mi impresión concuerda con una España que todavía estaba en guerra, incluso de manera oficial.

Los sumarísimos de urgencia, en su mayoría, desempeñan una función similar a la de un arma. Lo sentenciado no eran los hechos de los procesados, sino la identidad de los mismos porque estamos ante un «derecho de autor», un concepto que desarrollo en mis libros a partir de lo expuesto en varias aportaciones bibliográficas. Y esa identidad es la de un enemigo, justo cuando, oficialmente, en España está declarado el estado de guerra. Los oficiales de un ejército ante unos enemigos, desarmados, en tiempo de guerra. A partir de esta evidencia, las irregularidades derivadas del caos por la masificación no son propias de un ineficaz sistema represivo, sino de la verdadera finalidad del mismo.

Pd. Estas reflexiones finales forman parte de mi aportación al volumen colectivo Tras la máscara. Mecanismos de represión durante la dictadura franquista, coordinado por los profesores Sergio Calvo Romero y Ana Asión Suñer. Su publicación está prevista para los inicios de 2025.

 

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