En la primavera de 2020, mis compañeros me confiaron la dirección de Anales de Literatura Española, una veterana revista cuya andadura comenzó a principios de los años ochenta, justo cuando me incorporé a la docencia universitaria. La revista había publicado treinta y un volúmenes, sus índices contaban con una nómina de destacados especialistas y era respetada entre los colegas más veteranos. El problema, no obstante, es que se seguía publicando como en los años ochenta y estaba al margen de la revolución que se ha dado en el ámbito de las revistas universitarias.
El número 32 casi lo heredé de la anterior dirección, pero a partir de entonces fuimos introduciendo cambios gracias al trabajo de mis compañeros Laura Palomo y Davide Mombelli, debidamente asesorados por el responsable de revistas en el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante. Sin aumentar el presupuesto, conseguimos pasar de un número anual que no siempre cumplía con la periodicidad a dos números anuales. Desde 2021, se publican en junio y diciembre alternando el carácter monográfico con el de misceláneas. Por otra parte, en aras de la ahora obligada especialización, nos hemos centrado en la historia de la literatura española desde principios del siglo XX hasta nuestros días.
El resultado de esta tarea es una revista actualmente presente en las más prestigiosas bases de datos porque cumple con todas las exigencias para su circulación en el ámbito universitario. En estos momentos, apenas unos días antes de que aparezca el número 39, pienso que las muchas horas dedicadas a un trabajo sin remuneración ni descarga lectiva han merecido la pena. Un investigador no siempre debe pretender estar en primera línea reivindicando su autoría. A menudo, y más cuando se acumulan décadas de experiencia que han de ser puestas al servicio de los compañeros jóvenes, el lugar de trabajo es el adecuado para un discreto estar al tanto de que todo vaya bien.
El número 39 es de carácter misceláneo, pero ya está en marcha el 40, que lo dedicaremos al hispanismo italiano mientras van llegando artículos para el 41 y preparamos, junto con un grupo de investigación de la Universidad de Valladolid, el 42 e iniciamos los trámites con vistas al 44 con otro grupo de investigación. El flujo de gestiones es continuo y también el correspondiente trabajo, pero ayudar a un equipo joven y con ganas supone una alegría cuando tantos prejubilados tienden a ser unos cascarrabias dispuestos a añorar el pasado, aquel paraíso donde todo iba mejor.
El número 39, y todos los anteriores, se puede consultar a través del siguiente enlace:
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