El pasado 19 de marzo fue publicada la segunda entrega, Perder la guerra y la historia, de la trilogía dedicada a los consejos de guerra de periodistas y escritores durante el período 1939-1945. Los ejemplares quedarán a la venta el 7 de abril. Dado el interés despertado entre los historiadores y periodistas, durante ese mes y en mayo haré varias presentaciones. La promoción se ajustará a la modestia habitual en un libro universitario, pero espero que permita agotar la tirada, como está a punto de suceder con la primera entrega de la trilogía: Las armas contra las letras. No obstante, en 2028 los textos de los tres libros acabarán en una web de acceso libre dedicada a la represión sufrida por los periodistas y escritores durante la posguerra.
Mientras tanto, ya he terminado de redactar el tercer volumen de la trilogía, que responderá al título de La colmena en recuerdo de la imprescindible novela de Camilo J. Cela. Ahora queda pendiente una lenta tarea para repasar el texto, completar la documentación con nuevas consultas en los archivos y, posteriormente, conseguir los informes favorables que permitan la publicación de esta investigación universitaria cuyo índice es el siguiente:
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El sumario de Martín Marco, poeta
ultraísta
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El himno republicano de los hermanos Anaya
Ruiz
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La singular trayectoria de Eduardo
Bort-Vela
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El destino de los Vivero
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La denuncia de un perdedor
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La «labor mecánica» de Antonio Nicas
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El «comité rojo» de ABC
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Los sumarios de tres censores de prensa
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Elías Palma, el escritor desconocido
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Las condenas de Ángel M.ª de Lera y Juan
A. Gaya Nuño
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De Hollywood al juzgado: Baltasar
Fernández Cue
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Un «periodista liberal»: Carlos Pérez
Merino
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Un «dibujante retocador» de Heraldo de
Madrid
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Los «cachetes» nunca perdonados de Pedro
Luis de Gálvez
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Alejandro Gaos, poeta y catedrático
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El destino trágico de un dandi: Antonio de
Hoyos y Vinent
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Un poeta «con el puño en alto»: Jesús
Menchén Manzanares
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La trayectoria del alférez Baena Tocón
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Bibliografía
Hace una década comencé mis trabajos sobre este episodio de la represión franquista. Ahora, una vez redactados unos mil quinientos folios, empiezo a ver el final de una investigación que esta misma semana ha tenido dos nuevos frutos: la participación en el volumen Ángeles y demonios, editado por la SGAE, y una conferencia sobre los consejos de guerra de periodistas y escritores impartida en un curso celebrado en el Instituto Fernando el Católico con la organización de dos compañeros de la Universidad de Zaragoza, Sergio Calvo y Ana Asión.

La conferencia la impartí por videollamada porque estos días me toca trabajar junto con mi abogado en el recurso que vamos a presentar a la sentencia dictada por un juzgado de Cádiz. La defensa de la libertad de expresión, investigación y cátedra merece que se haga un buen trabajo, tanto desde el punto de vista jurídico como histórico. Afortunadamente cuento con juristas e historiadores que no solo me animan en esta tarea, sino que también me están ayudando.

Por último, el pasado día 20 tuve la oportunidad de entrevistarme en la Universidad de Alicante con Ximo Puig, ex president de la Generalitat Valenciana y actual embajador de España en la OCDE. El encuentro permitió intercambiar información sobre temas de interés común como las obras de Rafael Altamira y Miguel Hernández e, interesado por la reciente sentencia, Ximo Puig me transmitió su solidaridad y preocupación. De hecho, este próximo otoño participaré en una sesión organizada por el Parlamento Europeo para hablar del poeta y exponer los problemas que padezco como historiador por haber investigado su consejo de guerra.
Durante estos días he recibido unos quinientos mensajes de solidaridad de los colegas universitarios. La preocupación es evidente, pero también la voluntad de seguir trabajando en el conocimiento de la historia. Así lo haremos con las publicaciones arriba referidas y otras iniciativas en marcha, siempre que la salud nos acompañe.
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