domingo, 5 de noviembre de 2023

Rafael Ortega Lissón en el Juzgado Militar de Prensa


 Foto: Carmelita Aubert

La búsqueda de información en la Red relacionada con el periodista Rafael Ortega Lissón (1889-1962) apenas permite conocer su trayectoria profesional. Quien fuera redactor de ABC durante la II República, aparece vinculado con una canción popular por entonces, «Comunista» (1932), interpretada por la catalana Carmelita Aubert antes de terminar en el exilio portugués.
En realidad, la música corresponde a los maestros Florencio Ledesma Estrada (1900-1972) y Rafael Oropesa Clausín (1893-1944), que terminó sus días en el exilio mexicano por haber militado en el PCE. La letra es obra del periodista de ABC, con pinitos literarios desde los años veinte, y de Manuel Álvarez Díez, un triunfante letrista del momento con éxitos tan populares como «Si vas a París, papá» y «Al Uruguay».
Carmelita Aubert, de cuya singular historia escribí en El tiempo de la desmesura (Barcelona, Barral y Barril, 2011), fue acompañada en esta ocasión por los catalanes de la Crazy Boys Orchestra, una banda de swing jazz habitual en un Paralelo donde la rubia platino decía ser «mujer modernista» porque andaba con Andrés [Nim], un «comunis, comunis, comunista».


La realidad de la trayectoria de Rafael Ortega Lissón quedó pronto muy alejada de este tipo de colaboraciones en el mundo de la música. Llegada la Guerra Civil, fue uno de los pocos redactores de ABC que permanecieron en el periódico tras su incautación. Esta circunstancia era de difícil justificación ante las autoridades franquistas. Sin embargo, el periodista no tuvo problemas relacionados con la depuración profesional o los consejos de guerra. Pronto se incorporó a la agencia EFE y colaboró en varias cabeceras hasta terminar nombrado cronista de la Villa de Madrid. Los datos completos los aportaré en el segundo volumen de Las armas contra las letras. 
La posibilidad de haber colaborado en la prensa republicana, aunque solo fuera durante el verano de 1936 y por una supuesta obligación, y semejante incorporación a la prensa franquista requiere alguna explicación, que no siempre es agradable para la memoria de quien debió convertirse en delator de algunos de sus colegas para evitar cualquier tipo de problema. La prueba la tenemos en uno de los documentos (79/184) recopilados en el sumario 33590 del Archivo General e Histórico de Defensa.
El 15 de septiembre de 1939, Rafael Ortega Lissón declara como testigo para dar una explicación poco verosímil acerca de su presencia en ABC durante el verano de 1936 y, sobre todo, para acusar a cuatro de sus antiguos compañeros: Mariano Espinosa Pascual, Serafín Adame Martínez, Antonio Fernández Lepina y Sotero Antonio Barbero Núñez. El sumario acabaría con una sentencia a muerte y otras tres con muchos años de cárcel.
Los sumarios instruidos contra periodistas, escritores y dibujantes en el Juzgado Militar de Prensa abundan en este tipo de circunstancias, aunque lo habitual era que las denuncias o acusaciones fueran anónimas. El secretario aportaba el correspondiente informe para dar fe y testimonio de que procedían de personas de «probada solvencia moral». Rafael Ortega Lissón, y algunos pocos más, no disfrutaron de ese anonimato. La razón resulta de difícil explicación, pero no descarto que fuera por culpa de un pasado donde había motivos para el ocultamiento o el disimulo. Por supuesto, don Rafael, por entonces un hombre de probada solvencia moral, en aquel juzgado de la plaza de Callao, n.º 4,  nada dijo acerca de la canción interpretada por la «mujer modernista» que alardeaba de salir con un «comunis, comunis, comunista».
La historia de este sumario contra el ABC republicano, con muchos otros detalles y protagonistas dignos de asombro, aparecerá en el segundo volumen de Las armas contra las letras.

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