El próximo 31 de octubre
tendrá lugar en Madrid el acto de reconocimiento de Miguel Hernández como
víctima del franquismo y se hará efectiva, de manera oficial, la anulación de
su condena. El objetivo se ha alcanzado gracias a la Ley de Memoria Democrática,
pero también por el empeño durante décadas de su familia, los hernandianos como
Joan Pámies y, claro está, los historiadores que hemos probado la barbaridad
jurídica que supuso el procesamiento del poeta.
La tarea de décadas ha
sido dura y compleja. Ya culminada, solo lamento la ausencia de algunos amigos
que la emprendieron. Me acuerdo especialmente del escritor Enrique Cerdán Tato
o del fiscal Miguel Gutiérrez. Su empeño hizo posible los trabajos
posteriores, gracias a una cadena donde cada uno aporta documentos o análisis
hasta desembocar en un resultado que nunca es definitivo, pero resulta aceptado
como relevante por la comunidad académica:
Si un historiador tuviera
la voluntad de tergiversar o manipular los documentos consultados, lo último
que haría es publicarlos íntegramente junto con su estudio. Así lo hice en la
edición de 2022 y el espectacular número de descargas de la versión digital
prueba que el interés por conocer lo sucedido en los consejos de guerra de Miguel
Hernández es notable.
No obstante, llegados a
este momento de reconocimiento público para el poeta, creo que el mismo se
debería extender a todas las víctimas del Juzgado Militar de Prensa, que fueron
muchas según lo visto en Las armas contra las letras y veremos en los
dos próximos volúmenes de la trilogía.
A lo largo de estos
últimos años, he tenido la oportunidad de conocer a la mayoría de los
descendientes de esas víctimas. La relación de colaboración y recogida de
testimonios ha sido satisfactoria, tanto desde el punto de vista histórico como
del humano. Ahora, al cabo de los años, no solo tengo colaboradores, sino
también amigos que agradecen la labor realizada.
La relevancia de Miguel
Hernández nunca debe ocultar el drama de otros escritores y periodistas que
pasaron por el Juzgado Militar de Prensa para acabar condenados. La familia de
Diego San José fue la responsable de que me interesara por este colectivo.
Gracias a su nieto, Diego San José también, dispuse de la documentación
digitalizada y catalogada. El trabajo fue arduo, pero las principales obras del
escritor ya están en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes al alcance de
cualquier interesado, su testimonio carcelario circula como obra de referencia
para conocer la represión franquista y, con la ayuda de la editorial
Renacimiento, contamos con ediciones críticas al alcance de los lectores.
La satisfacción por lo
arriba indicado se extiende al hecho de haber colaborado con Marta Sama para
dar a conocer la historia de su padre, el bienhumorado Joaquín Sama. Lo mismo
puedo decir de los descendientes de Antonio Buero Vallejo, Antoni Pugués,
Javier Bueno, Julián Zugazagoitia, Jaime Menéndez Fernández, Antonio Otero
Seco, Antonio Montoro, Santiago de la Cruz Touchard y tantos otros.
Las respuestas de estos
descendientes han sido positivas porque, ajenos a cualquier afán revanchista,
les emociona que los citados tengan un relato propio y un lugar en la memoria
histórica, aquel que les arrebató el franquismo cuando fueron condenados. Si,
trabajando juntos, lo hemos conseguido, bien está el esfuerzo de años de
búsquedas y consultas.
Desde que inicié esta
tarea, supe que el relato de las víctimas debía verse acompañado con el de los
victimarios. De ellos también hablan mis libros, pero por desgracia sin la
ayuda de los familiares. En varias ocasiones he intentado entrar en contacto
con los mismos para recabar sus testimonios porque, incluso en el caso de que
no los compartiera, mi obligación como historiador es citarlos para el
conocimiento de los lectores. La respuesta ha sido un silencio absoluto, al
margen de circunstancia conocidas por los lectores de este blog.
En cualquier caso, me he
puesto en contacto con Joan Pámies, el impulsor del acto de reconocimiento a
Miguel Hernández, para que en el evento que se celebrará el mismo día 31 de
octubre en el Ateneo de Madrid se cite expresamente a estas víctimas del
Juzgado Militar de Prensa, donde se instruyeron unos sumarios que desembocaron
en duras condenas.
Miguel Hernández merece
este reconocimiento, pero nunca debemos olvidar que junto a él otros escritores
y periodistas fueron condenados por su fidelidad a la II República y haber
ejercido el derecho a la libertad de expresión en defensa de sus ideales. Sus
descendientes, satisfechos por el reconocimiento del poeta oriolano, también lo
están porque sus familiares vuelvan a tener un relato para la historia. Tras
tantos años de silencio impuesto, creo haber contribuido a dárselo y, ahora
mismo, me acuerdo de los dos ancianos hijos de Diego San José, que llegué a
conocer y me emocionaron cuando presenté en Madrid las memorias carcelarias de
su padre. Aquella imagen recompensa años de trabajo.
Pd.: A causa de las graves inundaciones en varias localidades y la terrible noticia de los fallecidos en las mismas, el acto para el que estaba prevista la presencia del presidente del Gobierno ha quedado aplazado. Cuando sepa la nueva fecha, lo comunicaré.
Pd.: Con fecha del 31 de octubre de 2024, la Junta de Gobierno de la Universidad de Alicante ha acordado por unanimidad adherirse al acto de reconocimiento de Miguel Hernández como víctima del franquismo y la decisión de anular su sentencia adoptada por el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática.
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