lunes, 3 de marzo de 2025

La dama boba y Alfredo Sanzol. H.ª del teatro del Siglo de Oro (6)


 

La representación teatral, además de fugaz y efímera por definición, siempre está vinculada con su presente en unas coordenadas espaciales y temporales concretas, aunque el texto original de la misma -la «partitura» de la que hemos hablado en las clases- sea de otra época más o menos remota.

La constatación de esta circunstancia resulta fundamental para poner en escena o adaptar cinematográficamente una comedia tan presente en las carteleras de diferentes períodos históricos como es La dama boba (1613), de Lope de Vega.

El tiempo transcurrido desde su escritura siendo una obra de madurez del comediógrafo nunca debiera ser un obstáculo para un tratamiento -en la dirección, la interpretación y demás aspectos- capaz de explorar los rasgos que permiten considerarla como un clásico, es decir, una obra que sigue interesándonos porque nos apela como espectadores a pesar del tiempo transcurrido desde su creación.

La dama boba permanece «viva» en los escenarios porque, con independencia de su recepción en el siglo XVII, todavía nos divierte y entretiene mientras el texto desgrana sus reflexiones acerca del amor como estímulo para una felicidad asociada a la madurez o, al menos, a la superación de lo propio de una «boba» más o menos infantilizada.

Unas reflexiones de amplia trayectoria en la tradición literaria que, como es procedente en una representación teatral, tienen su correlato en una acción dramática repleta de escenas brillantes, peripecias sorprendentes y caracteres en evolución hasta llegar a un desenlace tan feliz como equilibrado.

El delectare está asegurado a poco que contemos con una compañía teatral de calidad, pero también un docere concretado en una sencilla idea desarrollada y ejemplificada en la comedia: el amor como maestro y estímulo para la superación de los enamorados.

Así lo vemos en el caso de la protagonista, Finea, pero también en el conjunto del reparto, que se beneficia de una u otra manera de los efectos de ese amor tan quintaesenciado como desprovisto de cualquier circunstancia ajena a la idea que se intenta transmitir al público.

La «tesis» de La dama boba puede resultar controvertida. Sin salir de la tradición literaria, también cabe aducir ejemplos de cómo el amor aturde y hasta enajena a los amantes. Incluso los lleva a la perdición, y el consiguiente castigo de la justicia poética, cuando se convierte en una pasión descontrolada y ajena a la virtud. La discusión permanece abierta, como corresponde a las grandes cuestiones presentes en nuestra tradición cultural.

Sin embargo, si la puesta en escena resulta acertada, prevalece un delectare donde sonreímos con una «boba» ingenua y entrañable desde las primeras escenas y, por lo tanto, digna de un amor que le permita una madurez -la «inteligencia» de la que habla Alfredo Sanzol en los vídeos de la entrada- sin menoscabo de su carácter entrañable y espontáneo que cautiva al público. Así sucede en un desenlace feliz para el conjunto de los personajes, pues todos han aprendido o mejorado a la luz del amor y, por lo tanto, merecen acceder al matrimonio como recompensa.




La iniciativa amorosa corre a cargo de Finea y, en menor medida, de Nise. Esta circunstancia permite, hasta cierto punto, una lectura en clave feminista. Sin negarla desde una perspectiva actual, conviene recordar que Lope busca sorprender al público con una situación considerada como insólita. La misma no se habría dado si la iniciativa correspondiera a los galanes. De ahí que el autor la atribuya a quien se comporta de manera excepcional y, en consecuencia, atractiva para el público.

También es cierto que esa doble iniciativa femenina parece atentar contra la autoridad del padre, Otavio, que nunca controla a sus hijas porque no son dóciles ni sumisas. Esta circunstancia favorece el interés del público y hasta, en el contexto original, su sorpresa.

No obstante, recordemos que el desenlace se basa en el equilibrio y la armonía que a todos contentan, incluso al propio Otavio, que al final mantiene su autoridad porque ve felizmente casadas a sus hijas.

El padre no ha impuesto un criterio autoritario, pero Nise y Finea, al principio decantadas por unos comportamientos extremos, gracias al amor optan por otros caracterizados por la armonía. Ambas terminan siendo tan inteligentes como bellas, es decir, reúnen los requisitos de una virtud que en el teatro de la época era recompensada con el matrimonio.

Al margen de estas cuestiones, que han dado origen a interpretaciones un tanto forzadas, el desafío para una puesta en escena actual es evitar la visión del planteamiento dramático del amor en La dama boba como algo vinculado a un pasado clausurado y, al mismo tiempo, favorecer los rasgos que permiten una lectura desde nuestro presente.

Las respuestas a ese desafío, común para todas las comedias del Siglo de Oro que consideramos como clásicas, varían según las épocas y, por supuesto, los responsables de las puestas en escena. El ejemplo de La dama boba resulta ejemplificador por la variedad de las grabaciones a nuestra disposición, que van desde los años sesenta hasta la actualidad. Esta circunstancia justifica que sea la primera de las obras del curso.

La puesta en escena seleccionada para las clases es la dirigida por Alfredo Sanzol en 2017 para la compañía joven dependiente de la CNTC. Por fortuna, disponemos de grabaciones de otras puestas en escena con indudable interés teatral. El motivo de seleccionar la arriba indicada es el intento de recrear una comedia urbana de Lope con humor, frescura y ritmo incesante hasta el punto de que, en la casa de Otavio, la omnipresente honra parece haberse dado un descanso.

Estas circunstancias evitan el sabor añejo de puestas en escena como las grabadas por RTVE. El contraste entre estas adaptaciones clásicas de los clásicos, también anticuadas, y la de Alfredo Sanzol ejemplifica la evolución relacionada con esta tarea que se ha producido en España desde la creación de la CNTC en la década de los ochenta.

La llegada de la democracia tras el franquismo también supuso una perspectiva nueva en la puesta en escena de los clásicos. Así lo entendió Adolfo Marsillach cuando la CNTC inició su camino con un gran éxito del público que por entonces descubrió unos clásicos sin el polvo de los siglos. Desde entonces, la tarea en este sentido ha sido inmensa y una versión como la de Alfredo Sanzol la ejemplifica.




Una vez vista la puesta en escena de Alfredo Sanzol, hay otros vídeos disponibles en RTVE Play, os propongo los siguientes temas a comentar en clase:

1.- La ausencia de escenografía y el aprovechamiento de los elementos arquitectónicos. 2.- El espacio circular de la Sala Tirso de Molina. 3.- El vestuario actual de los intérpretes. 4. - La cercanía del público. 5.- La introducción de la música. 6.- La juventud de los intérpretes. 7.- Texto a comentar: «La dama boba pone sobre la mesa un tema de larga tradición en la literatura universal: la inteligencia de la mujer. Que este hecho sea para algunos un peligro, un misterio o algo que ha de pasar desapercibido hace de esta obra un texto que tenemos que hacer» (Alfredo Sanzol).

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