sábado, 30 de marzo de 2024

Joaquín Dicenta y el Sindicato de Autores


 

Joaquín Dicenta Alonso. Fuente: Wikipedia

El comediógrafo Joaquín Dicenta Alonso fue el máximo responsable del Sindicato de Autores adscrito a la UGT y fundado en agosto de 1936 para, entre otros objetivos, proporcionar a los afiliados un carnet sindical que les protegiera como «proletarios» en un contexto represivo. La trayectoria de la organización estuvo salpicada por las previsibles vicisitudes de numerosos autores derechistas en aquel Madrid de la guerra. Al margen de algunos posibles errores en la gestión, la actitud del hijo del célebre Joaquín Dicenta fue solidaria con sus colegas e intervino en ayuda de bastantes músicos y comediógrafos que fueron detenidos o tuvieron otros problemas con las autoridades republicanas. Poco antes del final de la guerra, y ante sus compañeros del comité sindical reunidos en Madrid, Joaquín Dicenta Alonso hizo un recuento detallado de sus acciones solidarias. El balance merece un respeto y hasta un homenaje todavía pendiente.

Sin embargo, Joaquín Dicenta Alonso fue procesado y condenado en un consejo de guerra como tantos otros colegas que permanecieron fieles a la II República. El análisis de su sumario depositado en el AGHD, así como de otros protagonizados por escritores y músicos relacionados con la SGAE, permite observar que a las acusaciones de los militares se sumaron otras de sus colegas, especialmente de aquellos que debían ocultar su pasado más inmediato y hacer méritos ante las nuevas autoridades. El caso más notable en este sentido tal vez sea el del polifacético Manuel García Bengoa, pero no fue el único que lanzó graves acusaciones contra el presidente del Sindicato de Autores.

Por fortuna, los militares del Ejército de Ocupación no prestaron demasiada atención a estas acusaciones y también admitieron los testimonios de los autores que mostraron su solidaridad con quien les había salvado de sufrir la represión de los republicanos. Gracias a este contrapeso, su estancia en la cárcel no fue demasiado larga y, sobre todo, Joaquín Dicenta Alonso se libró del pelotón de ejecución que habría acabado con su vida de haber prosperado las citadas denuncias.

Los actuales responsables de la SGAE han manifestado su interés por conocer este tema y, por lo pronto, les he facilitado la documentación sumarial, así como los borradores de los capítulos dedicados a Joaquín Dicenta Alonso y sus compañeros en Perder la guerra y la historia, el segundo volumen de la trilogía dedicada a los consejos de guerra seguidos contra periodistas y escritores. La colaboración sigue adelante y probablemente culmine con la publicación por parte de la SGAE de un volumen dedicado a conocer la historia del organismo durante la Guerra Civil. Mi aportación está comprometida y espero ayudar a desentrañar un complejo marco donde las delaciones a menudo dejaron en evidencia lo peor de la condición humana.

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