Lola Gaos (1921-1993)
Algunos rostros son
difíciles de olvidar y nunca pasan desapercibidos, Hace muchos años, allá por
las postrimerías del franquismo, me crucé por la calle con Lola Gaos, que estaba
en Alicante cerca del Teatro Principal. La conocía gracias a la televisión,
donde protagonizó tantos espacios dramáticos, y alguna película aislada, justo
en la época del gran éxito con Furtivos (1975), de José Luis Borau.
Su fugaz presencia me
impactó. Aquella mujer delgada y morena, con el pelo recogido y el rostro
endurecido, era la antítesis de la mayoría de las actrices españolas coetáneas.
Y no solo por su aspecto físico, que tan determinante resultaría en su trayectoria
profesional, sino también por una serie de posicionamientos que la convirtieron
en referente de una profesión capaz de contribuir al cambio político de aquella
España.
Al poco tiempo, durante
la Transición, supe de su compromiso con las más diversas causas, desde el
feminismo hasta el antifranquismo pasando por una voluntad férrea de hacer
valer sus derechos como actriz. Me llamaba la atención su omnipresencia en tantos
actos reivindicativos, incluso su generosidad con unas causas que solo podían
acarrearle problemas profesionales. Y de otro tipo.
Apenas le importaría. La
valenciana Lola Gaos era una actriz plenamente consciente de sus obligaciones
como profesional, pero en aquellos momentos prevalecía la voluntad de
participar en un cambio político esperado durante décadas. Las razones
de esa actitud las ignoraba o las suponía comunes con tanta gente que vivió
intensamente unos años decisivos para la consolidación de la democracia en
España.
De la misma manera que
fui viendo sus películas en un orden caótico, hasta el punto de disfrutar con Viridiana
(1961), de Luis Buñuel, veinte años después de su rodaje, también até cabos
sueltos de una biografía con un pasado tan intenso como olvidado a la fuerza.
Era la de una niña que nació en una familia numerosa donde las trayectorias
dignas de un relato se entrecruzan.
Los Gaos, de Valencia,
forman una familia digna de estudio. Así lo entendió Margarita Ibáñez Tarín
hace unos años y nos dejó un imprescindible libro sobre el sueño republicano de
los Gaos. Ahora, como culminación de esa tarea, focaliza su mirada en la hermana
pequeña: Lola, que acabó siendo actriz tras una serie de titubeos.
Muchos de esos titubeos,
o las dudas, están relacionados con la difícil situación en que quedó una
familia derrotada tras haber vivido años de esplendor. El repaso de lo sucedido
con su padre y hermanos da para una tragedia colectiva. Lola nunca lo olvidó,
pero buscó alternativas en un Madrid donde era difícil triunfar siendo un
vencido incapaz de abjurar.
Lola Gaos debió luchar a
brazo partido para abrirse camino contra esa marginación y convencer a los
directores de que no era preciso ser una mujer guapa o espectacular para tener
la capacidad de imantar la atención del público. Película a película, casi
siempre en papeles secundarios, lo demostró y logró unos apreciables niveles de
popularidad y respecto profesional sin ceder en su legendaria firmeza.
La determinación de la
actriz le pasó factura. A veces con situaciones lamentables y, al final, con un
silencio prolongado hasta el presente y solo interrumpido por quienes observan
con atención el trabajo de los intérpretes de reparto. Ahí brillaba con personalidad
propia una Lola Gaos siempre apreciada por los directores, buena profesional y
dura a la hora de exigir el respeto a sus derechos.
Margarita Ibáñez Tarín
nos alumbra en su nuevo libro la biografía de esta luchadora de unos Gaos
siempre dispuestos a batallar en pro de sus ideales. Lo hace con documentación
y rigor, también con la sencillez de un libro de agradable lectura, pero sobre
todo con la voluntad de testimoniar el paso por la vida de esa mujer capaz de
impactar a un joven. Al igual que tanta gente que la respetó y luego, por
desgracia, la olvidó porque este país es ingrato con sus intérpretes.
Marga Ibáñez Tarín viene con
su libro a solucionar ese olvido y el próximo miércoles 22 de enero tendremos
la oportunidad de charlar con ella en la librería 80 Mundos, de Alicante.
Hablaremos de los Gaos, pero sobre todo de una Lola que parecía un sarmiento y
mostró la firmeza de lo bien asentado en la tierra.
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