Abelardo Linares, el responsable de Renacimiento, es un editor peculiar. Su amor por la literatura española le ha llevado a emprender numerosas aventuras con un aire más romántico que empresarial y, al mismo tiempo, se manifiesta en detalles tan sorprendentes como facilitar al investigador un material bibliográfico de difícil acceso. Cuando redacté el capítulo dedicado a José Luis Salado no pude localizar una novelita suya: Fantomas en Salamanca. No hay ningún ejemplar de la misma en las bibliotecas públicas y tampoco figuraba en los catálogos de las librerías de viejo consultados a través de internet. Sin embargo, Abelardo, que es el propietario de una impresionante colección de novelas breves de principios del siglo XX, me ha facilitado la copia del que tal vez sea el único ejemplar conservado de Fantomas en Salamanca.
Su consulta no modifica nada sustancial de lo escrito en Hojas volanderas, donde incluí comentarios de otras novelitas de características similares. El texto responde a los rasgos de una colección de novelas galantes donde José Luis Salado coincidió con autores como Álvaro de Retana, habitual en estas lides, o César González Ruano, tan versátil con su pluma. Nuestro autor aporta dosis de ironía y humor, pero el relato galante de la señorita que se presenta imprevistamente en una habitación de hotel sólo es una invitación a la sonrisa derivada de la ingenuidad de esta literatura. Quede, al menos, este apunte para completar lo afirmado en el libro y, sobre todo, el agradecimiento a Abelardo Linares, amigo, editor y amante de la literatura.
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