En enero de 2020 asumí la dirección de Anales de Literatura Española, una veterana revista universitaria publicada desde 1982. El reto era su adaptación a las actuales normas que rigen el competitivo mundo de las revistas universitarias, su indexación para asegurar la continuidad y el posterior ascenso en los cuartiles establecidos al respecto, que son fundamentales para la valoración académica de los artículos.
Gracias a formar un equipo con mis jóvenes compañeros Davide Mombelli y Laura Palomo, pronto llevamos a cabo esa adaptación que supuso un cambio profundo de orientación y metodología del trabajo, conseguimos el sello FECYT de calidad y empezamos en el cuartil cuarto de Scopus. Aparte de pasar a editar dos números anuales con el mismo presupuesto que antes aparecía uno solo, hemos progresado número a número y esta semana la revista ha ascendido al primer cuartil, justo cuando se ha solicitado la renovación del sello FECYT.
El trabajo es colectivo y propio de un pequeño grupo tan coordinado como empeñado en mejorar la calidad de la revista. La recompensa también debe ser compartida, pero -cuando hace un mes se cuestionó en una sentencia mi trabajo académico- este reconocimiento público de la labor realizada supone un motivo personal de orgullo y ánimo para recurrirla a la espera de que la libertad de expresión, cátedra e investigación sea amparada por más altas instancias judiciales.
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