En el origen de mis libros siempre hay una película y una melodía, entre otros motivos que impulsan la consiguiente investigación. El primer volumen de Las armas contra las letras. Los consejos de guerra de periodistas y escritores, 1939-1945 (Sevilla, Renacimiento-Universidad de Alicante, 2023) parte de la emoción de haber visto Sin olvido (2018), de Martin Sulik, y de recordar con nostalgia una canción del lejano 1972, Une belle histoire, interpretada por Michel Fugain. Ambas referencias parecen distantes, incluso contrapuestas. No obstante, las bellas historias de un amor tan intenso como fugaz no siempre están protagonizadas por jóvenes que se encuentran en una autoroute. También son posibles entre jubilados que, lejos de cualquier acercamiento sexual o sentimental, comparten el deseo racional de conocer un pasado donde hay vínculos capaces de replantear un presente abismado a la inminente muerte. Por el camino de esta singular road movie surge una sólida y profunda amistad derivada del respeto mutuo. La bella historia la tengo presente como un deseo o un ideal a la hora de escribir Las armas contra las letras, donde a menudo me he encontrado historias tan reales como propias de la habitual mediocridad en una realidad ajena a los recursos de la ficción. A veces, a la hora de escribir un ensayo histórico, conviene disponer de un norte ideal para soportar el requisito de ajustarse a la realidad documentada.
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