lunes, 1 de mayo de 2023

Crónicas de un pueblo en La sonrisa del inútil


Este blog cuenta con una entrada, la del 22 de febrero de 2019, dedicada al policía y actor Emilio Rodríguez. Gracias a un nieto suyo y al enlace en la correspondiente entrada de Wikipedia, el texto donde expuse los datos localizados en los archivos acerca de su trayectoria ha recibido hasta ahora 2490 visitas. El dato indica que muchos espectadores de principios de los años setenta han hecho uso de su memoria y han intentado indagar sobre qué fue del veterano actor que encarnó la figura del maestro de Puebla Nueva del Rey Sancho en la serie Crónicas de un pueblo.
En Un franquismo con franquistas (Renacimiento-Universidad de Alicante, 2019) dediqué un capítulo a la serie concebida por el almirante Carrero Blanco (pp. 248-276), pero el tema de Crónicas de un pueblo ya había estado presente en La sonrisa del inútil (2008) y, concretamente, en el capítulo donde hago un recorrido por los pueblos de la ficción que se han quedado alojados en mi memoria de espectador. Tal vez sea oportuno recordar un par de párrafos de este libro todavía a la venta:

Un adolescente de principios de los años setenta tenía la oportunidad de visitar, con la imaginación, unos pueblos cuyos referentes inexcusables eran el alcalde y el cura, acompañados por el cabo de la Guardia Civil y el maestro. En un plano inferior, y para completar una cohesionada estructura jerárquica, se situaban otros tipos que aparecían en series de televisión tan representativas de la época como Crónicas de un pueblo (1971-1974): el alguacil, el cartero, la boticaria… Incluso el forastero, cuya misteriosa ambigüedad podía socavar el orden y la tranquilidad de Puebla Nueva del Rey Sancho. Los domingos por la noche, en horario de máxima audiencia y sin competencia con otras cadenas, varios millones de españoles veíamos la plasmación de una idea original del almirante Carrero Blanco, tan desconocido por la mayoría como si se tratara del guionista. Muchos supimos de él cuando voló por los aires de una calle madrileña, pero pocos años antes y con la mentalidad de cabo furriel que proliferaba entre los jerarcas franquistas ordenó a TVE la creación de un programa que divulgara los textos de las Leyes Fundamentales del Reino (Fuero de los Españoles, Fuero del Trabajo, Principios del Movimiento Nacional…). Eran tiempos de ordeno y mando con Adolfo Suárez al frente de un equipo que actuó con disciplina y hasta entusiasmo. La consecuencia fue la aparición de una serie centrada en un pueblo que se pretendía representativo de la España de entonces. En Puebla Nueva del Rey Sancho surgían algunos problemas, a menudo derivados del choque entre unos vecinos reacios al progreso tecnológico y social y una realidad cambiante que convenía amoldar al orden establecido. Todos sabíamos que había solución, pues la respuesta estaba prevista en «los fueros».

La palabra mágica -parecía de otra época y nadie de nuestro entorno la utilizaba- era pronunciada por el depositario de la sabiduría del municipio: el maestro. Recuerdo aquellos desenlaces que lo dejaban todo bien explicado gracias a las dotes pedagógicas del personaje interpretado por Emilio Rodríguez, siempre bonachón y dispuesto a charlas con el alcalde o el cura por las calles del pueblo para ocuparse de la defensa del bien común. Aquellas fuerzas vivas eran tan responsables como inamovibles. Parecían encontrarse allí desde la noche de los tiempos y, por supuesto, con una voluntad de permanencia que también estaría en los fueros. Años después supe que entre los guionistas figuraba un desconocido: Juan Alarcón Benito, que ejercía como subjefe provincial del Movimiento en Ávila y se convertiría en el prolífico autor de una Editorial Andina que no le sacó del anonimato. El citado guionista, junto con otros que participaron en la serie, era el encargado de introducir las píldoras políticas e ideológicas en una serie cuya intencionalidad queda al margen de cualquier duda. Dudo, no obstante, que los resultados se correspondieran con las intenciones. No solo porque el cambio de régimen viniera poco después, sino porque el probable y relativo error del almirante fue propagar lo que había sido mantenido en silencio. Y por eso, entre otras razones, duró tanto.

 https://publicaciones.ua.es/libro/la-sonrisa-del-inutil_128106/


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