La foto de Félix Orrio, tomada el 2 de mayo de 1976 en la madrileña plaza del Dos de Mayo, pronto se convirtió en un icono de la lucha por la libertad de expresión durante aquellos años. Gracias al citado fotógrafo y a un buen amigo, he podido completar lo sucedido alrededor de aquel instante de euforia. El resultado es el primer capítulo de un nuevo ensayo, Ofendidos y censores, dedicado en esta ocasión al anonimato de muchos que lucharon por hacer realidad la libertad de expresión.
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