Fernando Olmeda, en una
de las entrevistas que enlazo abajo, afirma que nadie debe permanecer indiferente
a los problemas de los colectivos agrupados bajo las siglas LGTBIQ+. Los
derechos de los mismos son, al fin y al cabo, derechos humanos, que como tales
nos conciernen con independencia de nuestra identidad sexual.
A lo largo de estos últimos años, he ido aprendiendo al respecto para superar una educación que me negó la posibilidad de conocer la realidad de estos colectivos. El aprendizaje ha sido una verdadera experiencia para la gente de mi generación. Sin embargo, como historiador del franquismo, siempre he tenido claro que la dictadura incluyó entre sus víctimas a quienes optaron por identidades ajenas a la estrechez del nacionalcatolicismo. La historia de la represión franquista, por lo tanto, también abarca la destinada a unos colectivos que padecieron un régimen que entre sus señas de identidad contaba con una homofobia bastante compartida por la población.
A lo largo de mis
investigaciones he encontrado numerosos ejemplos, pero el más reciente es el
protagonizado por Álvaro Retana, cuya ambigüedad sexual le salió bien cara
durante la posguerra. Al igual que ocurriera con el célebre Miguel de Molina,
el «novelista más guapo del mundo» contaba entre los vencedores con amistades
dispuestas a negar su pasado. El resultado en este caso no derivó en una paliza
y el posterior exilio, sino en una persecución judicial que condujo al autor
galante a largos años de cárcel, tantos que, para mi sorpresa, es la víctima
del colectivo de los periodistas y escritores con un currículo carcelario más
extenso.
La historia de la
persecución sufrida por Álvaro Retana, con datos inéditos, aparecerá en el
segundo volumen de la trilogía dedicada a los consejos de guerra de periodistas
y escritores. Enfrente, entre los victimarios, también tenía personas que
escondían su identidad sexual y hasta exacerbaban su espíritu represivo para
que la misma cayera en el olvido. Los lectores de Nos vemos en Chicote (2015)
y Las armas contra las letras (2023) saben de quien hablo.
El libro de Fernando
Olmeda, El látigo y la pluma (2004), ahora reeditado se ha convertido en
un referente bibliográfico para conocer la suerte de estos colectivos durante
el franquismo y, por supuesto, un acicate para que los historiadores prestemos
la debida atención a una realidad sistemáticamente desatendida y cuyo
conocimiento todavía está sujeto a restricciones relacionadas con el acceso a
la documentación. Desde su primera edición en 2004 se ha avanzado mucho en esta
dirección. Dejar de reconocerlo sería absurdo, pero el camino a recorrer
todavía es largo.
Un Orgullo sin una base
histórica siempre será incompleto. Para procurarla, con la ayuda de Fernando
Olmeda, la Universidad de Alicante ha programado distintos actos que fortalecen
la memoria de lo vivido por estos colectivos y apuestan por el afianzamiento de
unas libertades que nos conciernen con independencia de nuestra identidad
sexual, sobre todo en unos momentos donde el auge de las actitudes intolerantes
desemboca a menudo en un cuestionamiento de los objetivos alcanzados.
Entrevistas a Fernando Olmeda con motivo de la publicación del libro:
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