Foto. Andrés Trapiello, 2012. Autor: Asís G. Ayerbe Procedencia: Wikipedia
Andrés Trapiello ha escrito hoy en El Mundo un artículo sobre el primer volumen de la trilogía dedicada a los consejos de guerra de periodistas y escritores durante el período 1939-1945: Las armas contra las letras. Por desgracia, el texto solo es accesible para suscriptores y, como es lógico, no estoy autorizado a publicarlo, tal y como sería mi gusto. No obstante, os paso el correspondiente enlace con el deseo de que lo podáis leer por su indudable interés:
https://www.elmundo.es/la-lectura/2024/02/08/65c26c2dfdddffcb798b45a8.html
Andrés Trapiello merece todos mis respetos y así lo hago constar en mi libro, donde le cito positivamente en varias ocasiones. No obstante, mi metodología y conclusiones entran a veces en abierta contradicción con las suyas, como es habitual en este tipo de debates sobre temas históricos. He solicitado a la Universidad de Alicante que le invite para tener un encuentro acerca de lo que expone en su artículo. Si acepta la invitación, a pesar de las limitaciones económicas de una universidad pública a la hora de organizar este tipo de actos, para mí sería un honor participar en el mismo. Yo lo hago gratuitamente porque soy funcionario y, a estas alturas de mi casi jubilación, no espero obtener los "réditos académicos" de los que habla al final de su artículo. Solo me resta jubilarme como emérito y ya cumplo los requisitos.
Aparte de que no me llamo José Antonio, el nombre corresponde a mi fallecido hermano, en el artículo hay planteamientos muy discutibles y solo me han molestado dos afirmaciones. Yo, como cualquier historiador, podré acertar o no con mis hipótesis, pero nunca "fabulo" en un ensayo donde todas y cada una de las afirmaciones quedan sustentadas en la documentación utilizada y citada. La posibilidad de "fabular" en un trabajo de microhistoria es mínima, a diferencia de lo que sucede en otros, como el suyo, que es una brillante síntesis de lo sucedido entre 1936 y 1939. En cualquier caso, para ejemplo de fabulación está la invención de un libro inexistente citado en el artículo: Tiros de gracia, de José Luis Salado. Doy la referencia, aceptando que es un error sin importancia, porque cualquier acusación de recurrir a la "fabulación" debería ser ejemplificada y citada con el mayor detalle posible. Lo contrario es caer en lo genérico, siempre agradecido en un artículo periodístico y nunca procedente en un ensayo universitario.
Y, por supuesto, las víctimas de la represión franquista no siempre son héroes y algunas tuvieron comportamientos cuestionables durante la guerra. Así lo señalo en el libro, incluso para decepción de unos pocos descendientes de esas víctimas. Por otra parte, soy plenamente consciente del «terror rojo» estudiado por Julius Ruiz entre otros, que tantas barbaridades provocó. También cito, al final del libro, a los periodistas partidarios del general Franco que fueron represaliados de forma tan brutal como injustificada. El problema es que yo he acotado temporalmente mi investigación, 1939-1945, y durante ese período las barbaridades fueron hegemonizadas por el bando vencedor, porque el otro bastante tenía con intentar preservar la vida.
Jamás afearía a Andrés Trapiello que en su libro nunca hable de los consejos de guerra celebrados entre 1939 y 1945 porque su acotación temporal es de 1936 a 1939. El mío se centra en la represión ejercida durante la posguerra y eso, por supuesto, no supone ignorar lo sucedido anteriormente. Puestos a pensar en algunas víctimas que tuvieron comportamientos rechazables, le recomiendo el capítulo dedicado a Augusto Vivero (pp. 157-168). No es el único donde cuestiono a la víctima, pero tal vez sirva como muestra.
Andrés Trapiello indica que ninguno de los procesados habría merecido la posterioridad de no mediar su represión en un consejo de guerra. Al margen de que en el segundo volumen verá casos como el de Antonio Buero Vallejo, yo soy consciente de que los estudiados no son como el admirado Chaves Nogales. El problema es que mi libro no pretende valorar críticamente su aportación a las letras, sino testimoniar la barbarie de la que fueron víctimas. Y, para tal fin, basta con haber pasado por un sumarísimo de urgencia con independencia de la brillantez periodística o literaria. Por cierto, ya que Andrés Trapiello elogia a Miguel Hernández, al menos podría haber citado que también dediqué un volumen previo a su caso.
Por último, nunca he pretendido ser equidistante y, por supuesto, deseo ser ecuánime porque es uno de los requisitos de mi trabajo. La cuestión es otra. Entre quienes fusilaron y los fusilados de aquella posguerra no puedo, ni quiero, ser equidistante porque respeto el derecho a la libertad de expresión, incluyendo a quienes la utilizaron durante la guerra con poco o nulo acierto. Acerca de lo ecuánime o no de mi trabajo, con mucho gusto, debatiría con mi admirado Andrés Trapiello, que tampoco parece demasiado ecuánime en su artículo, probablemente por la falta de espacio y hasta por vincular una obra de Javier Cercas con "el procés" ya que supuestamente comparten el rasgo de la ensoñación. Vaya destino para Soldados de Salamina....
La invitación para el debate público en la sede de la Universidad de Alicante está servida y en sus manos dejo la respuesta, que de antemano tendré en cuenta para futuras entregas de Las armas contra las letras.
PD. Por error mío, el enlace al artículo de Trapiello era incorrecto. Ya está corregido. Pido disculpas por el involuntario despiste. También pido disculpas por algunos errores del texto que acabo de corregir. Nunca escribo un texto en quince minutos, pero la premura por contestar a veces nos lleva a la falta de rigor. Procuraré evitarla y, sobre todo, volver a mis libros, donde la deseada corrección es fruto de muchas revisiones.
Es usted muy educado y respetuoso con un individuo que, en realidad, se dedica a blanquear al bando de la dictadura. Un saber comportarse que él no tiene. Muchas gracias, tanto por sus libros como por este blog.
ResponderEliminarYo creo que la educación y el respeto siempre son imprescindibles en cualquier respuesta, aunque nos hayan ofendido con falsas acusaciones. Gracias por tus palabra acerca de mis libros y el blog. Un cordial saludo.
EliminarLo cierto es que no he podido leer el artículo de Trapiello, pero cualquiera que haya estudiado el franquismo sabe que no era necesario haber hecho algo para que te fusilaran. Su voluntad era acabar con todos los rojos, o con todos los sospechosos de serlo posible. La delación estaba recompensada económicamente, no era necesario presentar pruebas y el acusado tenía que demostrar que era inocente con unas leyes y sistema judicial que no te lo permitía. Así que de ninguna manera se puede ser equidistante ni se puede justificar la repressión por hechos o cosas dichas en tiempos de guerra.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Antoni. Estoy completamente de acuerdo. Un cordial saludo.
ResponderEliminarEnhorabona per la manera d'enfocar la disputa, tant en la forma com en el fons. Si hi haguera un estil així en el debat públic millor ens aniria a tothom. Gràcies.
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