A lo largo de estos últimos días, me he visto en medio de una polémica periodística que tuvo su inicio en la petición, efectuada por un hijo de quien fuera secretario instructor en el consejo de guerra contra Miguel Hernández, para que el nombre de su padre desapareciera de algunos de mis trabajos publicados en Internet. A la espera de que el tema se resuelva satisfactoriamente, solo parto de algo que ha sido subrayado en los centenares de mensajes de solidaridad recibidos: la historia no se puede borrar.
La noticia ha provocado decenas de artículos y declaraciones en la prensa nacional, pero me limito a dar los enlaces de lo fundamental, publicado por El País:
PD. El conflicto no terminó con esta polémica, que solo fue el inicio de una larga serie de insultos, difamaciones, acosos y demandas hasta la sentencia del Tribunal Supremo dictada el 19 de marzo de 2024. Su amplia repercusión en la prensa la puedes consultar en la siguiente entrada: