jueves, 6 de noviembre de 2025

José Fragero Pozuelo, falangista y confidente del SIM


 José Fragero Pozuelo. Fuente: Rafael Cordero Avilés, Héroes sin nombre, p. 532

El falangista José Fragero Pozuelo (1895-1965), «redactor comercial de ABC y Blanco y Negro» (Diario de Córdoba, 23-VI-1936) desde 1932 y procedente de La Nación, también era «agente de publicidad» de diferentes medios periodísticos (Guion, 14-IV-1936) de una capital donde, probablemente, fue detenido junto con otros dos individuos «por estafador en la compra venta de automóviles» (El Castellano, 11-III-1932).

La ausencia del segundo apellido en la nota de prensa impide confirmar con seguridad la circunstancia delictiva de quien hizo gala de habilidades para múltiples negocios, que a veces provocaron el recelo de las empresas. Así lo deducimos de la segunda referencia periodística. Analizada con atención como aviso preventivo para los lectores de Guion y posibles anunciantes, la literalidad deja entender que el agente de publicidad a veces actuaba por libre.

El andaluz afincado con su familia en Madrid quedó en paro tras el inicio de la Guerra Civil. A pesar de sus dotes para establecer relaciones amistosas con «ricos y pobres», que las mantuvo hasta el final de sus días de bohemia nocturna en Córdoba (Cordero Avilés, 2024: 532), la búsqueda de anunciantes resultaría un imposible más allá del verano de 1936. Al menos, si el destino de la publicidad eran unas publicaciones de Prensa Española que en Madrid siguieron rumbos nunca imaginados por los propietarios de una empresa confiscada. José Fragero Pozuelo presentó el despido como una represalia tras la primera detención en agosto de 1936 por su condición de «desafecto».

El supuesto pasado falangista del cordobés supone una incógnita de las tantas que rodean a este personaje del Madrid anónimo. La derechista en Renovación Española y el Partido Tradicionalista la probó en la ciudad natal gracias a los responsables falangistas, pero no en Madrid, donde solo contó con avales de quienes no ocupaban cargos en FET y de las JONS. Por otra parte, José Fragero Pozuelo dejó Córdoba antes del liderazgo de José Antonio Primo de Rivera y por las fechas sería un anacronismo su militancia en la capital andaluza. El documento allí fechado y aportado al sumario pudo ser fruto de la ayuda prestada por sus familiares para sacarle de la cárcel en 1939.

En cualquier caso, la subsistencia del «redactor comercial» junto con su familia en la capital sitiada sería complicada y requeriría habilidad para moverse en ambientes donde las fronteras políticas resultaban franqueables a conveniencia o necesidad. El antiguo óptico con empresa familiar radicada en Córdoba fue despedido del ABC tras la primera detención, según su declaración, y optó por ganarse la vida en un taller de óptica de la calle Villanueva regentado por la CNT, que lo cerró meses después cuando supo que los empleados eran unos emboscados.

El cordobés completó el pluriempleo como fotógrafo con el carnet 686, expedido gracias a la autorización de la Secretaría de Propaganda de la Junta Delegada de Defensa de Madrid (CDMH, PS-Madrid, 18701. 152). El antiguo empleado de Prensa Española también se afilió a la CNT en marzo de 1937 para evitar problemas con las autoridades republicanas, que vigilaron estrechamente a un colectivo de fotógrafos -ambulantes o al servicio de empresas periodísticas- que podía facilitar información a los sublevados, como vimos en el caso del fotoperiodista José M.ª Díez Casariego.

Mientras tanto, según sus declaraciones en el sumario 63920 del AGHD, José Fragero Pozuelo por su supuesta condición de falangista perseguido entraba y salía de las más afamadas y temibles checas: Fomento, Bellas Artes, Atocha…. De ser cierta la circunstancia evocada en su defensa cuando fue procesado, la citada autorización como fotógrafo habría quedado anulada y alguna huella documental de esas detenciones constaría en los archivos.

La búsqueda en ese sentido ha resultado infructuosa porque -según lo visto en el sumario- las detenciones eran por indocumentado o un recurso del SIM para que José Fragero Pozuelo aparentara ser un perseguido y ganara así la confianza de quienes verdaderamente lo eran. Al menos, parece evidente que el fotógrafo no fue procesado por las autoridades republicanas, aunque resultara detenido con una asiduidad sorprendente para quien no me consta que figure en la documentación relacionada con la quinta columna. La citada táctica del SIM pudo ser la causa de esa frecuencia.

El reiterado paso por esos espacios de la represión republicana desembocaba casi siempre en un destino trágico o en un procesamiento. Los ejemplos menudean hasta la llegada del invierno de 1936, pero José Fragero Pozuelo nunca concretó en este sentido, dejó un reguero de incógnitas sobre sus actividades para ganarse la vida durante la guerra y el 2 de abril de 1939 se imaginaba a salvo entre los vencedores.

Así, el militante de la CNT ahora se presenta como «Jefe de Centuria de la 67 Bandera de Falange Española Tradicionalista y de las JONS» para avalar el comportamiento del «teniente coronel rojo» Juan Muñoz Pruneda, que «fue siempre de ayuda al perseguido» (Cordero Avilés, 2024: 533). El aval del redactor comercial debió resultar efectivo a tenor de la documentación conservada acerca del militar republicano. Ni siquiera nos consta su consejo de guerra en las fuentes consultadas.

El jefe de centuria no previó que sus correligionarios consultaran la abundante documentación incautada al finalizar la guerra, entre la que estaba el archivo de la Policía Militar de los republicanos. El testimonio documental fue demoledor y permite entender que los vecinos de José Fragero Pozuelo, preguntados por los miembros de la DGS acerca de sus actividades durante la guerra, dijeran desconocer si los familiares del cordobés acudían a las dependencias del SIM porque estaba allí detenido o por ser su destino laboral. Ambas circunstancias formaban parte de una misma realidad donde el equívoco o el juego de las apariencias resultaban fundamentales.

Detenido el 29 de julio de 1939 en Madrid bajo la acusación de ser un confidente del SIM, José Fragero Pozuelo no volvió a presentarse ante la Policía Militar como «jefe de centuria» de alguna bandera falangista. Pronto sabría de la compañía de quienes recelaban de su comportamiento y no estaban dispuestos a olvidar el pasado inmediato, a pesar del probable e impostado entusiasmo con que habría procedido tras la entrada de las tropas del general Franco en la capital.

Mientras permanecía en la prisión de Comendadoras, el 9 de octubre presta declaración en la Jefatura de la Policía Militar. José Fragero Pozuelo, de 43 años, se presenta como redactor comercial de ABC y militante falangista desde 1934; es decir, cuando ya se encontraba en Madrid y había dejado atrás su Córdoba natal.

A continuación, relata la persecución sufrida por parte de la Brigada Social de los republicanos sin aludir a sus relaciones con el SIM, obvia su condición de fotógrafo autorizado por la Secretaría de Propaganda de la Junta Delegada de Defensa y explica que, cansado de tantas detenciones, en diciembre de 1938 aceptó colaborar con el SIM a cambio de conservar la libertad.

La circunstancia es grave y se remonta a mucho antes, según la documentación incautada y obrante en el propio sumario. No obstante, el declarante la minimiza aclarando que por las tardías fechas de ese acuerdo no llegó a prestar servicios a la inteligencia republicana, colaboró con los falangistas de la quinta columna durante el golpe del coronel Casado y, finalmente, solo recibió «unas quinientas pesetas, algunos víveres y tabaco» a manos del SIM.

El mismo día y también en la Jefatura de la Policía Militar, declara José Luque López, «jefe del Negociado de Retaguardia e Ingenieros del SIM rojo». El declarante intenta ayudar al confidente sin caer en lo inverosímil. Así explica que José Fragero López fue detenido en diciembre de 1938 y puesto en libertad poco después tras haber aceptado trabajar como confidente del citado negociado.

El responsable del SIM le llegó a encargar varios servicios para localizar y detener a nuevos desafectos al régimen republicano, pero no completó ninguno por la cercanía del final de la guerra. A pesar de esta circunstancia, el SIM le pagó unas ochocientas pesetas, trescientas más que las reconocidas por el encausado, y le proporcionó víveres y tabaco.

La duda acerca de si hubo alguna contraprestación por parte del encausado permanece a tenor de esta declaración, a pesar de que la DGS el 4 de diciembre de 1939 informa que tiene conceptuado al supuesto confidente «como buena persona y de ideas muy derechistas, por cuyo motivo estuvo detenido varias veces por los rojos». Los policías, claro está, ignoraban la documentación incautada que fue utilizada por el capitán Luis Rodiles Monreal durante su instrucción del sumario.

El 18 de enero de 1940, el encausado que por entonces permanecía en la cárcel de Conde de Toreno, ratifica lo declarado ante la Policía Militar y el 13 de abril el auditor manda instruir el sumario 63920 al Juzgado Permanente de Policía Militar dedicado al contraespionaje. La instrucción resulta tan escueta como de costumbre por entonces.

A pesar de los avales de «personas de orden» que fueron ayudadas por José Fragero Pozuelo durante la guerra, en el auto resumen del 18 de junio de 1940 prevalece la acusación de haber facilitado al SIM la localización de más de cuarenta individuos que resultaron detenidos poco después. La lista de los mismos guarda relación con el caso de «los 195» y está encabezada por el capitán Atanasio Sáinz de la Torre y José Company Celda, uno de esos 195 procesados, que le había denunciado el 6 de junio de 1940 tras haber visto el nombre de José Fragero Pozuelo como la persona que a su vez le había delatado ante las autoridades republicanas.

Las ochocientas pesetas pagadas por el SIM, los víveres y el tabaco debieron representar solo una parte de lo recibido por José Fragero Pozuelo por aparentar la condición de perseguido y ganarse así la confianza de quienes verdaderamente lo eran. En cualquier caso, ese pago, según el auto resumen, tuvo una contraprestación, aunque afortunadamente los detenidos fueron puestos en libertad en las vísperas del final de la guerra.

El 19 de septiembre de 1940, el fiscal solicita una pena de treinta años para el encausado, pero el tribunal presidido por el omnipresente comandante Pablo Alfaro le condena a solo doce y de prisión menor. La sentencia admite las atenuantes de la militancia falangista -nunca avalada por los representantes del partido en Córdoba o Madrid- y las detenciones sufridas durante la guerra, hasta que «detenido por el SIM y amenazado se prestó a ser confidente del mismo en el Negociado de Retaguardia, dando lugar a la detención de dicho señor [Enrique Sáinz de la Torre León] y cuarenta y tres más, detención que no tuvo más consecuencias que la privación de libertad a los mismos».

El citado detenido, junto con su hermano Atanasio, ya había sido procesado en 1937 por desafección al régimen republicano, siendo finalmente absuelto en la sentencia del 29 de noviembre de 1937 (AHN, FC-Causa General, 109, Exp. 28). Asimismo, y a tenor de los avales recopilados durante la instrucción, la sentencia señala que José Fragero Pozuelo «favorecía y procuraba salvaguardar a personas de derechas no realizando su labor de confidente más que en casos como el citado en los que se veía en descubierto si no lo hacía». El tribunal sabía que no estaba ante un «rojo» y mostró una inhabitual actitud comprensiva con el encausado.

El auditor ratificó la sentencia el 30 de septiembre y hasta el presente nada sabemos acerca de la fecha de su puesta en libertad porque el sumario no incluye estos documentos. Dado que la condena de José Fragero Pozuelo era de doce años de prisión menor, la suponemos temprana y sin mayores consecuencias para quien, el 2 de abril de 1939, se había presentado como jefe de centuria de una bandera falangista.

Tal vez el afiliado a la CNT lo fuera ante el previsible desenlace de la guerra, pero la realidad de los años pasados en el Madrid sitiado fue muy dura, la necesidad de buscar dinero o víveres ablandaría cualquier conciencia y, puestos a sobrevivir, cabe imaginar que, en los últimos meses o desde antes, el fotógrafo, responsable de una óptica y redactor comercial denunciara a quienes tuviera cerca porque le consideraban «una persona muy derechista».

El precio de la subsistencia era caro en términos éticos o de coherencia política, pero tampoco cabe hablar de culpables cuando la verdadera responsabilidad fue la de quienes dieron un golpe de Estado el 18 de julio de 1936 e iniciaron un período donde la ética y la coherencia suponían un lujo al alcance de unos pocos. José Fragero Pozuelo llegó a saludar al exiliado Alfonso XIII en Fontainebleau, llevaba la bandera rojigualda en la cartera y terminó la guerra como jefe de centuria, pero antes debió subsistir, al igual que su familia.

 


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