viernes, 30 de junio de 2023

Dionisio Ridruejo avaló al poeta republicano Germán Bleiberg


La consulta de los sumarios de los consejos de guerra celebrados durante la Victoria no suele ser motivo de satisfacción sobre la condición humana. Las delaciones, las venganzas personales, el miedo, la mentira... son habituales en unos documentos donde tantas miserias tienen cabida. Por esta razón siempre es de agradecer el encuentro de un testimonio de amistad y nobleza, máxime cuando provine de un vencedor y está dirigido a salvar la vida de un vencido de la Guerra Civil.
La singularidad de Dionisio Ridruejo en el franquismo es notable por múltiples circunstancias perfectamente analizadas por los historiadores, que han prestado la debida atención a una personalidad y una trayectoria repleta de motivos interesantes. No obstante, siempre es posible añadir alguno más a una colección ya rica y completa.
La consulta del sumario seguido contra el poeta Germán Bleiberg, depositado en el Archivo General e Histórico de Defensa, me ha permitido conocer el aval que el líder falangista presentó en el juzgado instructor el 22 de diciembre de 1939. El también poeta reconoce su amistad con el procesado desde antes de la guerra y, a continuación, añade:
"que en el tiempo que tuve relación con él se me manifestó continuamente como fervoroso converso al catolicismo, posición espiritual que trasladaba a su poesía, y como partidario de unas ideas generales de orden. Igualmente certifico que conociendo dicha persona mi ideología y filiación falangista, no rehuyó mi compañía en ningún caso, ni cometió acto alguno que revelase una intención de desagrado para lo que pudiéramos llamar la posición nacional".
La instrucción siguió su curso hasta el auto resumen del 20 de febrero de 1940 y la sentencia del 11 de marzo del mismo año. Lo averiguado acerca de la trayectoria antifascista del poeta Germán Bleiberg fue mínimo porque se llevó a cabo al margen del Juzgado Militar de Prensa. Nadie menciona el testimonio presentado por Dionisio Ridruejo, pero no cabe duda de que su presentación fue decisiva para que la condena final quedara reducida a doce años, que en aquellas circunstancias se consideraba benévola.
Germán Bleiberg acabó buscándose un trabajo académico fuera de esa España del franquismo donde no tenía futuro. Dionisio Ridruejo pronto cayó en la marginación tras acometer gestos de una insólita valentía y acabó oponiéndose a la dictadura que él mismo apoyó al principio como tantos falangistas. Por vías distintas fueron dos vencidos, pero ambos mantuvieron la amistad hasta el final, que se puso a prueba cuando muchos procuraban esconderse. Incluso, a tenor de la documentación, lo hizo el propio Dionisio Ridruejo, que pudo presentar un testimonio similar en el caso de Miguel Hernández, el colaborador de Germán Bleiberg en los empeños del antifascismo y que también tuvo un componente religioso en su primera poesía.

Nota:
El análisis de la documentación depositada en el sumario de los hermanos Bleiberg se puede consultar en el siguiente enlace al catálogo del Repositorio de la Universidad de Alicante:



jueves, 29 de junio de 2023

Arde Madrid. Narrativa y Guerra Civil, de Javier Sánchez Zapatero


La obligación de estar al día de la bibliografía sobre los temas que investigamos no siempre es compatible con nuestra disponibilidad de tiempo. Algunas lecturas se quedan pendientes y conviene aprovechar la relativa calma del verano para ponerse al día. Así ha sucedido con el espléndido ensayo del profesor Javier Sánchez Zapatero, de la Universidad de Salamanca, que por fin he podido leer y disfrutar, aparte de haberme facilitado una información valiosa sobre distintos aspectos de la narrativa relacionada con la Guerra Civil.
El libro ha tenido su merecido eco en el mundo académico y poco puedo añadir al respecto, salvo la satisfacción de encontrar un colega joven con quien coincido plenamente en la interpretación y la valoración de las diferentes corrientes literarias que se pueden establecer en ese marco de la narrativa y la Guerra Civil.
Sus lúcidas páginas me han permitido recordar lecturas realizadas hace tiempo, pero del conjunto de sensaciones o valoraciones derivadas de Arde Madrid yo me quedaría con una estrechamente relacionada con el tema de Las armas contra las letras, el ensayo que actualmente tengo en prensa. El extenso capítulo dedicado a «la narrativa de la victoria», según la acertada definición de M.ª Ángeles Nadal, me ha hecho reflexionar sobre una percepción que siempre he tenido a la hora de leer alguna de las obras incluidas en esa literatura de aluvión que se dio entre los vencedores durante la inmediata posguerra: la sensación de un odio cainita incompatible con el mínimo asomo de espíritu de reconciliación. 
El problema es que esa percepción tras la lectura de una obra aislada aumenta considerablemente cuando repasamos las publicadas por Alfonso de Ascanio, Francisco Camba, Emilio Carrere, Concepción Carro, Francisco Ferreri Filloch, Antonio Hernández Gil, Leopoldo Huidobro, Guillermo Asensio de Izaga, José Vicente Puente, Samuel Ros, Víctor Ruiz Albéniz, José María Carretero, Tomás Borrás, Alfonso de Cossío, Carmen Icaza, Alfredo Marqueríe, Edgar Neville, Wenceslao Fernández Flores y otros que se sumaron al aluvión con un entusiasmo digno de mejor causa.
Por supuesto que hay diferencias y matices cuando valoramos las obras de esta nómina de autores, pero prevalece la sensación común de una absoluta falta de voluntad encaminada a la reconciliación tras la Guerra Civil. Al contrario, la misma seguía de plena actualidad como de hecho, desde un punto de vista legal, permanecía vigente el estado de guerra. La consecuencia es obvia: estos autores seguían actuando en un plano bélico, a menudo vinculado con el ajuste de cuentas y la deshumanización del enemigo en un esquema maniqueo de plena actualidad tras el 1 de abril de 1939.
Mi citado ensayo estudia la actuación de los militares contra los escritores, periodistas y dibujantes. De ahí el título de Las armas contra las letras. No obstante, tras la lectura de ese magnífico capítulo del libro de Javier Sánchez Zapatero tengo la sensación de que podría añadir un nuevo capítulo dedicado a las letras contra las letras. 
Los militares protagonizaron la represión, pero durante la Victoria distaban de ser los únicos dispuestos a ejercerla. Los citados y otros escritores contribuyeron a esa misma represión creando un estado de opinión donde la posibilidad de encontrar algún motivo de esperanza relacionada con la reconciliación casi es una quimera. El capítulo lo podría haber añadido, pero baste con la lectura del excelente ensayo del profesor de la Universidad de Salamanca. Su trabajo no lo podría superar y Arde Madrid se ha convertido en un título de referencia para quienes nos ocupamos de la literatura de aquella trágica época.


miércoles, 28 de junio de 2023

Los días azules de Antonio Machado


Los historiadores de la literatura tendemos a perdernos en las numerosas circunstancias relacionadas con nuestra tarea y, a veces, olvidamos lo fundamental de la misma: su motivación. El resultado es un dejarse llevar por una dinámica capaz de desnaturalizar el trabajo realizado. Al cabo de cuarenta años de experiencia docente en la universidad, lo compruebo con una frecuencia preocupante y temo haber incurrido en ese mismo defecto en alguna ocasión. La burocratización de la investigación y la docencia es un factor determinante, pero también la incapacidad individual para manifestar un criterio crítico ante las consecuencias últimas de esa misma burocratización que, simplemente, impide saber por qué somos profesores e historiadores de la literatura.
Frente a estos peligros, conviene de vez en cuando pararse a pensar, olvidarse de los mil trámites que nos acechan cotidianamente y leer como al principio de nuestra experiencia, cuando decidimos optar por un trabajo en función de una motivación más o menos concreta. También cabe contemplar un excelente documental como el de Laura Hojman dedicado a la figura de Antonio Machado: Los días azules (2020). La experiencia es muy gratificante y, desde luego, permite un reencuentro con aquello que me impulsó a ser un profesor de literatura en la universidad.
Antonio Machado es una lectura en mi caso de los veinte años, cuando te defines como lector y, en buena medida, como persona. Nunca he escrito sobre su obra y tampoco la he explicado en clase. Apenas importa, porque cuando un autor verdaderamente impacta en nuestra conciencia estas circunstancias son secundarias.
Al ver el documental, tan certero a la hora de reflejar las ideas básicas en torno a Antonio Machado, recordé mis lecturas de estudiante, pero también una larga conversación en Murcia con Rafael Azcona. El guionista había sido poeta provinciano en el Logroño de los años cincuenta y, como tal, ferviente seguidor de la estela dejada por don Antonio. Su admiración, al cabo de las décadas, seguía intacta y tuvimos la oportunidad de compartir los motivos de la misma.
Sus palabras siempre mezclaban lo anecdótico con la sabiduría, pero recuerdo especialmente una reflexión en torno a Machado, a quien Rafael Azcona consideraba más como un maestro que como un poeta. La razón era sencilla: maestro es aquel capaz de transmitir con sencillez pedagógica lo complejo sin restar complejidad o trascendencia a lo transmitido. El objetivo pasa por una búsqueda de lo esencial, que a menudo encontramos en unos poemas donde nada falta o sobra.
La reflexión de Rafael Azcona me vino a la cabeza mientras veía el documental de Laura Hojman e intuyo que la compartió también esta excelente y joven directora, cuya sensibilidad para los temas literarios también aprecié en un posterior trabajo sobre María Lejárraga. Los días azules nos devuelve el Antonio Machado esencial, aquel sujeto inútil para la vida considerada práctica, incapaz de hacer un solo trámite, pero dispuesto a observar para reflexionar y transmitir con la sencillez de la elegancia el fruto de esa observación sobre lo verdaderamente importante, como aquellos limoneros de su infancia o del paraíso perdido con el paso de los años.
Pau Casals acudió a la tumba de Antonio Machado, una vez restaurada, para dedicarle su composición más universal como forma de respeto y agradecimiento. Yo carezco de violoncello y de talento musical para hacerlo, pero pienso que cuando, como casi todos los días, emprendo la tarea de conocer y enseñar la literatura hago mi particular homenaje a la memoria de quien también fue mi maestro, ese sujeto que, además de enseñarnos lo esencial de forma sencilla, admiramos como un referente inexcusable en unos tiempos donde tantos supuestos referentes son perfectamente excusables.

martes, 27 de junio de 2023

Las caricaturas de Echea (4)


La toma de partido a favor de la II República por parte de Echea fue inmediata tras el golpe de Estado y se mantuvo hasta el final de la guerra. Una prueba es la caricatura publicada en La Voz  el 21 de julio de 1936, fruto del entusiasmo del momento en Madrid tras el fracaso de los golpistas en la capital y el dramático asalto al Cuartel de la Montaña.


Las caricaturas servían a menudo para ejemplificar de forma sencilla y gráfica, comprensible en definitiva, las consignas impartidas por la prensa republicana. La principal o más constante de las mismas era la llamada a la unidad de acción de los sectores republicanos para alcanzar la victoria. Echea se suma a la labor el 18 de junio de 1937 con este diálogo mantenido por dos viajeros de tren: «Desengáñese usted, compañero; si nos reunimos los de la segunda con los de la tercera, vamos a ir de primera».


La inequívoca decantación de la jerarquía de la Iglesia Católica a favor de los golpistas incrementó el ya de por sí notable anticlericalismo en los sectores republicanos. El 18 de septiembre de 1936 Echea se suma al mismo con esta imagen publicada en La Voz, donde un franciscano ha sustituido el hermano burrito o similares por el hermano cañón. 



Los tiempos no estaban para un verdadero humor, pero los madrileños lo sacaron a relucir en numerosas ocasiones durante la Guerra Civil. Un ejemplo es esta caricatura publicada por Echea en La Voz del 19 de diciembre de 1936, cuando los intensos bombardeos sufridos en la capital ya habrían terminado con cualquier vidrio de las fachadas.



El optimismo de los primeros meses de la guerra en Madrid permite la aparición de caricaturas como la de Echea publicada en La Voz el 22 de octubre de 1936, donde los protagonistas son dos de los más conocidos personajes de La verbena de la Paloma. El pueblo de la capital se aprestaba a defenderla poco antes de la decisiva batalla de los primeros días de noviembre.


El humor nunca se perdió del todo en el Madrid de la Guerra Civil. Una prueba, a menudo repetida por la bibliografía y la novelística, es la capacidad para denominar de manera ocurrente las calles y las avenidas que más frecuentemente sufrían las consecuencias de los bombardeos. La Gran Vía destacaba en este sentid y Echea el 24 de mayo de 1937 en La Voz publica esta caricatura donde la llama la "Fuhreraria" para recordar el origen de las bombas.


El «moderno San Francisco» todavía mantenía algo del humor de Echea, pero es evidente que en esta caricatura publicada en La Voz el 22 de agosto de 1936 prevalece el anticlericalismo ante la decidida toma de postura de la jerarquía católica a favor de los tropas golpistas. Este tipo de caricaturas fueron especialmente castigadas en los consejos de guerra como los que sufrió el propio Echea.

lunes, 26 de junio de 2023

Las caricaturas de Echea (3)


La lucha contra los acaparadores de comestibles, que también eran los responsables de un desmesurado aumento de los precios de los mismos, es una constante de la prensa republicana en Madrid durante toda la guerra. Las multas y las detenciones fueron numerosas. Echea se hace eco de estas denuncias en La Voz el 17 de diciembre de 1936 y presenta a los responsables como enemigos equiparados a quienes bombardeaban la capital. Al recortar la imagen, he mantenido el omnipresente "visado por la censura".


El "Levante feliz" denunciado por José Luis Salado en las páginas de La Voz es otra constante temática de la Guerra Civil y Echea se hace eco de esta crítica en las páginas del mismo periódico, concretamente el 12 de noviembre de 1936, poco después de la evacuación de la capital por parte del gobierno republicano. El dibujante que aguantó en Madrid hasta el final se suma a la denuncia con esta caricatura de quienes eran revolucionarios, pero solo en la retaguardia de Valencia.


A menudo, las caricaturas publicadas en la prensa madrileña durante la guerra son la plasmación gráfica de las consignas que leemos en esos mismos periódicos. Así sucede en esta de Echea publicada en La Voz el 12 de mayo de 1937, donde aboga por una política de aplastamiento de la quinta columna, los militares facciosos y los delincuentes, tanto en la vanguardia como en la retaguardia.


El supuesto alcoholismo del general Queipo de Llano fue una de las constantes satíricas de los caricaturistas republicanos. Echea aporta esta muestra el 25 de septiembre de 1936 en La Voz, cuando las charlas radiofónicas del militar ya habían alimentado el imaginario popular de los propios republicanos.

domingo, 25 de junio de 2023

En recuerdo de Nuccio Ordine y otros ausentes


El pasado día 10 falleció Nuccio Ordine. El paso de los años encallece un tanto la sensibilidad ante la muerte, una presencia que poco a poco se normaliza con sus finales abruptos a veces, presentidos en otras ocasiones y siempre lamentables cuando afectan a personas que forman parte de tus referencias vitales o culturales. El profesor y ensayista italiano lo era para mí desde 2017, cuando leí con entusiasmo su obra más conocida: La utilidad de lo inútil.
Desde que publiqué La sonrisa de lo inútil (2008), el concepto de lo inútil me ronda por la cabeza como una necesidad cada vez más acuciante a la vista de nuestra realidad y, claro está, por el paso de los años, los mismos que había cumplido Nuccio Ordine. Las necrológicas me indican que yo era algo mayor que él, apenas tres semanas, pero que no solo coincidíamos en nuestra profesión, sino que también la cultivábamos desde la misma mirada generacional. Me pasa a menudo, los autores convertidos en referencias suelen tener mi edad o algo más. Procuro mantenerme despierto ante los más jóvenes, pero el camino inevitablemente lo sigo en compañía de quienes marcan mi mismo paso o van un poco por delante, como abriendo camino sin perderlos nunca de vista porque están cerca en todos los sentidos.
Nuccio conocía como pocos a los clásicos y sabía de sobra que la vida no es justa. Ni siquiera pretende serlo. Por eso la muerte se lo llevó demasiado pronto, cuando tantos reconocimientos estaban a la espera tras una fértil trayectoria biográfica. A los pocos días, falleció uno de esos «jóvenes» a los que siempre he sentido en la misma órbita: Mauricio Vicent, el periodista que me enseñó a enamorarme de La Habana sin querer visitarla, como una referencia hermosa e ideal que no merece ser manchada con la impronta de la realidad concreta. Su padre, Manuel Vicent, dejó escrita una de sus más hermosas y sentidas columnas, repleta del dolor de quien ve partir un hijo y no comprende el sentido de su permanencia en la vida. Y, para colmo, esta semana he perdido a una amiga de cuarenta y cinco años con la que, hace un tiempo, compartí el deseo común de trasladarnos todos a esa ciudad, La Habana, que estaba en nuestra imaginación y no queríamos estropear con nuestra presencia de turistas.
Nuccio, Mauricio, mi amiga... se agolpan en una mala racha que también incluye otras personas del mundo del espectáculo, como Tina Turner, que me han hecho felices. Las recuerdo a todas ellas, leo sus obras, veo sus vídeos y comparto una de las siempre interesantes reflexiones del profesor italiano que debo a la memoria de Ángel Sánchez Harguinday: «No me gustan los traficantes de horóscopos y certezas. Al contrario: la incertidumbre hace que la vida sea aún más bella. Pero si supiera que tendría que vivir el último día, haría exactamente lo que hago todos los días: perseguir mis pasiones».
Las pasiones son leer, escribir y compartir con los míos la memoria de quienes nos han dejado y todavía nos muestran el camino, como el inolvidable Compay Segundo, que nos enseñó a ir chan chan hasta Marcané y Mayarí, dos lugares que desconozco, pero que serán maravillosos en la compañía de quienes hemos amado con el deseo de vernos algún día en una Habana donde la realidad nos deje en paz.



viernes, 23 de junio de 2023

Las caricaturas de Echea (2)


La aparición de la caricatura de Hitler, a menudo en compañía de la de Mussolini, es una constante en la prensa republicana durante la Guerra Civil. Echea participa de la misma y el 5 de diciembre de 1936, en La Voz, sintetiza su visión del líder alemán como un antiguo pintor de brocha gorda que construye el nazismo con la sangre de España.

Echea a veces escapa de las consignas y traza caricaturas ambientadas en la retaguardia, donde es habitual encontrar diálogos protagonizados por ancianos como sujetos dotados de capacidad de observación y crítica a partir de la experiencia. En esta ocasión, la viñeta publicada el 8 de noviembre de 1937 en La Voz subraya la incoherencia entre quienes dicen actuar en nombre de la defensa de la civilización occidental cuando, en realidad, bombardean escuelas.



Una de las consignas más reiteradas en la prensa madrileña de la Guerra Civil es la de la unidad de los partidos y sindicatos en defensa de la II República. Echea aporta un ejemplo con esta caricatura publicada en La Voz el 10 de mayo de 1937, donde un profesor, después de enseñar la lista de las siglas, pasa al objetivo de las mismas, que requiere de la unidad y la disciplina para alcanzar la victoria.


La mezcla de la rabia y la impotencia a menudo desencadena un deseo de venganza como el ejemplificado en esta impresionante caricatura de Echea publicada en La Voz el 27 de abril de 1937, cuando Madrid acaba de sufrir los más mortíferos bombardeos, que causaron numerosas víctimas civiles.

lunes, 19 de junio de 2023

Las caricaturas de Echea (1)


El estudio de las caricaturas publicadas en la prensa madrileña durante la Guerra Civil depara algunas sorpresas, aunque es evidente que todas se ponen al servicio de las líneas editoriales de los periódicos donde aparecen, que, a su vez, estaban férreamente controlados por la censura gubernamental. Los dibujantes podían aportar notas de creatividad u originalidad, pero en unos marcos estrechos donde las consignas son evidentes.
El motivo más socorrido, hasta la reiteración obsesiva, es la política de no intervención seguida por las democracias europeas. Y, dentro de las mismas, las críticas más duras se las lleva el gobierno del Reino Unido, que casi aparece como el tercer culpable de la invasión protagonizada por alemanes e italianos. En este sentido, las figuras inglesas son abundantes, aunque menos que las caricaturas de Hitler y Mussolini, que pronto se convirtieron en personas omnipresentes en la citada prensa, tanto en los titulares como en las contribuciones de los dibujantes.
Sin embargo, son escasas, sorprendentemente escasas, las caricaturas dedicadas a lo sucedido en el otro bando, más allá de la aparición del general Franco, casi siempre afeminado y regordete, o el general Queipo de Llano, cuyo supuesto alcoholismo fue motivo constante de chistes y burlas.
Echea sigue estas directrices en La Voz, pero en alguna ocasión introduce una excepción. Así sucede en la caricatura publicada el 3 de mayo de 1937. Ese día el vespertino madrileño lamenta en sus páginas la imposibilidad de celebrar la fiesta de los trabajadores como se hacía antes del inicio de la guerra. Las causas son obvias en una ciudad sitiada y bombardeada. Echea imagina entonces que en el otro bando tampoco la habían celebrado, porque los del "ramo de la limpieza" con uniforme de falangistas tenían un trabajo relacionado con la represión de los obreros. La presencia de esa violencia en las caricaturas es una excepción y como tal la hemos reproducido en esta entrada.



Otra de las constantes de la propaganda republicana, y de sus caricaturas, es la alusión a la Guerra de la Independencia porque se trataba de presentar la acción de las tropas rebeldes comandadas por el general Franco como una invasión de la patria. En este marco y en el caso de la prensa publicada en Madrid, las alusiones al 2 de mayo de 1808 son constantes. Echea se suma a las mismas con esta caricatura publicada en La Voz el 3 de noviembre de 1936, uno de los momentos más dramáticos del sitio al que fue sometida la capital. El protagonista es un Francisco de Goya dispuesto a volver a pintar los desastres de la guerra, en este caso la derivada de la traición cometida por los militares rebeldes y quienes les apoyaron.


Tal y como hemos indicado arriba, la constante temática que predomina en las caricaturas de Echea publicadas en el vespertino La Voz es la crítica a la política de no intervención por parte de las democracias occidentales. El Reino Unido es el país que concentra la mayor parte de las críticas, pero Francia no se escapa de las mismas, como sucede en este ejemplo publicado el 3 de noviembre de 1937, donde Echea denuncia la responsabilidad de quienes miraban al otro lado, o no miraban, cuando llegaban a España las tropas y el armamento procedentes de Alemania e Italia.

miércoles, 14 de junio de 2023

José Bergamín y Miguel de Unamuno


La lectura de la prensa republicana publicada durante la Guerra Civil es un motivo de asombro que, a veces, se convierte en un motivo de espanto. La mesura y el raciocinio son rasgos infrecuentes por las circunstancias de un conflicto que exacerbó los ánimos hasta extremos insospechados. Si esta obviedad es palmaria en los temas políticos y militares, también lo es frecuentemente en los culturales. Muchos de los escritores e intelectuales del momento se vieron arrastrados por un radicalismo tal que, en ocasiones, los historiadores obviamos algunas de sus manifestaciones porque las consideramos poco representativas de las obras de quienes padecieron la enajenación colectiva derivada de la guerra.
No obstante, esa enajenación dejó huella y debe ser constatada con las debidas precauciones. Un ejemplo lo encontramos en el ABC republicano publicado el 29 de septiembre de 1936. El suelto se titula «Un acto de la Alianza de Intelectuales. Bergamín habla del 'fusilamiento' de Unamuno» y lo reproduzco a continuación:
«A las once y media de la mañana del domingo, se celebró en el teatro de la Zarzuela, completamente ocupado por un auditorio entusiasta, el grandioso acto de afirmación cultural de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.
Presidió José Bergamín, que fue el primero en hablar, por la Alianza. Dedicó un recuerdo al poeta García Lorca, diciendo que no podía creer en su muerte y que, en cambio, creía en el fusilamiento de Unamuno, a quien los fascistas habían vaciado las entrañas, el cerebro y el corazón, rellenándolo después de paja y de aserrín, para que fuese el espectro de D. Miguel de Unamuno que no había existido jamás. Pidió un minuto de silencio en memoria de Federico, y el público, en pie, levantó los puños emocionado».
Mi opinión sobre el último Unamuno tal vez sea más dura que la mantenida, con más rigor, por la mayoría de mis colegas especializados en su obra. Apenas importa, porque al leer esta breve nota y al imaginar el ambiente del acto siento un cierto estremecimiento ante la barbaridad soltada por José Bergamín, que tal vez pasó del catolicismo al marxismo con demasiado entusiasmo. Algunas de sus actuaciones durante la guerra así lo evidencian y en el exilio hizo gala de un radicalismo ya exacerbado en sus últimos años, cuando volvió a España y quedó, esa es mi impresión, un tanto desubicado. Una lástima, como también lo es la lectura de unas intervenciones solo comprensibles en el fragor de una guerra que arrastró cualquier mesura o ponderación en el juicio.

lunes, 12 de junio de 2023

Asignatura pendiente (1976), de José Luis Garci


 A lo largo de la Transición, José Luis Garci rodó varias películas ahora convertidas en objeto de estudio académico por su reflejo de la sociedad española del momento. Una de ellas, tal vez la más exitosa y mejor considerada por la crítica, es Asignatura pendiente, cuyo argumento da cuenta de algunas de las "asignaturas pendientes" propias de la generación que accedió a la democracia desde la madurez. Entre las mismas figura un deseo de recuperar relaciones amorosas que acabaron limitadas o frustradas por la mentalidad imperante en la España del franquismo. 
El problema de las asignaturas pendientes es que la convocatoria de recuperación puede llegar demasiado tarde. El resultado, entonces, provoca una melancolía perfectamente retratada en la pareja que interpretaron José Sacristán y Fiorella Faltoyano en una película cuyo espectacular éxito fue un síntoma de que lo reflejado en la pantalla era coherente con la realidad de muchos espectadores.
Al margen de sus valores cinematográficos, el análisis de la película fue el capítulo final del volumen De mentiras y franquistas. Historias de la dictadura (Sevilla, Renacimiento-Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2020). La razón es obvia: las relaciones adulterinas mantenidas por los protagonistas se basan en una inevitable mentira, que a menudo también es una mentira dirigida hacia ellos mismos.
El preprint de aquel capítulo ahora se puede consultar en el catálogo del Repositorio de la Universidad de Alicante:

http://hdl.handle.net/10045/135098

El día de mañana (2011), de Ignacio Martínez de Pisón

Ignacio Martínez de Pisón, además de amigo, es uno de mis novelistas de referencia al que sigo desde sus primeras publicaciones en los años ochenta. Sus obras cuentan con múltiples motivos de interés para los lectores, pero fundamentalmente me han ayudado a perfilar una perspectiva de acercamiento a una realidad histórica que nos apasiona. En El día de mañana el novelista aragonés afincado en Barcelona presentó de manera genial el retrato de un confidente de la policía franquista: Justo Gil, al que dediqué un capítulo de mi ensayo De mentiras y franquistas (Sevilla, Renacimiento-Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2020) completado con la presencia de otros confidentes ajenos a la ficción.

La justificación de la elección parece obvia: un confidente es un mentiroso por definición y Justo Gil lo prueba de sobra a través del poliédrico retrato que nos aporta la novela. El resultado de aquel trabajo es un capítulo ahora disponible en el catálogo del Repositorio de la Universidad de Alicante:

http://hdl.handle.net/10045/135078

 

domingo, 11 de junio de 2023

Rafael Gil y Luis Gómez Mesa, intelectuales antifascistas


El 25 de diciembre de 1938 -véase lo tardío de la fecha en el marco de la Guerra Civil-, el diario socialista Claridad anunciaba un acto cultural de la Alianza de Intelectuales Antifascistas en la sede de la madrileña calle Marqués del Duero, 7. Los participantes en la charla eran el periodista José Luis Salado, el cineasta Rafael Gil y el escritor cinematográfico Luis Gómez Mesa. El propio periódico completa la información en las entregas del 13 y el 19 de enero de 1939.
La noticia no tiene nada de particular en lo que respecta a José Luis Salado, de quien ya he publicado diversos estudios acerca de su trayectoria como periodista antifascista durante la Guerra Civil, que le llevó a morir en el exilio de Moscú. Su nombre reaparecerá en Las armas contra las letras. Lo sorprendente es la presencia de Rafael Gil y Luis Gómez Mesa. 
El primero de los citados es una figura fundamental de la cinematografía franquista con varios títulos en su filmografía que obtuvieron un amplio y merecido reconocimiento. El segundo es tal vez el escritor cinematográfico más relevante del período franquista, con distintos estudios convertidos en clásicos para conocer la historia del cine español. Nadie cuestiona su postura favorable al régimen del general Franco y, por lo tanto, llama la atención que en una fecha tan tardía ambos participaran en una actividad de la citada alianza, donde la presencia de los comunistas era notoria.
La bibliografía sobre Rafael Gil da cuenta de su movilización y participación en varios documentales republicanos rodados durante la guerra. El caso es similar al de Antonio del Amo. Los escasos estudios sobre la trayectoria de Luis Gómez Mesa indican que sus primeras aportaciones a la crítica y la historia cinematográficas aparecieron antes del 18 de julio de 1936. A partir de esa fecha se produce un silencio significativo hasta que su nombre vuelve a aparecer en la inmediata posguerra, justo cuando su amigo Rafael Gil había cosechado los primeros éxitos antes de convertirse en el director más reconocido como adaptador de los clásicos españoles durante el franquismo. 
El problema radica en que, salvo error por mi parte o desconocimiento de algún trabajo, nadie explica satisfactoriamente el paso de ambos desde la intelectualidad antifascista a la intelectualidad fascista sin sufrir las consecuencias de la primera en el marco de una durísima represión. La participación en actos como el reseñado estaba penada en los sumarísimos de urgencia y no me consta que ambos los sufrieran. Y, además, sorprende su rápida incorporación al mundillo intelectual del franquismo cuando tantos otros "antifascistas" estaban en el exilio o en las cárceles como antesala del paredón o el ostracismo.
Los casos de Rafael Gil y Luis Gómez Mesa son llamativos, pero distan de ser los únicos. Un repaso de la prensa republicana durante la Guerra Civil permite ver las actividades en Madrid de algunas destacadas figuras de la cultura franquista. El ejemplo de Juan de Orduña, por entonces rapsoda, tal vez sea el más conocido, pero también vemos el nombre de Guillermo Sautier Casaseca, que todavía no era el rey de la lágrima con sus seriales estudiados en Un franquismo con franquistas. Asimismo, es posible encontrar noticias de Matías Colsada, que durante la guerra fue comisario político y "el camarada Matías", mucho antes de convertirse en el empresario de las más afamadas compañías de revistas. 
La posibilidad de consultar una documentación que permita alumbrar estos "milagros" de una conversión que no dejaba huellas para los represores franquistas es una quimera. La explicación hay que buscarla al margen de los documentos porque, legalmente, estas figuras debían ser condenadas en la posguerra y apartadas de cualquier actividad pública. La realidad fue la contraria y la clave habría que localizarla en testimonios que, como es lógico, los propios protagonistas nunca dieron en público. Al contrario, fueron hábiles a la hora de esconder cualquier huella de un pasado que les podía comprometer.
Por otra parte, la represión jurídica ejercida por el franquismo durante la inmediata posguerra aporta numerosos ejemplos de que lo fundamental no era el "delito", sino la personalidad de quien lo hubiera cometido. De hecho, es frecuente encontrar condenas dispares por comportamientos similares. Incluso la absolución o el olvido por aquello que, para otras personas, supuso años de cárcel o la muerte. La consiguiente corrupción del sistema es un tema tan complejo de estudiar como evidente a la luz de estas circunstancias, que se pueden documentar y forman parte de Las armas contra las letras.
José Luis Salado dedicó muchos de sus artículos en La Voz a criticar las repentinas conversiones ideológicas de la gente farandulera. A veces fue injusto y en otras ocasiones el periodista acertó de pleno al reflejar un mundillo de intereses, mediocridades y conveniencias. En cualquier caso, allá en Moscú tal vez tuviera ocasión de saber que sus colegas antifascistas del acto celebrado en un Madrid a punto de caer en manos del general Franco eran dos prohombres de la cultura franquista. La circunstancia habría merecido su afilada pluma, pero en la capital soviética lo único que pudo hacer fue sobrevivir en medio de la añoranza.

domingo, 4 de junio de 2023

La Guerra Civil y el balonmano


La consulta de la prensa publicada en el Madrid de la Guerra Civil a menudo depara sorpresas por lo insólito de algunas noticias, que parecen ajenas a los continuos bombardeos sufridos por una ciudad cercada desde noviembre de 1936. La vida de sus habitantes debía continuar a pesar de todas las carencias y calamidades. Este empeño relacionado con una cotidianidad convertida en materia heroica justifica la continuidad de los espectáculos públicos, una circunstancia que ha merecido la atención de la bibliografía académica, pero también la práctica de actividades como las deportivas, que se antojan imposibles en medio de los bombardeos, el hambre y los mil peligros de un Madrid donde cualquier asomo de normalidad parecía una quimera.
En este contexto, un suelto como el publicado en el diario Claridad el 13 de abril de 1938 merece su reproducción: «Se pone en conocimiento de todos los clubs y agrupaciones juveniles que el día 15 del presente se celebrará una reunión, a las seis y media de la tarde, para constituir la Federación de Hand-ball y aprobación de los estatutos por que ha de regirse. Dicha reunión se celebrará en el Hogar del Deportista (Castellana, 41)». 
Por entonces, y según informa el mismo diario socialista al día siguiente, estaban movilizados todos los hombres entre 17 y 45 años. No parece, pues, que hubiera muchos posibles aspirantes a jugar en un equipo federado y sometido a unos estatutos. Tampoco mujeres, aquellas que, durante la II República y como aparece en la foto publicada en el semanario Crónica, habían tenido un protagonismo notable en los orígenes de un deporte jugado con reglas distintas a las actuales. Todos, hombres y mujeres en edad de practicar un deporte, estarían más pendientes de noticias como la publicada por Claridad el 22 de abril de 1938: «Vender carne de perro equivale a dos años de cárcel y mil pesetas de multa». 
El titular remite a un hambre atroz, que tomaría un mayor protagonismo en los meses venideros. En ese contexto, reunirse para organizar un posible campeonato de balonmano supone un quiebro de la lógica. La extrañeza del lector parece inevitable, pero cabe recordar la necesidad imperiosa de que la vida continuara para soportar una situación extrema como la padecida por los habitantes de Madrid durante meses y meses de hambre y violencia.

El asesinato de García Lorca visto por Echea


La investigación histórica requiere muchas horas de trabajo y elevadas dosis de paciencia. El repaso de una hemeroteca tan amplia como la madrileña del período de la Guerra Civil es uno de los pilares que me ha permitido escribir el ensayo Las armas contra las letras, actualmente a la espera de ser publicado. El secretario del Juzgado Militar de Prensa hizo, a su manera, el mismo trabajo durante la inmediata posguerra, pero solo a la búsqueda de algunas pruebas aisladas con que inculpar a los procesados. Mi objetivo ha sido observar todo lo publicado en la prensa del período 1936-1939 para conocer la verdadera dimensión de la tarea realizada por estos dibujantes y, además, probar hasta qué punto los informes remitidos por ese secretario a veces se alejaban de la realidad documentada. La premura en la instrucción es obligatoria en los sumarísimos de urgencia y esta circunstancia suele inducir a notables errores, que en ocasiones derivan en condenas a muerte.
Echea fue el caricaturista habitual en las páginas del vespertino madrileño La Voz. La mayoría de sus creaciones, en una línea similar a la de José Robledano, critican la política de no intervención y hasta qué punto la misma favoreció la presencia en España de las tropas alemanas e italianas. De hecho, Mussolini y Hitler son los personajes históricos con una mayor presencia en sus caricaturas. No obstante, en esta línea editorial bastante reiterativa aparecen excepciones, como la del anuncio del asesinato de Federico García Lorca, que conmocionó a los republicanos. 
Echea se hace eco de la luctuosa noticia el 10 de septiembre de 1936 y acierta cuando vislumbra hasta qué punto la sombra de esa muerte hará célebres a sus asesinos, aquellos que le mataron en unas circunstancias que han requerido una compleja investigación y, sobre todo, a quienes le mandaron matar o miraron en otra dirección sin impedir tan atroz violencia. 
Un detalle a recordar: Miguel Hernández, cuando fue capturado cerca de la frontera portuguesa, lo primero que dijo a sus captores es que no repitieran lo hecho con su amigo García Lorca, pues sabía que la repercusión de la noticia había sido enorme y las autoridades franquistas no deseaban volver a cometer el mismo error. La alternativa, mucho menos perjudicial para sus intereses, fue dejar morir al poeta de miseria en la cárcel alicantina.

sábado, 3 de junio de 2023

Anales de Literatura Española llega al número 39

En la primavera de 2020, mis compañeros me confiaron la dirección de Anales de Literatura Española, una veterana revista cuya andadura comenzó a principios de los años ochenta, justo cuando me incorporé a la docencia universitaria. La revista había publicado treinta y un volúmenes, sus índices contaban con una nómina de destacados especialistas y era respetada entre los colegas más veteranos. El problema, no obstante, es que se seguía publicando como en los años ochenta y estaba al margen de la revolución que se ha dado en el ámbito de las revistas universitarias.
El número 32 casi lo heredé de la anterior dirección, pero a partir de entonces fuimos introduciendo cambios gracias al trabajo de mis compañeros Laura Palomo y Davide Mombelli, debidamente asesorados por el responsable de revistas en el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante. Sin aumentar el presupuesto, conseguimos pasar de un número anual que no siempre cumplía con la periodicidad a dos números anuales. Desde 2021, se publican en junio y diciembre alternando el carácter monográfico con el de misceláneas. Por otra parte, en aras de la ahora obligada especialización, nos hemos centrado en la historia de la literatura española desde principios del siglo XX hasta nuestros días.
El resultado de esta tarea es una revista actualmente presente en las más prestigiosas bases de datos porque cumple con todas las exigencias para su circulación en el ámbito universitario. En estos momentos, apenas unos días antes de que aparezca el número 39, pienso que las muchas horas dedicadas a un trabajo sin remuneración ni descarga lectiva han merecido la pena. Un investigador no siempre debe pretender estar en primera línea reivindicando su autoría. A menudo, y más cuando se acumulan décadas de experiencia que han de ser puestas al servicio de los compañeros jóvenes, el lugar de trabajo es el adecuado para un discreto estar al tanto de que todo vaya bien. 
El número 39 es de carácter misceláneo, pero ya está en marcha el 40, que lo dedicaremos al hispanismo italiano mientras van llegando artículos para el 41 y preparamos, junto con un grupo de investigación de la Universidad de Valladolid, el 42 e iniciamos los trámites con vistas al 44 con otro grupo de investigación. El flujo de gestiones es continuo y también el correspondiente trabajo, pero ayudar a un equipo joven y con ganas supone una alegría cuando tantos prejubilados tienden a ser unos cascarrabias dispuestos a añorar el pasado, aquel paraíso donde todo iba mejor.
El número 39, y todos los anteriores, se puede consultar a través del siguiente enlace:

 https://ale.ua.es/

jueves, 1 de junio de 2023

Petróleo, monjas y poetas. Otras historias de 1964


En 2021, gracias a la editorial Renacimiento y al Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante publiqué el volumen titulado Petróleo, monjas y poetas. Otras historias de 1964. El objetivo fundamental del mismo era repasar, desde ángulos insólitos o poco frecuentados, aquel año de una celebración crucial en la historia del franquismo: los XXV Años de Paz.
El texto de la contraportada así lo indicaba: El franquismo celebró los XXV años de Paz en 1964 y declaró inaugurada una nueva etapa a la búsqueda de su permanencia en el poder. La efeméride mereció una espectacular campaña propagandística, pero durante aquel año otras muchas historias al margen del discurso oficial tuvieron su protagonismo. Algunas aparecen retratadas en un ensayo donde el rigor histórico y una amplia documentación son compatibles con la voluntad de entretener al lector para dar cuenta de la Paz, cuya mayúscula ya indicaba su carácter ficticio. Inventores, monjas, curas, toreros y poetas pueblan un libro que rescata historias menudas y olvidadas, pero capaces de recordarnos una España que iniciaba la etapa del desarrollismo todavía a base de consignas.
La frase publicitaria que acompaña a este resumen sintetiza el sentido del mismo: Los XXV Años de Paz incluyeron historias sobre la quimera del petróleo, las monjas cantarinas y los poetas mantenidos.
Ahora el preprint del referido volumen se puede consultar en el catálogo del Repositorio de la Universidad de Alicante:

http://hdl.handle.net/10045/134826

Un franquismo con franquistas (2019)


Gracias al Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante y la editorial Renacimiento, en 2019 publiqué Un franquismo con franquistas, un ensayo donde recopilé diversas semblanzas de franquistas encabezadas por la del propio general Franco, «figura racial, prez de España». 
La lista continúa con la del censor que ejerció en TVE durante décadas para velar por la moral de los españoles, la del «golfo distinguido» Juan de Mora y Aragón, la del escritor y «estrenista» José Vicente Puente, la de Guillermo Sautier Casaseca como «rey de la lágrima», la de un Fernando Vizcaíno Casas empeñado en ser un dramaturgo «con inquietudes» en los ambientes del TEU, la de almirante Luis Carrero Blanco en su nunca valorada faceta de guionista televisivo, la de un policía local -Plinio- dispuesto a resolver casos criminales en «un paisaje de boinas», las de los participantes en las justas poéticas de la época, la de Mao Tsé Tung como chino sensual afincado en Alicante durante la guerra para disfrutar de la paella, el sol y las alicantinas y, finalmente, la de una ciudad provinciana de 1968 donde los ecos del mayo parisino llegaban bastante amortiguados.
La portada es un trabajo de mi hijo a partir de un fotograma de Crónicas de un pueblo y en la contraportada incluí un resumen de tan variadas propuestas acerca de los franquistas analizados en el ensayo: «La invención de un franquismo sin apenas franquistas, salvo unas pocas figuras históricas, es digna de asombro. La realidad de aquella España discurrió por otros cauces, donde una nutrida nómina de personajes singulares revela la hegemonía y el grado de penetración de una dictadura también caracterizada por la mediocridad y la sinrazón. El retrato de algunos de estos franquistas de segundo orden invita al humor compatible con el rigor de la investigación. El resultado es una galería de historias y semblanzas donde la sonrisa y la ironía invitan a la reflexión acerca de la omnipresencia del franquismo en el ámbito cultural durante un período con evidentes secuelas».
Todavía están a la venta algunos ejemplares de este volumen en las webs de la editorial Renacimiento y en la del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante, pero el preprint entregado para la correspondiente edición ya está disponible en el catálogo del Repositorio de la Universidad de Alicante:

http://hdl.handle.net/10045/134799