Las erratas en los libros pueden ser evitadas si los originales son revisados con atención. Lo hago en numerosas ocasiones antes de publicar un ensayo y cuento, además, en esta labor con la colaboración de los compañeros del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante. Sin embargo, a veces las constato cuando ya no tienen remedio porque el libro está publicado.
Petróleo, monjas y poetas cuenta con un capítulo dedicado a la persecución que sufrió monseñor Fidel García Martínez por no compartir el entusiasmo de la Cruzada durante el franquismo. Al objeto de apartarle y neutralizarle, se urdió contra él una fantasiosa fábula que le presentaba como un obispo rijoso capaz de compartir cama con unas jóvenes prostitutas en un burdel barcelonés. Gracias a las investigaciones de una colega y las mías, esta leyenda queda desmontada y podemos asegurar que monseñor no fue un obispo rijoso. Tampoco «leproso» como por errata, tal vez fruto de una interferencia cuyo origen está en Gabriel Miró, figura en el índice del citado libro.
Pido disculpas al lector y a la memoria de monseñor Fidel García Martínez, que bastante sufrió en vida por culpa de quienes exigían una adhesión inquebrantable.
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