martes, 26 de diciembre de 2023

Roger de Flor, poeta y maestro republicano, también prometió el mar


La historia del maestro republicano Antoni Benaiges estuvo sepultada en el olvido hasta 2010, pero durante estos últimos meses se ha convertido en un verdadero fenómeno con una excelente película que recrea su trayectoria, una no menos interesante obra teatral dedicada al mismo objetivo, varios libros biográficos, canciones, exposiciones y, por supuesto, una notable presencia en los medios de comunicación. 
Quienes afirman que la memoria democrática no interesa y que todo lo relacionado con la Guerra Civil está superado debieran reflexionar acerca de este fenómeno, que ha surgido gracias al boca a boca de los espectadores y la voluntad de numerosos creadores e investigadores carentes de apoyos mediáticos o empresariales. La noticia del éxito de una película con trescientos mil espectadores en los cines recompensa por unas labores a menudo realizadas sin repercusión pública.
El riesgo es pensar en el carácter excepcional de la historia de Antoni Benaiges y así descontextualizarla. Los creadores y los investigadores han evitado caer en semejante error, pero algunos espectadores o quienes tengan un conocimiento más superficial de lo sucedido con aquel maestro trágicamente desaparecido pueden pensar en una historia tan emocionante como aislada. Nada más lejos de la realidad. Las vicisitudes de los maestros republicanos que, de una u otra manera, fueron represaliados por el franquismo darían para completar varias enciclopedias. De hecho, la represión del magisterio durante la posguerra cuenta con una excelente y nutrida bibliografía.



Estos días, al leer un excelente estudio de Alfonso M. Villalta Luna titulado Tragedia en tres actos. Los juicios sumarísimos del franquismo (Madrid, CSIC, 2022), he conocido una de esas historias, la protagonizada por un maestro y poeta que firmaba con el seudónimo de Roger de Flor. Se trata de Jesús Menchén Manzanares (1912-1939), que poco antes de la Guerra Civil fue destinado a Villamayor de Calatrava. Por entonces, ya era un precoz poeta que colaboraba en medios locales como Pueblo Manchego y, afiliado a la FUE, en revistas de este sindicato estudiantil. Allí dio cuenta de sus comprometidos poemas, lamentó la muerte de Federico García Lorca y fue coherente con su pensamiento cuando se alistó voluntario en las milicias republicanas. La historia la detalla el citado investigador en las páginas 185-194 de Tragedia en tres actos y su consejo de guerra, que terminó con un fusilamiento tras haber sido delatado por un vecino, acabará siendo incluido en el tercer volumen de Las armas contra las letras. 
El éxito del maestro que prometió el mar a sus alumnos de un pueblecito de Burgos supone un estímulo para quienes, a lo largo de nuestras investigaciones, solemos encontrar historias tal vez menos potentes para ser trasladadas a una película, pero igualmente conmovedoras por el destino trágico de unos maestros o unos poetas que, a su manera, también soñaron con el mar y lo prometieron hasta que el franquismo los dejó en una cuneta o una fosa común.


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