jueves, 11 de mayo de 2023

El cuñado de Amarcord (1973), de Fellini: retrato de un inútil


La búsqueda de inútiles inolvidables fue una tarea gozosa cuando escribí La sonrisa del inútil (2008). La tarea pronto me condujo al cuñado de la familia protagonista de Amarcord (1973), que en la fotografía aparece a la izquierda en albornoz y, claro está, con la reglamentaria redecilla para cuidar sus delicados cabellos de galán maduro. Transcribo a continuación unos párrafos dedicados a este sugestivo personaje, que era el centro de los odios del padre -al fondo- y de los mimos de la madre, que en la fotografía sirve la comida:

A menudo recuerdo la imagen de un personaje secundario de Amarcord, que ya había aparecido en Roma (1972), también de Federico Fellini. Se trata del cuñado que asiste, impávido y con redecilla en el pelo, a las cotidianas disputas matrimoniales mientras sigue comiendo en silencio. El señor Aurelio, cabeza de familia y abnegado maestro de obras, vocifera y gesticula para imponer su autoridad en el nuevo capítulo de una bronca eterna, el díscolo hijo (Tito) intenta escabullirse para no recibir una colleja y la desesperada madre (Miranda) intercede, con teatral amenaza de suicidio incluida, para controlar el drama alrededor de la mesa del comedor. Mientras tanto, el cuñado, del que no se conoce ni oficio ni beneficio al margen de sus conquistas amorosas, calla y come. Se recupera así de una convalecencia que suponemos tan prolongada como voluntaria. Permanece sentado y embutido en su albornoz con toalla a modo de bufanda. No realiza movimientos bruscos ni gesticula, para evitar que la redecilla caiga o se descomponga sin poder alisar los escasos y cuidados cabellos de quien ejerce como galán en los bailes veraniegos del Gran Hotel, junto con el guapo Gigino Melandri, y es el más osado nadador de la localidad. Imaginamos que, además, fumará con boquilla y gesto lánguido cuando pasee con el abrigo sobre los hombros y asista a la tertulia del atardecer como soltero ya maduro y sin obligaciones, dispuesto a rememorar glorias amorosas mientras consigue encadenar algunas carambolas en la mesa de billar.

Los apuntes que caracterizan al cuñado inútil son ejemplos de un virtuosismo de la imagen personal, concebida y cuidada como la creación que justifica una vida. Esta labor no es apreciada por el padre de familia, que hace muchos años olvidó su ridícula calva con un quiste de grasa puesto a propósito por Federico Fellini, siempre inconformista con los rasgos que le ofrecía la realidad. El señor Aurelio tampoco lleva albornoz a la hora de comer, no sabe hacer juegos de manos con los servilleteros para satisfacer de manera displicente las reiteradas peticiones de la familia y su barriga, nada elegante, se agita cuando gesticula tratando de imponer su autoridad paternal. Un empeño abocado al fracaso, cuya frustración de rebote se dirige contra el cuñado. No lo soporta, está harto de mantenerlo, pero su esposa defiende como una madre a un hermano que calla mientras come con la seguridad de que la tempestad acabará amainando.

El cuñado y maduro galán es un inútil algo patoso en sus bromas, pero también un virtuoso a su manera. Nunca ha trabajado ni trabajará. Jamás ha emprendido una actividad considerada, desde una perspectiva social, como práctica o beneficiosa en términos económicos. Pero su peculiar virtuosismo en el arte de la inutilidad le ha permitido una existencia plácida y hasta gozosa, admitida por una hermana que lo ve hermoso y simpático, mucho más atractivo que su cabreado esposo. Los vecinos de la localidad, por supuesto, lo llaman con asiduidad desconocida por el maestro de obras, solo requerido cuando de trabajo se trata. La razón es sencilla: la redecilla ha facilitado el alisamiento de los cabellos hasta convertirlos en una capa fina y uniforme, de un azabache intenso ponderado en la peluquería que regenta el hermano de La Gradisca. Y así, en tiempos de una virilidad fascista rebosante de alardes gestuales, resalta una galantería mantenida con espíritu deportivo, basada en el prestigio verbal y sin necesidad de concretar las conquistas.

https://publicaciones.ua.es/libro/la-sonrisa-del-inutil_128106/

El capítulo donde hablo del cuñado y otros inútiles con parecidos aires ahora también se puede consultar en el Repositorio de la Universidad de Alicante:

http://hdl.handle.net/10045/134598



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