Rafael Azcona me habló en repetidas ocasiones de su agradecimiento por haber sido admitido en la redacción de La Codorniz, una de las pocas revistas donde se respiraba un cierto aire de libertad durante el franquismo. Esta singularidad se puede ejemplificar en la figura de Fernando Perdiguero, el redactor-jefe que había sido condenado a muerte en la posguerra. Su sumario, el n.º 8683 depositado en el Archivo General e Histórico de Defensa, está incompleto, pero he tenido la oportunidad de analizarlo en el texto abajo enlazado provisionalmente. El mismo, una vez completado con las oportunas consultas bibliográficas, aparecerá como un nuevo capítulo del futuro libro, Las armas contra las letras, dedicado a la represión sufrida por escritores, periodistas y caricaturistas durante la posguerra. Quede constancia de mi agradecimiento por haber localizado en Internet la maravillosa «foto imposible» de aquella legendaria redacción. Ya es casualidad, o no, que el añorado Rafael Azcona aparezca junto con dos personas con quienes compartió muchos momentos presididos por la sonrisa: Antonio Mingote y Fernando Perdiguero.
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