jueves, 5 de junio de 2025

Los sumarios de tres censores de prensa


 Portada ilustrada por Eugenio Rosado Rivas. Fuente: Tebeosfera

El tercer tomo de la trilogía dedicada a los consejos de guerra de periodistas y escritores durante el período 1939-1945 incluirá un capítulo que no cuenta con antecedentes en la bibliografía sobre la represión franquista. Me refiero a los procesamientos de tres censores de prensa al servicio de los republicanos: Eugenio Rosado Rivas, Pío Marcos Cuadrado y Enrique Capdevila Pérez.

Al igual que en anteriores ocasiones, enlazo al final la publicación del preprint del correspondiente capítulo en el Repositorio de la Universidad de Alicante con el objetivo de someterlo a la consideración de los colegas con los que estoy colaborando en este empeño investigador.

A continuación, reproduzco los primeros párrafos de los apartados dedicados a los tres censores de prensa que fueron procesados:

El dibujante que nunca fue fusilado

Los censores suelen ser personajes oscuros y discretos por la naturaleza de su tarea. Salvo excepciones como la de Arturo Barea, la tónica se mantuvo entre los presentes en el bando republicano durante la Guerra Civil. La discreción y el anonimato a veces contrastan con la proyección pública de estos individuos en otros ámbitos. Al margen de lo sucedido con Camilo J. Cela, el caso del dibujante jerezano Eugenio Rosado Rivas ejemplifica esta circunstancia minoritaria. Las ilustraciones para las portadas de novelas de los años veinte, la colaboración con la firma de Rivas en semanarios relevantes como Buen Humor y otros dibujos que fue esparciendo en la prensa le convirtieron en un artista reconocido. También fue médico, escritor, poeta y pintor, según la ficha suya publicada en Tebeosfera. La ausencia de trabajos especializados sobre su trayectoria impide comprobar esta variedad de facetas, así como los supuestos amores con la joven poeta Gloria Fuertes. Sin embargo, resulta fácil detectar un grave error de la ficha. Eugenio Rosado Rivas no fue fusilado por milicianos republicanos en 1938, pues quien ejerciera como censor adscrito a la Junta Delegada de Defensa sobrevivió a la guerra y poco después acabó procesado en un sumarísimo de urgencia (AGHD, 64105).

Don Pío, un censor «muy rojo, blasfemo e indeseable»

Pío Marcos Cuadrado nació en Medina del Campo el 18 de abril de 1894. Su trayectoria vital fue la propia de un tipo anónimo con escasas posibilidades de protagonizar los trabajos de los historiadores. Después de un despido por sus actividades sindicales en el ámbito ferroviario se traslada a Madrid. Allí compatibiliza la profesión de contable con la colaboración en la agencia de noticias Febus y la presencia en periódicos como La Voz. Sin que aparezca su firma en la hemeroteca y en tareas auxiliares, aquellas que le permitieron ser amigo del polifacético Enrique Herreros (1903-1977), hombre de buen humor y mejor talante, aparte de avalista en momentos difíciles.

El incógnito censor: Enrique Capdevila Pérez

La documentación exhumada en Perder la guerra y la historia permitió identificar a Enrique Capdevila Pérez como censor de prensa nombrado por la madrileña Junta Delegada de Defensa. Dada esta circunstancia, consulté el sumario 67900 del AGHD para examinar el consejo de guerra al que fue sometido el también «jefe de negociado de tercera clase» en la Caja Postal de Ahorros, con un modesto sueldo de seis mil pesetas anuales que pronto le llevó a la búsqueda del pluriempleo. La primera conclusión es que el procesado fue un hombre de suerte. Al menos, en comparación con otros muchos republicanos que apoyaron al gobierno desde el inicio de la guerra. Y, además, los militares nunca supieron de su condición de censor. Ni siquiera indagaron acerca de sus actividades al servicio de la citada junta, a pesar de que la relación con la misma figura desde que fuera denunciado por un compañero de trabajo.

 http://hdl.handle.net/10045/154292

 


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