El falangista José
Fragero Pozuelo (1895-1965), «redactor comercial de ABC y Blanco y
Negro» (Diario de Córdoba, 23-VI-1936) desde 1932 y procedente de La
Nación, también era «agente de publicidad» de diferentes medios
periodísticos (Guion, 14-IV-1936) de una capital donde, probablemente,
fue detenido junto con otros dos individuos «por estafador en la compra venta
de automóviles» (El Castellano, 11-III-1932).
La ausencia del segundo
apellido en la nota de prensa impide confirmar con seguridad la circunstancia
delictiva de quien hizo gala de habilidades para múltiples negocios, que a
veces provocaron el recelo de las empresas. Así lo deducimos de la segunda referencia
periodística. Analizada con atención como aviso preventivo para los lectores de
Guion y posibles anunciantes, la literalidad deja entender que el agente
de publicidad a veces actuaba por libre.
El andaluz afincado con
su familia en Madrid quedó en paro tras el inicio de la Guerra Civil. A pesar
de sus dotes para establecer relaciones amistosas con «ricos y pobres», que las
mantuvo hasta el final de sus días de bohemia nocturna en Córdoba (Cordero
Avilés, 2024: 532), la búsqueda de anunciantes resultaría un imposible más allá
del verano de 1936. Al menos, si el destino de la publicidad eran unas
publicaciones de Prensa Española que en Madrid siguieron rumbos nunca
imaginados por los propietarios de una empresa confiscada. José Fragero Pozuelo
presentó el despido como una represalia tras la primera detención en agosto de
1936 por su condición de «desafecto».
El supuesto pasado
falangista del cordobés supone una incógnita de las tantas que rodean a este
personaje del Madrid anónimo. La derechista en Renovación Española y el Partido
Tradicionalista la probó en la ciudad natal gracias a los responsables falangistas,
pero no en Madrid, donde solo contó con avales de quienes no ocupaban cargos en
FET y de las JONS. Por otra parte, José Fragero Pozuelo dejó Córdoba antes del
liderazgo de José Antonio Primo de Rivera y por las fechas sería un anacronismo
su militancia en la capital andaluza. El documento allí fechado y aportado al
sumario pudo ser fruto de la ayuda prestada por sus familiares para sacarle de
la cárcel en 1939.
En cualquier caso, la
subsistencia del «redactor comercial» junto con su familia en la capital
sitiada sería complicada y requeriría habilidad para moverse en ambientes donde
las fronteras políticas resultaban franqueables a conveniencia o necesidad. El antiguo
óptico con empresa familiar radicada en Córdoba fue despedido del ABC tras
la primera detención, según su declaración, y optó por ganarse la vida en un
taller de óptica de la calle Villanueva regentado por la CNT, que lo cerró
meses después cuando supo que los empleados eran unos emboscados.
El cordobés completó el
pluriempleo como fotógrafo con el carnet 686, expedido gracias a la
autorización de la Secretaría de Propaganda de la Junta Delegada de Defensa de
Madrid (CDMH, PS-Madrid, 18701. 152). El antiguo empleado de Prensa Española
también se afilió a la CNT en marzo de 1937 para evitar problemas con las
autoridades republicanas, que vigilaron estrechamente a un colectivo de
fotógrafos -ambulantes o al servicio de empresas periodísticas- que podía
facilitar información a los sublevados, como vimos en el caso del
fotoperiodista José M.ª Díez Casariego.
Mientras tanto, según sus
declaraciones en el sumario 63920 del AGHD, José Fragero Pozuelo por su
supuesta condición de falangista perseguido entraba y salía de las más afamadas
y temibles checas: Fomento, Bellas Artes, Atocha…. De ser cierta la circunstancia
evocada en su defensa cuando fue procesado, la citada autorización como
fotógrafo habría quedado anulada y alguna huella documental de esas detenciones
constaría en los archivos.
La búsqueda en ese
sentido ha resultado infructuosa porque -según lo visto en el sumario- las
detenciones eran por indocumentado o un recurso del SIM para que José Fragero
Pozuelo aparentara ser un perseguido y ganara así la confianza de quienes
verdaderamente lo eran. Al menos, parece evidente que el fotógrafo no fue
procesado por las autoridades republicanas, aunque resultara detenido con una
asiduidad sorprendente para quien no me consta que figure en la documentación
relacionada con la quinta columna. La citada táctica del SIM pudo ser la causa
de esa frecuencia.
El reiterado paso por
esos espacios de la represión republicana desembocaba casi siempre en un
destino trágico o en un procesamiento. Los ejemplos menudean hasta la llegada
del invierno de 1936, pero José Fragero Pozuelo nunca concretó en este sentido,
dejó un reguero de incógnitas sobre sus actividades para ganarse la vida
durante la guerra y el 2 de abril de 1939 se imaginaba a salvo entre los
vencedores.
Así, el militante de la
CNT ahora se presenta como «Jefe de Centuria de la 67 Bandera de Falange
Española Tradicionalista y de las JONS» para avalar el comportamiento del
«teniente coronel rojo» Juan Muñoz Pruneda, que «fue siempre de ayuda al
perseguido» (Cordero Avilés, 2024: 533). El aval del redactor comercial debió
resultar efectivo a tenor de la documentación conservada acerca del militar
republicano. Ni siquiera nos consta su consejo de guerra en las fuentes
consultadas.
El jefe de centuria no
previó que sus correligionarios consultaran la abundante documentación
incautada al finalizar la guerra, entre la que estaba el archivo de la Policía
Militar de los republicanos. El testimonio documental fue demoledor y permite
entender que los vecinos de José Fragero Pozuelo, preguntados por los miembros
de la DGS acerca de sus actividades durante la guerra, dijeran desconocer si
los familiares del cordobés acudían a las dependencias del SIM porque estaba
allí detenido o por ser su destino laboral. Ambas circunstancias formaban parte
de una misma realidad donde el equívoco o el juego de las apariencias
resultaban fundamentales.
Detenido el 29 de julio
de 1939 en Madrid bajo la acusación de ser un confidente del SIM, José Fragero
Pozuelo no volvió a presentarse ante la Policía Militar como «jefe de centuria»
de alguna bandera falangista. Pronto sabría de la compañía de quienes recelaban
de su comportamiento y no estaban dispuestos a olvidar el pasado inmediato, a
pesar del probable e impostado entusiasmo con que habría procedido tras la
entrada de las tropas del general Franco en la capital.
Mientras permanecía en la
prisión de Comendadoras, el 9 de octubre presta declaración en la Jefatura de
la Policía Militar. José Fragero Pozuelo, de 43 años, se presenta como redactor
comercial de ABC y militante falangista desde 1934; es decir, cuando ya
se encontraba en Madrid y había dejado atrás su Córdoba natal.
A continuación, relata la
persecución sufrida por parte de la Brigada Social de los republicanos sin
aludir a sus relaciones con el SIM, obvia su condición de fotógrafo autorizado
por la Secretaría de Propaganda de la Junta Delegada de Defensa y explica que,
cansado de tantas detenciones, en diciembre de 1938 aceptó colaborar con el SIM
a cambio de conservar la libertad.
La circunstancia es grave
y se remonta a mucho antes, según la documentación incautada y obrante en el
propio sumario. No obstante, el declarante la minimiza aclarando que por las
tardías fechas de ese acuerdo no llegó a prestar servicios a la inteligencia
republicana, colaboró con los falangistas de la quinta columna durante el golpe
del coronel Casado y, finalmente, solo recibió «unas quinientas pesetas,
algunos víveres y tabaco» a manos del SIM.
El mismo día y también en
la Jefatura de la Policía Militar, declara José Luque López, «jefe del
Negociado de Retaguardia e Ingenieros del SIM rojo». El declarante intenta
ayudar al confidente sin caer en lo inverosímil. Así explica que José Fragero
López fue detenido en diciembre de 1938 y puesto en libertad poco después tras
haber aceptado trabajar como confidente del citado negociado.
El responsable del SIM le
llegó a encargar varios servicios para localizar y detener a nuevos desafectos
al régimen republicano, pero no completó ninguno por la cercanía del final de
la guerra. A pesar de esta circunstancia, el SIM le pagó unas ochocientas
pesetas, trescientas más que las reconocidas por el encausado, y le proporcionó
víveres y tabaco.
La duda acerca de si hubo
alguna contraprestación por parte del encausado permanece a tenor de esta
declaración, a pesar de que la DGS el 4 de diciembre de 1939 informa que tiene
conceptuado al supuesto confidente «como buena persona y de ideas muy derechistas,
por cuyo motivo estuvo detenido varias veces por los rojos». Los policías,
claro está, ignoraban la documentación incautada que fue utilizada por el
capitán Luis Rodiles Monreal durante su instrucción del sumario.
El 18 de enero de 1940,
el encausado que por entonces permanecía en la cárcel de Conde de Toreno,
ratifica lo declarado ante la Policía Militar y el 13 de abril el auditor manda
instruir el sumario 63920 al Juzgado Permanente de Policía Militar dedicado al
contraespionaje. La instrucción resulta tan escueta como de costumbre por
entonces.
A pesar de los avales de
«personas de orden» que fueron ayudadas por José Fragero Pozuelo durante la
guerra, en el auto resumen del 18 de junio de 1940 prevalece la acusación de
haber facilitado al SIM la localización de más de cuarenta individuos que resultaron
detenidos poco después. La lista de los mismos guarda relación con el caso de
«los 195» y está encabezada por el capitán Atanasio Sáinz de la Torre y José
Company Celda, uno de esos 195 procesados, que le había denunciado el 6 de
junio de 1940 tras haber visto el nombre de José Fragero Pozuelo como la
persona que a su vez le había delatado ante las autoridades republicanas.
Las ochocientas pesetas
pagadas por el SIM, los víveres y el tabaco debieron representar solo una parte
de lo recibido por José Fragero Pozuelo por aparentar la condición de
perseguido y ganarse así la confianza de quienes verdaderamente lo eran. En
cualquier caso, ese pago, según el auto resumen, tuvo una contraprestación,
aunque afortunadamente los detenidos fueron puestos en libertad en las vísperas
del final de la guerra.
El 19 de septiembre de
1940, el fiscal solicita una pena de treinta años para el encausado, pero el
tribunal presidido por el omnipresente comandante Pablo Alfaro le condena a
solo doce y de prisión menor. La sentencia admite las atenuantes de la militancia
falangista -nunca avalada por los representantes del partido en Córdoba o
Madrid- y las detenciones sufridas durante la guerra, hasta que «detenido por
el SIM y amenazado se prestó a ser confidente del mismo en el Negociado de
Retaguardia, dando lugar a la detención de dicho señor [Enrique Sáinz de la
Torre León] y cuarenta y tres más, detención que no tuvo más consecuencias que
la privación de libertad a los mismos».
El citado detenido, junto
con su hermano Atanasio, ya había sido procesado en 1937 por desafección al
régimen republicano, siendo finalmente absuelto en la sentencia del 29 de
noviembre de 1937 (AHN, FC-Causa General, 109, Exp. 28). Asimismo, y a tenor de
los avales recopilados durante la instrucción, la sentencia señala que José
Fragero Pozuelo «favorecía y procuraba salvaguardar a personas de derechas no
realizando su labor de confidente más que en casos como el citado en los que se
veía en descubierto si no lo hacía». El tribunal sabía que no estaba ante un
«rojo» y mostró una inhabitual actitud comprensiva con el encausado.
El auditor ratificó la
sentencia el 30 de septiembre y hasta el presente nada sabemos acerca de la
fecha de su puesta en libertad porque el sumario no incluye estos documentos.
Dado que la condena de José Fragero Pozuelo era de doce años de prisión menor,
la suponemos temprana y sin mayores consecuencias para quien, el 2 de abril de
1939, se había presentado como jefe de centuria de una bandera falangista.
Tal vez el afiliado a la
CNT lo fuera ante el previsible desenlace de la guerra, pero la realidad de los
años pasados en el Madrid sitiado fue muy dura, la necesidad de buscar dinero o
víveres ablandaría cualquier conciencia y, puestos a sobrevivir, cabe imaginar
que, en los últimos meses o desde antes, el fotógrafo, responsable de una
óptica y redactor comercial denunciara a quienes tuviera cerca porque le
consideraban «una persona muy derechista».
El precio de la
subsistencia era caro en términos éticos o de coherencia política, pero tampoco
cabe hablar de culpables cuando la verdadera responsabilidad fue la de quienes
dieron un golpe de Estado el 18 de julio de 1936 e iniciaron un período donde la
ética y la coherencia suponían un lujo al alcance de unos pocos. José Fragero
Pozuelo llegó a saludar al exiliado Alfonso XIII en Fontainebleau, llevaba la
bandera rojigualda en la cartera y terminó la guerra como jefe de centuria,
pero antes debió subsistir, al igual que su familia.

No hay comentarios:
Publicar un comentario