El 8 de agosto de 1959,
el vice interventor de la Diputación de Córdoba Antonio Luis Baena Tocón
realizó una declaración jurada ante el notario Carlos Pando Muñiz con
residencia en Porcuna, distrito notarial de Martos. La misma tenía como probable objeto
la reelaboración de la hoja de servicios del citado como oficial del Ejército y
reproduce el contenido de distintos documentos aportados por el declarante para
justificar lo anotado en dicha hoja.
El documento notarial se encuentra depositado en el expediente personal del funcionario Antonio Luis Baena Tocón en el Archivo General de la Administración, que consta de 162 folios y es de libre acceso para los investigadores desde el 1 de enero de 2024, según lo establecido en el artículo 57.c de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español.
Tal y como puse de
manifiesto en una nota publicada en el Repositorio de la Universidad de Alicante (véase la entrada del pasado 17 de octubre), el documento, junto con otros del mismo expediente y una referencia bibliográfica, nos lleva a la conclusión de que el
futuro secretario del Juzgado Militar de Prensa permaneció en Madrid durante la
Guerra Civil. El hipotético exilio, a falta de evidencias que lo prueben,
parece improbable a la luz de las que ya utilicé para la nota catalogada en el
RUA:
http://hdl.handle.net/10045/147999
La declaración jurada
incluye el testimonio del coronel Nicolás Benavides Moro (1883-1965), que
cuando se hizo efectiva ante el citado notario ya era general de brigada,
concretamente desde el 29 de abril de 1944 (dbe.rah.es). Mi colega Carlos Piriz, en su
artículo «Decanos del humanitarismo y la perfidia. La colaboración de las
misiones diplomáticas de Argentina y Chile con la causa franquista durante la
Guerra Civil (y después), 1936-1969», publicado en Culture & History
Digital Journal, analiza la colaboración de estas embajadas
hispanoamericanas con los sublevados. En el marco de la misma, el coronel
Nicolás Benavides Moro trabajó para la quinta columna en tareas de información
no especificadas.
Dado su interés para
probar la tesis del citado artículo de Carlos Piriz, transcribo a continuación
el testimonio certificado del coronel:
«Don Nicolás Benavides
Moro, coronel de Estado Mayor y director del Servicio Histórico Militar,
certifica: que estuvo refugiado durante la pasada guerra en Madrid en el
consulado de Chile, en el edificio que esta embajada tenía en la plaza de
Salamanca, y que durante bastantes meses (sin que pueda precisar cuántos),
vivió en la misma habitación que don Antonio L. Baena Tocón, abogado, el cual
mostró siempre el más elevado espíritu y la más grande devoción al Glorioso
Movimiento, ofreciéndose siempre al que suscribe (que era el jefe más
caracterizado de todos los militares refugiados de dicho edificio y reconocido
por todos como jefe superior para caso de que hubiera que realizar alguna
acción armada, a cuyo fin se estaba en relación con organizaciones nacionales
de Madrid), para cuantas misiones quisiera confiarle, destacándose
especialmente esta decidida actitud suya durante la semana llamada ‘comunista’,
en la cual existió un grave riesgo para cuantos estábamos retenidos en las
embajadas. También mostró gran amor a las cuestiones militares, sobre las que
con frecuencia conversaba con el que suscribe, quien dedicó a dicho Sr. Baena
un libro sobre la guerra moderna, del que es autor [Supervivencia de
Napoleón I en la guerra moderna, 1933] y que el Sr. Baena leyó con la mayor
atención y el más grande interés. Y para que conste a los efectos que procedan,
expido el presente certificado en Madrid, a veintiocho de noviembre de mil
novecientos cuarenta.- Nicolás Benavides -rubricado-. Hay un sello que dice:
Estado Mayor del Ejército. Servicio Histórico Militar».
La «semana comunista» del
5 al 12 de marzo de 1939 corresponde a la del golpe de Estado encabezado por el
coronel Casado. Así, pues, tanto el joven Baena Tocón como el propio coronel
Benavides permanecerían probablemente en la legación diplomática «hasta la Liberación», tal y
como figura en sus respectivas hojas de servicios.
Gracias a Carlos Piriz,
he podido consultar la hoja de servicios del coronel, depositada en el Archivo
General Militar de Segovia, como la del teniente Baena Tocón. Ambas están
reconstruidas por una probable pérdida del documento original. De hecho, la
primera se rehízo el 9 de abril de 1941. Supongo que a petición del interesado
y con la información que el mismo facilitara.
A partir de esa hoja de
servicios, el coronel Emilio Montero Herrero -que el 22 de junio de 2014 me
facilitó el acceso a la del teniente- redactó la entrada del coronel Benavides
en el Diccionario biográfico español de la RAH. En la misma, indica lo
siguiente:
«Al comenzar la Guerra
Civil española, tomó parte los días 18, 19 y 20 de julio en la sublevación de
la Escuela Superior de Guerra contra el gobierno de la República y fue detenido
e ingresado en los calabozos de la Dirección General de Seguridad. Una vez
puesto en libertad el 28 de agosto, se refugió primero en la embajada de México
y después en la de Chile, donde efectuó trabajos de información a favor del
Movimiento Nacional. Continuó en esta situación hasta marzo de 1939, en que,
liberado Madrid, se presentó en la Comandancia Militar al general jefe del
primer cuerpo del Ejército, que le designó jefe de la Censura Militar de
Comunicaciones».
Consultada la
reconstruida hoja de servicios, cabe añadir que el coronel solo estuvo en los
calabozos de la DGS entre el 25 y el 28 de agosto de 1936, siendo esta última
fecha la de su ingreso en la legación diplomática de México. Asimismo, el 4 de
febrero de 1938, causó baja en el Ejército «por estar clasificado como
desafecto al régimen, con pérdida de todos los derechos y ventajas inherentes a
su empleo, incluso los pasivos». Por último, una vez terminada la guerra y al
igual que el resto de los oficiales que permanecieron en la zona republicana,
aunque fuera en calidad de refugiados, el coronel Benavides estuvo sometido a
una investigación para descartar que hubiera colaborado con el gobierno
republicano. La misma resultó satisfactoria para sus intereses con una
resolución fechada el 24 de mayo de 1939. Por lo tanto, cabe matizar la imagen
del refugiado que se presenta a los vencedores y los mismos inmediatamente le
dan una responsabilidad, cuya denominación debemos precisar: Jefe de la Censura
Militar de Prensa y de Comunicaciones, hasta el 3 de mayo de 1939. Es
decir, el coronel censuraba la prensa mientras era investigado acerca de su
trayectoria en Madrid durante la guerra.
En esta reconstruida hoja de servicios encontramos un dato sorprendente. Si el coronel Benavides participó en el golpe de Estado estando en Madrid y fue detenido, ¿cómo es posible que saliera en libertad tres días después y no fuera procesado? La suerte de los altos oficiales que participaron en los hechos madrileños del golpe de Estado no parece haber sido tan benévola y resulta difícil entender que las autoridades republicanas dejaran en libertad a un coronel partidario de los sublevados. Muchos de estos oficiales fueron encarcelados y fallecieron en las sacas que tuvieron lugar en Madrid hasta finales de 1936.
Las hipótesis quedan
abiertas a la espera de la investigación iniciada con la colaboración de los
colegas que se han ocupado del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, donde
-a tenor de las primeras consultas- la participación del coronel Benavides debió
ser discreta dada su edad y condición de profesor e historiador con vocación
literaria tras haberse doctorado en Derecho (1926). Don Nicolás era un militar tan
culto y polifacético como identificado con el franquismo. El resultado de la investigación
aparecerá en el tercer tomo de la trilogía dedicada a los consejos de guerra de
los periodistas y escritores, donde incluiré varios perfiles biográficos de
quienes actuaron como victimarios. Ahora, justo esta semana, acabo de entregar
el original del segundo volumen para su pronta publicación.
PD.: Lo indicado en esta entrada como aportación preliminar de una investigación en curso se publica con el deseo de someterlo a la consideración de otros especialistas que pudieran aportar datos para la ampliación, rectificación o matización de lo escrito.
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