El catalán Mario Cabré fue un guapo profesional en los ruedos y los escenarios, además de poeta y espíritu sensible. En 1986, tras largos años postrado por la enfermedad, le preguntaron por su estado: "Lo suficientemente bien como para sonreír". Esta historia merece un relato, que estoy elaborando para mi próximo libro dedicado a 1964, el año en que el torero alcanzó su máxima popularidad como presentador del programa Reina por un día.
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