El poeta y catedrático
oriolano Alejandro Gaos González-Pola (1906-1958), afincado en Valencia junto
con su familia, no fue condenado a muerte a resultas de su procesamiento en un
consejo de guerra, cuyo sumario se encuentra depositado en el Archivo General e
Histórico de Defensa con el número 8988.
La memoria oral tiende
trampas a los historiadores. Su relato no siempre puede ser contrastado con la
consulta de la documentación conservada y accesible, pero en otras ocasiones
queda desmentido cuando el profesional de la historia realiza dicha consulta.
Las sorpresas, que las hay, aconsejan dudar de una memoria basada en la
transmisión oral, que es una fuente de información susceptible de
tergiversaciones por distintas causas.
Alejandro Gaos tenía
motivos para temer una dura condena. Aparte de lo sucedido con sus hermanos,
entre los que hay un condenado a muerte y exiliados -según cuenta Margarita
Ibáñez Tarín en su imprescindible libro sobre esta destacada familia
republicana-, el poeta y catedrático en 1931 había aparecido como un «poeta
revolucionario» en Nosotros de la mano de su colega Pascual Pla y
Beltrán. En esas páginas su postura fue rotunda y propia de una etapa de
entusiasmo juvenil: «Quieran o no, España -como el resto de Europa-camina hacia
el comunismo».
Su posterior trayectoria
durante la etapa republicana atemperó semejante fe en un futuro comunista. No
obstante, Alejandro Gaos permaneció como demócrata mientras publicaba sus
primeros libros de poesía y obtenía la cátedra, con una estancia en Madrid para prepararla que
le permitió alternar con Unamuno, Baroja, Valle-Inclán, Ortega, Machado y otras
figuras admiradas desde el inicio de sus inquietudes literarias.
Durante el verano de 1936, ya casado y en Benimamet junto con sus suegros, Alejandro Gaos no
participó de un entusiasmo movilizador, pero el 20 de noviembre de ese año llegó a
ser orador de un mitin antifascista junto con Manuel Altolaguirre, Juan
Gil-Albert e Ylya Ehrenburg. Afortunadamente, los militares que le procesaron
no tuvieron noticia del mismo, como tampoco sabían de su juvenil fe en el
comunismo.
Sin embargo, los
instructores del sumario eran conscientes de que Alejandro Gaos se alistó
voluntariamente en el ejército republicano, donde el 14 de julio de 1938 le ascendieron a capitán. Aunque alegó que solo fue por su condición de catedrático entre comisarios políticos sin letras y
que no tomó parte activa en el frente de Teruel, la circunstancia era motivo
suficiente para una condena en aquellos sumarísimos de urgencia.
Alejandro Gaos la evitó
por varias razones. Tanto él como su esposa actuaron con rapidez, antes de su
detención, para conseguir hasta veintitrés avales con firmas de mucho peso entre los
vencedores. Los mismos fueron decisivos para inclinar la suerte a su favor,
pero también contribuyeron las propias declaraciones del poeta, que ante los
militares llegó a justificar «moral e históricamente» el golpe de Estado del 18
de julio de 1936.
Gracias a estos apoyos y
a su distanciamiento, sincero o a la búsqueda de la supervivencia, con respecto
al pasado republicano, Alejandro Gaos fue absuelto y recuperó la libertad tras
unos pocos meses detenido en Valencia. Nada que ver con una pena de muerte como
la recaída en su hermano Ángel.
Ahora bien, nadie salía
sin algún tipo de condena tras ser encausado en un consejo de guerra de la
época. Al margen de los meses pasados en prisión preventiva, Alejandro Gaos fue
depurado y apartado del escalafón hasta el curso 1943-44, cuando volvió a dar
clase en un instituto. La condición era que el mismo estuviera lejos de
Valencia. La localidad a donde le destinaron fue Requena.
Allí, con la conciencia
de participar en el exilio interior, Alejandro Gaos continuó con su actividad
literaria y mantuvo una intensa correspondencia, que también incluyó a
exiliados con los que procuró tender puentes. A veces pudo escapar a Madrid
para participar en las tertulias literarias, colaboró en periódicos como ABC
para recordar las de otras épocas y, sin desfallecer a la vista del
panorama de su familia, los Gaos, protagonizó una digna trayectoria hasta su
temprana muerte.
La historia del
procesamiento de Alejandro Gaos aparecerá en el tercer volumen de la trilogía
dedicada a los consejos de guerra de periodistas y escritores durante el
período 1939-1945. El segundo -véase arriba la portada- tiene prevista su aparición a finales del próximo
mes de marzo. Mientras tanto, continuamos trabajando para completar el análisis de todo lo
sucedido en el Juzgado Militar de Prensa, que fue mucho.
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