He vuelto a ver, casi de rodillas, el excelente homenaje de Giuseppe Tornatore a Ennio Morricone, el maestro que más emociones inolvidables me ha hecho sentir. Al margen de esas emociones, compartidas con millones de espectadores de toda edad y condición, la película sintetiza las más oportunas reflexiones sobre los procesos creativos y ejemplifica una actitud de respeto a la misma creación ajena a cualquier prejuicio. El resultado es un genio capaz de competir con los grandes maestros de la historia de la música y, al mismo tiempo, un hombre tímido, serio y discreto que escaló con naturalidad desde lo más bajo para llegar a las más altas cimas. Muy recomendable para reflexionar, comentar y estimular a quienes abordamos los procesos creativos sin las anteojeras de un culturalismo.
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