Los buenos amigos se distinguen también por leer con atención los libros que uno va publicando y avisarte de los posibles errores. Ignacio Martínez de Pisón me ha comentado que en Hojas volanderas hablo del fusilamiento de Julián Besteiro cuando en realidad murió en la cárcel, aunque sin pasar por un pelotón. El destino fue igualmente trágico e injusto, pero quede anotada la precisión en nombre de una aspiración a la veracidad que nunca debe abandonarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario