La dirección de una tesis doctoral a veces te lleva por el camino de compartir con un doctorando tu propia investigación y en otras ocasiones te permite conocer un nuevo campo. Desde hace unos pocos meses estoy dirigiendo una tesis doctoral sobre la escritora Concha Alós, que falleció en unas circunstancias tan dramáticas como, por desgracia, frecuentes en quienes optaron por reflejar la cara más oscura de la España que conocieron de primera mano.
La novela Los enanos (1962) ha sido reeditada con éxito en fechas recientes por la editorial La Navaja Suiza. Gracias a esta labor pudimos conocer una obra que permanecía olvidada más allá de la meritoria labor de unos pocos estudiosos. Leerla es asomarse a la España del final de la autarquía, el destrozado y cutre país que, por fortuna ajena a la voluntad del general Franco, dio paso al desarrollismo de los años sesenta. En mi libro Contemos cómo pasó explico algunos de los motivos por los que a menudo evocamos con una sonrisa esos años sesenta, pero nunca cabe olvidar el punto de partida, magníficamente retratado por Concha Alós en esta novela, al igual que apareció en películas y obras teatrales coetáneas también ahora olvidadas, incluso negadas por la memoria.
El recuerdo de aquellos años es particularmente desagradable para la mayoría y, puestos a recordar, muchos optan por momentos donde no estuviera tan presente la miseria moral, física y económica de un país desnortado y sumido en los delirios de quienes gobernaban con un menguante concepto de la realidad.
La memoria tiende a privilegiar lo agradable o positivo, pero si nos dejamos llevar exclusivamente por este criterio tan comprensible acabamos convirtiendo esa memoria en una falsificación de la realidad histórica. La lectura de la citada novela de Concha Alós es un excelente aviso para evitar esa deriva de la memoria con tantos seguidores entre los lectores.
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