lunes, 13 de octubre de 2025

El poemario de un maestro encarcelado


 Víctor Pérez y Pérez

La experiencia más satisfactoria de estos años dedicados al estudio de los consejos de guerra de periodistas y escritores ha sido el encuentro con los descendientes de las víctimas. De hecho, el proyecto surgió de una entrevista con el abogado Diego San José, que me facilitó digitalizado el legado de su abuelo para que lo estudiara y difundiera. Así se hizo desde 2015 y, actualmente, el madrileño es un autor accesible para cualquier interesado en la historia literaria y periodística de su época.

A lo largo de estos años, los encuentros con los familiares se han ido sucediendo. A veces para pedirles datos o documentos. Otras con el deseo de contrastar la documentación localizada. Y, en algunas ocasiones, hasta para descubrirles facetas insospechadas de sus familiares. Las experiencias han sido diversas, pero siempre gratas y presididas por el deseo de recordar a quienes durante décadas estuvieron sometidos al silencio,

En este marco, el pasado mes de septiembre mi colega Fernando Miguel Pérez Herranz me mandó un ejemplar dedicado de una reciente edición del poemario de su abuelo titulado Gota a gota (1936-1938), editado con esmero por Páramo y con una excelente introducción de quien no solo recuerda al familiar, sino que también estudia su poesía con solvencia filológica.

El abulense Víctor Pérez y Pérez (1891-1963) fue uno de los muchos «maestros de la República», cuyo apostolado llegó hasta los más recónditos pueblos de la geografía española para alumbrar una modernidad y un espíritu de convivencia que parecían imposibles en unas estructuras sociales presididas por el caciquismo y el más rancio oscurantismo. Así lo hizo Víctor junto con su esposa Teófila, también «maestra nacional». Llegada la Guerra Civil, o (In)civil como escribe con acierto su nieto, ambos pagaron las consecuencias porque nunca debemos olvidar el sufrimiento de quienes vieron encarcelados a sus familiares.

El maestro fue apresado el 25 de agosto de 1936 por los sublevados contra la II República y pasó dos años en la cárcel sin mediar otra acusación que no fuera su condición de maestro republicano. Durante este período de reclusión, con momentos en los que temió por su vida, Víctor Pérez y Pérez fue escribiendo este poema «gota a gota», con la voluntad de «hacer palabra, escritura, lenguaje, esa experiencia del dolor, porque es la única tabla de salvación a la que el apresado puede agarrarse» (p. 13), según indica su nieto.

El sencillo poemario, en la popular línea del extremeño José M.ª Gabriel y Galán, nos remite a esa experiencia del dolor, pero siempre con una mirada serena y ajena a cualquier rencor. La agradecemos y nos emociona, como esas cartas dirigidas a la esposa en las que ajusta las cuentas domésticas, hasta la última peseta con una honestidad ejemplar, para evitar problemas a la familia cuando temía por su propia vida.

Afortunadamente, Víctor Pérez y Pérez no corrió la dramática suerte de tantos maestros procesados, depurados y hasta fusilados. El natural de Casas del Abab, un anexo del concejo abulense de Umbrías, pudo reincorporarse a la docencia para ejercerla en Navalmoral de la Sierra y El Barco de Ávila hasta su jubilación.

En esos pueblos, don Víctor tendría que olvidar lo enseñado durante la II República y explicar la doctrina del nacionalcatolicismo. La experiencia sería dura para un hombre de talante liberal, pero no me cabe la menor duda de que, por encima de cualquier retórica propagandística, prevalecería el sentido humanista heredado de la Institución Libre de Enseñanza y presente en el Juan de Mairena de Antonio Machado. Su alumnado, al cabo del tiempo, comprendería que en los años más oscuros tuvo la oportunidad de conocer una voz diferente, que era el eco de un tiempo donde la libertad y la convivencia fueron posibles.


domingo, 12 de octubre de 2025

Kafka en la jurisdicción militar de la Victoria


 Sumario 128.351 del AGHD

El periodista sevillano José de la Flor Ruiz no ha pasado a los anales de la historia por su trabajo durante el período republicano, cuando dirigió el Noticiero sevillano hasta su desaparición en 1933 y se trasladó a la capital para incorporarse a Diario de Madrid, pasando después como redactor a Ahora. Desde febrero de 1937 trabajó como confeccionador en Política, el órgano de Izquierda Republicana, y allí permaneció sin demasiado protagonismo hasta la finalización de la Guerra Civil.

José de la Flor Ruiz andaba cerca de los cincuenta años, era padre de cinco hijos y, dada la modestia de su labor periodística en periódicos republicanos, consideró que ante los vencedores prevalecería su condición de «hombre de orden» que había dirigido una publicación derechista en Sevilla.

Las primeras semanas de la Victoria parecieron darle la razón. El periodista permaneció algunos días en la pensión donde vivía a la espera de trasladar a su familia, refugiada en Denia durante la guerra, a Sevilla y buscar un futuro profesional. Mientras tanto, José de la Flor Ruiz tuvo la precaución de poner tierra por en medio y buscar una casa en Villalba del Rey para vivir con su esposa y cinco hijos. El periodista afrontaba la situación de paro forzoso gracias a la ayuda de un hermano, que le hacía periódicas transferencias.

Al parecer, y por razones difíciles de entender, el sevillano debía trasladarse a la localidad de Huete para hacer efectivas esas transferencias. Allí, el 27 de mayo de 1939 fue detenido por un falangista que conocía su condición de periodista y, sin mediar un interrogatorio, le trasladaron a la cárcel de la citada localidad conquense. El destino de las quinientas pesetas procedentes del hermano es un misterio a la luz del sumario 128351 del AGHD.

El 9 de enero de 1940, el sevillano fue trasladado a Uclés, también en la provincia de Cuenca. El centro penitenciario sería uno de los improvisados por entonces para acoger la avalancha de prisioneros republicanos y allí, con la excepción de un aislado interrogatorio, el periodista pasó meses y meses sin tener conocimiento de su procesamiento.

El 9 de noviembre de 1941, treinta meses después de su detención, el juzgado militar de Huete comunicó a la auditoría que el sumario del periodista había sido elevado a plenarios. El traslado de lo instruido al tribunal debió ser caótico. Al cabo de los años nadie sabía el número del sumario o la pena dictada. Ni siquiera si se había celebrado el correspondiente consejo de guerra. José de la Flor Ruiz era un prisionero que, desde el punto de vista documental, había quedado en el limbo.

El 22 de enero de 1942, sin la correspondiente documentación, le trasladaron al penal de Ocaña y, con un paso intermedio por la cárcel de Porlier, el periodista acabó en la de Santa Rita el 4 de marzo del citado año. Al menos, estaba en el limbo, pero en la capital y preso poco después en la prisión provincial de Madrid. Los responsables de las diferentes instituciones penitenciarias indagaron acerca del procesamiento sin aclarar la situación del procesado. En definitiva, el sevillano siguió en el limbo del silencio administrativo.

Camino del sexto año en las cárceles de la Victoria sin haber sido procesado, José de la Flor Ruiz el 28 de noviembre de 1944 se dirige por carta al capitán general de la I Región Militar. El motivo es comprensible: «desde la fecha en que fue detenido hasta hoy han transcurrido sesenta y seis meses sin que el compareciente haya sido juzgado ni sepa a disposición de qué autoridad se encuentra».

El capitán general dio traslado de la carta al auditor, quien el 15 de febrero de 1945 ordenó instruir «diligencias previas» (sic) «en averiguación de la situación de dicho recluso, al no haber sido localizado el procedimiento en el que fue encartado». El sumario 128351 del AGHD es el resultado de esta labor donde nunca medió una justificación o una disculpa por un encarcelamiento de casi seis años sin mediar un «procedimiento».

El teniente coronel Pedro de Llorente Miralles fue el instructor como titular del Juzgado Militar Permanente n.º 22. La Dirección General de Seguridad le remite un informe sobre el sevillano fechado el 3 de marzo de 1945. La policía también iba a ciegas en este caso: «Se tienen referencias no confirmadas de que a la terminación de la pasada campaña fue detenido, juzgado y condenado a la última pena por hechos ocurridos en Denia (Alicante), donde tenía evacuada a su esposa y tres hijos menores».

Al margen de que sería notable la desaparición de la documentación relacionada con una condena a muerte, es cierto que la esposa e hijos estuvieron en la localidad alicantina (CDMH, PS-Madrid, 2522.121). Sin embargo, no me constan esos «hechos ocurridos» y la detención tuvo lugar en Huete, mientras que la familia residía en Villalba del Rey.

El instructor debió hacer caso omiso de lo apuntado por la DGS en relación con la supuesta condena a muerte y prestaría más atención a los testimonios de quienes declararon a favor de José de la Flor Ruiz. Todos le consideraron como «una persona de orden», de ideología derechista y sin peligro para el Glorioso Movimiento Nacional.

El 16 de abril de 1945, el periodista se dirige al instructor «en súplica de que le sea concedida la libertad o en caso contrario sea juzgado por los tribunales competentes». El teniente coronel Pedro de Llorente Miralles no contestó al sevillano, pero trasladó la petición al auditor.

Sin mediar explicaciones, ni mucho menos un reconocimiento del error cometido para facilitar una compensación, el 22 de mayo de 1945 el auditor concede la libertad a quien fuera detenido el 27 de mayo de 1939. El 1 de junio de 1945, al cabo de seis años, José de la Flor Ruiz salió en libertad y pudo reencontrarse con su esposa e hijos. Por entonces, ya había cumplido los cincuenta años y, después de la experiencia carcelaria, dudo que disfrutara de una salud para afrontar el futuro.

Kafka recurrió a la imaginación para concebir situaciones kafkianas. Los historiadores de lo sucedido en la jurisdicción militar de la Victoria, que no la posguerra, sabemos que para encontrarlas no hace falta recurrir a castillos o conversiones monstruosas. Los sumarios prueban que todo era posible gracias a la mediocridad añadida a la violencia.


viernes, 10 de octubre de 2025

El sumario colectivo de los periodistas alicantinos


 José M.ª Ruiz Pérez-Águila es el segundo por la izquierda en la fila de quienes están de pie. Concejales del Ayuntamiento de Alicante en 1931


La venganza es una constante entre las denuncias presentadas en los juzgados militares durante la Victoria. Los historiadores han puesto de relieve esta circunstancia como uno de los motores de la represión, pero en paralelo tal vez no se haya prestado la debida atención a un conjunto de denuncias cuyo origen radica en el temor a sufrir esa misma represión, tal y como vimos en el caso del poeta Rafael González Castells (véase su ficha en consejosdeguerra.es).

El abogado, político y publicista José M.ª Ruiz Pérez-Águila (1905-1982) fue «fluctuante» en su militancia. Según explica mi colega Francisco Moreno Sáez en el perfil biográfico del Archivo de la Democracia (UA) que le sitúa «entre dos fuegos», a principios de la etapa republicana el citado torrevejense presidió en Alicante la Juventud Republicana Radical. En abril de 1931, figuró en la lista municipal de la Conjunción Republicano-Socialista y salió elegido concejal de la capital, mientras colaboraba en los periódicos Rebeldía y Diario de Alicante.

José M.ª Ruiz Pérez-Águila ejercía por entonces de furibundo anticlerical a tenor de algunas de sus propuestas en el consistorio municipal, pero a partir de 1933 viró hacia la derecha y salió elegido diputado por el Bloque Agrario Antimarxista. Esta evolución le llevó a ser uno de los fundadores en Alicante del Partido Republicano Independiente que encabezaba Joaquín Chapaprieta y poner al servicio del mismo su trabajo como director del Diario de Alicante, puesto que ocupaba el 18 de julio de 1936.

El apoyo de José M.ª Ruiz Pérez-Águila al golpe de Estado provocó su marginación en un periódico incautado por orden del gobernador civil Valdés Casas, la detención una semana después y el ingreso en el Reformatorio de Alicante, de donde salió el 11 de octubre de 1937. El resto de la guerra lo pasó en diversos campos de trabajo hasta que el 28 de marzo de 1939 le liberaron en la localidad toledana de Ciruelos. El currículo como víctima de los republicanos superaba al de muchos de los vencedores que permanecieron en la capital levantina.

Ya de regreso en Alicante, donde estaba casado con una hija de los condes de Altea, José M.ª Ruiz Pérez-Águila se presentó como un «camisa vieja», pero tuvo bastantes problemas con los vencedores. El 8 de mayo de 1939 un juzgado le instruyó un sumario por incendio y, por otra parte, el abogado fue llevado a comisaría por los jóvenes falangistas Juan Carreras Barceló y Mariano Soriano Lozano. Le acusaban de «ser [un] conocido extremista», además de «agitador y promotor del asalto a los conventos de religiosos en mayo de 1931». Otros testimonios recopilados por Francisco Moreno Sáez apuntan en la misma dirección.

El Servicio de Información e Investigación de FET y las JONS de Alicante envió un informe, fechado el 9-V-1939, al juez militar encargado de examinar la denuncia de los citados falangistas. El mismo le considera «incendiario e indeseable en todos los órdenes» habiendo militado en diferentes partidos en búsqueda de «un mayor beneficio para sus intereses y su posición política». El informe se resumía así: «Conceptuación policial: indeseable. Conceptuación religiosa: ateo. Conceptuación de su vida pública: hombre exaltado y de pocos escrúpulos. Conceptuación de su vida privada: deja mucho que desear. Posición económica: la de su posición [sic]».

José M.ª Ruiz Pérez-Águila rebatió las acusaciones de los falangistas y solo se arrepintió del «entusiasmo republicano» que a tantos «españoles de buena fe» engañó antes del advenimiento de la II República. Los datos aportados por Francisco Moreno Sáez prueban que semejante entusiasmo perduró hasta 1933.

El 9 de junio de 1939, el abogado salió del Reformatorio de Alicante, aunque sus problemas con los vencedores continuarían hasta 1955, pasando por un confinamiento en 1942 y un expediente en el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. No en balde, la Guardia Civil en 1942 le conceptuaba como «izquierdista recalcitrante, ateo, posible masón y no desafecto, sino enemigo acérrimo de la Causa Nacional».

La sorpresa, tal y como le comenté a Francisco Moreno Sáez, llegó al consultar el sumario 871 del AGHD, donde el supuesto camisa vieja José M.ª Ruiz Pérez-Águila figura como denunciante de veintiséis personas relacionadas con la prensa local durante la Guerra Civil.

El 14 de abril de 1939, cuando ya podía prever los problemas arriba indicados, el abogado redactó un escrito «contra el director propietario de un periódico de la localidad y otros significados izquierdistas». Una semana después el documento constaba en el Juzgado Permanente del Ayuntamiento de Alicante y su titular inició la instrucción de un sumario donde aparecen como procesados algunos periodistas ya fallecidos, otros en el exilio y varios sin localizar a pesar de las requisitorias publicadas.



Justo Sansano Benisa, poeta y periodista

Esta nómina no debería sorprender. Lo peculiar del caso radica en que entre los procesados figuran destacados vencedores de la guerra, incluso falangistas con cargos de relieve. José M.ª Ruiz Pérez-Águila denuncia al periodista y escritor Justo Sansano Benisa (1887-1955), que poco después sería delegado provincial de Prensa y Propaganda, a su hijo Juan Sansano Torregrosa, que en 1937 se había pasado a los sublevados para participar en el envío de armamento desde Alemania a los nacionales, y otros periodistas y escritores cuya afiliación republicana supone una incógnita.

La denuncia, utilizada como recurso para defenderse de aquellas que le podían caer por su pasado republicano, provocó una reacción entre los vencedores que se vieron en arresto domiciliario tras pasar unos días en la cárcel. El sumario incluye numerosos avales en su defensa, algunos procedentes de las autoridades y todos coincidentes en su adhesión al Glorioso Movimiento Nacional.

Tras quedar sobreseída la causa contra la mayoría de los denunciados, el consejo de guerra celebrado el 2 de enero de 1940 solo condenó a seis años a dos colaboradores de la prensa local con militancia izquierdista: Emilio Claramunt López y Ernesto Cantó Soler. Los restantes veinticuatro, incluidos los destacados falangistas, respiraron tranquilos mientras veían al denunciante en el Reformatorio o en arresto domiciliario a la espera de un confinamiento.

El fluctuante José M.ª Ruiz Pérez-Águila perdió la partida porque no midió bien sus fuerzas a la hora de presentar una denuncia para, supongo, resguardarse de los problemas con los vencedores que no le admitieron entre los suyos. La historia se repite en otros casos estudiados en consejosdeguerra.es. Lo sorprendente -por la irregularidad jurídica que supone- radica en que el sumario 871 nunca indica que el denunciante fuera un denunciado sometido a otro expediente judicial a causa de una denuncia presentada por correligionarios de los denunciados. Así, con semejante lógica, funcionaba el aparato represivo montado en torno a los juzgados militares. Ni siquiera los «camisas viejas» estaban a salvo, aunque callaron para no cuestionar el Glorioso Movimiento Nacional.


PD. La Asociación de Historia Contemporánea esta semana ha publicado un comunicado en relación con los procesos judiciales en los que están inmersos algunos de mis trabajos: https://ahistcon.org/La solidaridad de mis compañeros siempre es un motivo de ánimo y agradecimiento que me ayuda a continuar con mi labor.

Por otra parte, el Patrimonio Cultural de Defensa me ha comunicado su voluntad de colaborar en la web https://consejosdeguerra.es/consejosdeguerra.es con la aportación de los sumarios de los periodistas y escritores que se encuentran en la Biblioteca Virtual de Defensa: https://bibliotecavirtual.defensa.gob.es/BVMDefensa/es/inicio/inicio.do. En próximas entradas daremos cuenta de estas aportaciones.


martes, 7 de octubre de 2025

Los periodistas en la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD)


 Antonio Otero Seco

La perspectiva de una victoria aliada en la II Guerra Mundial alentó movimientos políticos en el interior de España y el exilio republicano. Todos los protagonistas, desde la oposición clandestina hasta la cúpula militar, querían posicionarse ante un desenlace bélico capaz de alterar la estabilidad de la dictadura. Unos ilusionados y otros temerosos, desde finales de 1944 movieron fichas para buscar una salida favorable a sus intereses.

En este contexto, la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD) quedó constituida en octubre de 1944. Los republicanos, socialistas y libertarios del interior aunaron fuerzas para entablar contactos con los monárquicos y algunos representantes de la cúpula militar. El objetivo era aprovechar la presión de los aliados para restablecer la democracia, aunque por el camino debieran renunciar al régimen republicano y aislar a los comunistas de la Unión Nacional Española, que optaba por la vía armada con el apoyo -nunca concretado- de los vencedores de la II Guerra Mundial[1].

Los movimientos clandestinos de la ANFD pronto quedaron abortados por la policía franquista. A finales de 1944 se sucedieron las detenciones en Madrid, que no afectaron a los monárquicos y militares implicados en la trama. La plataforma unitaria quedó desarticulada. Fruto de esta acción policial fue la instrucción del sumario 129173 del AGHD, que correspondió a un juzgado especial donde el general Pedro Díez de Rivera ejerció de titular.



Sumario 129173 del AGHD

La lista de los procesados es extensa e incluye a dos republicanos cuyos sumarios han sido objeto de estudio en la trilogía dedicada a los consejos de guerra de periodistas y escritores: Antonio Otero Seco, que a sus treinta y nueve años aparece como empleado domiciliado en la calle Cáceres, y Natividad Adalia Cardillo, periodista vinculado al Partido Sindicalista que por entonces contaba con cuarenta y un años (véanse las correspondientes fichas en consejosdeguerra.es).

Ambos habían sido condenados por adhesión a la rebelión militar, así como José Carreño España, un destacado militante de Izquierda Republicana que, entre otros cargos, durante la guerra ocupó el de responsable de Prensa y Propaganda de la Junta Delegada de Defensa (véase la entrada del 21-XI-2024 en este blog). El veterano republicano, por sus antecedentes y una más decisiva participación en la ANFD, corrió la peor suerte en el sumario 129173.



Natividad Adalia, en el centro con los brazos cruzados, junto con otros militantes del Partido Sindicalista de Ángel Pestaña

El 24 de marzo de 1945 tiene lugar la declaración de Natividad Adalia Cardillo. A preguntas del instructor acerca de su relación con la ANFD, el sindicalista amigo de Ángel M.ª de Lera niega cualquier vínculo con la plataforma unitaria, aunque reconoce haber mantenido reuniones con José Carreño España en noviembre de 1944. Los instructores nunca probaron el citado vínculo y el director de El Sindicalista pronto sería excarcelado. Lo significativo de la declaración, que corrobora la voluntad del periodista de contactar con los franquistas a finales de la guerra, es la postura ante el desenlace de la II Guerra Mundial. Natividad Adalia Cardillo aboga por una transición presidida por Juan de Borbón en el caso de que Alemania sucumbiera. Quien terminara en la CNT, junto con otros «anarcomonárquicos» (Ángel Herrerín López), también era partidario de colaborar con representantes del Glorioso Movimiento Nacional para buscar una salida democrática que en algunas declaraciones del sumario se vislumbra con la participación del general Franco.

El 28 de marzo de 1945, tiene lugar la declaración de Antonio Otero Seco, que por entonces se encontraba en libertad después de haber sido condenado a treinta años que fueron conmutados por cuatro según el sumario. Los instructores solo le preguntan por su relación con José Carreño España. El escritor reconoce haber mantenido reuniones con el dirigente de Izquierda Republicana, aunque para abordar cuestiones ajenas a la ANFD. La falta de pruebas en este sentido posibilitó una pronta excarcelación.

El 30 de marzo de 1945, los instructores celebran un careo entre Antonio Otero Seco y José Carreño España. Este último asume su responsabilidad en las tareas de la ANFD y niega la participación del extremeño en la redacción del manifiesto de la alianza, que actualmente se puede consultar en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Antonio Otero Seco sale de la cárcel el 3 de abril de 1945, aunque con la obligación de presentarse en el juzgado especial del general Pedro Díez de Rivera. La excarcelación definitiva le llegaría el 23 de mayo por orden del auditor general, que extendió la medida a Natividad Adalia Cardillo. Ambos quedaron excluidos de una instrucción iniciada el 28 de febrero y finalizada el 15 de enero de 1946. El instructor concluye que los procesados, con la previa exclusión de los monárquicos y militares, pretendían «un cambio de régimen». El mismo, «según se desprende de las diferentes publicaciones [intervenidas], querían [que] fuese pacífico y, a ser posible, de acuerdo con SE el Jefe del Estado para evitar el caos comunista».

El consejo de guerra presidido por el teniente coronel José González Esteban tuvo lugar el 9 de enero de 1947. José Carreño España, condenado a treinta años, ahora -por pretender «un cambio de régimen»- solo recibió una nueva condena a otros cuatro. La inversión en una violencia extrema durante la Victoria ya estaba consolidada y tampoco era preciso excederse en las nuevas condenas.

Antonio Otero Seco partió poco después a un exilio en Francia donde ejerció como profesor. Natividad Adalia Cardillo prosiguió en España vinculado con el movimiento libertario, siempre buscando la manera de pactar con el sindicato vertical del régimen. Queda la incógnita de Enrique Meneses Puertas, que durante la instrucción del sumario 129173 aparece como periodista y fue finalmente absuelto en la sentencia del 9 de enero de 1947. El dato nos obliga a buscar el posible sumario, que no se encuentra en el AGHD, y documentar su supuesta tarea como periodista represaliado.



[1] Véanse Enrique Marco Nadal, Todos contra Franco: la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas, 1944-1947, Madrid, Queimada, 1982; Hartmut Heine, La oposición política al franquismo, Barcelona, Crítica, 1983 y Ángel Herrerín López, «Los anarcomonárquicos. La opción monárquica en la CNT», Historia y Política, n.º 11 (2004), pp. 199-222.


domingo, 5 de octubre de 2025

El entierro de Rafael Sánchez Mazas


 Rafael Sánchez Mazas

Miguel Sánchez-Mazas (1925-1995) fue uno de los universitarios que, a pesar de su origen familiar, en el Madrid de 1956 alzaron la voz contra la dictadura. Los «jaraneros y alborotadores» apenas sumaron unos cientos en el marco de una universidad que empezaba a dar muestras de una disidencia por puro hartazgo de la mediocridad. La crisis motivada por aquellas protestas resultó más sonada por lo novedosa que por su propia trascendencia para la estabilidad del régimen, pero supuso meses de cárcel y diferentes problemas para unos jóvenes anhelantes de unos horizontes más amplios.

El hijo de Rafael Sánchez Mazas, el ideólogo de FET y de las JONS, partió voluntariamente para el exilio en 1957, poco después de que su hermano Rafael publicara El Jarama (1955) para hablarnos de una juventud distinta de la falangista y mientras el más joven de la familia, Chicho Sánchez Ferlosio (1940-2003), iniciaba como cantautor un camino paralelo de disidencia vital y creativa. Los tres son las «ovejas descarriadas» del falangista. Miguel, fiel a su pensamiento socialista, denunció la dictadura desde un exilio donde ejercía como matemático y filósofo. El regreso le estaba vedado.

Rafael Sánchez Mazas vio partir al hijo, supo de las disidencias de sus hermanos y algunas dudas anidarían en su interior. No obstante, el mejor prosista de la Falange en público permaneció hasta el final de sus días alineado con el régimen, si bien en un segundo plano desde 1942, cuando el abúlico escritor empezó a ver diluida una influencia política que le había llevado al Consejo de Ministros durante la Victoria. Según Gregorio Morán, su faceta ministerial no fue un desastre; «ni bueno, ni malo, sencillamente no fue». El falangista ni siquiera asistía a las convocatorias y el general Franco terminó hartándose de semejante peculiaridad de quien, al poco tiempo, pudo vivir como heredero y rentista. La práctica política le parecería entonces un menester de arrieros.

Francisco Umbral escribió que Rafael Sánchez Mazas tenía «un gran violín literario y pocas ganas de tocar». La escasa bibliografía del autor ratifica la afirmación. Así, sin dejar de ser una eterna promesa de las letras falangistas como otros de sus compañeros, el mal fusilado en 1939 se dejó llevar hasta el final de sus días, que llegó en octubre de 1966. El entierro del creador del ¡Arriba, España! de tantos actos se retrasó hasta el día 19. Gracias a la intervención de Fernando María Castiella, ministro de Asuntos Exteriores y amigo del finado, Miguel pudo regresar para asistir al entierro de su padre. El plazo de la autorización verbal era de cuarenta y ocho horas, durante las cuales el exiliado siempre estuvo escoltado por la policía, aunque los agentes fueran vestidos de paisano para restar tensión al momento.




Mi colega Maximiliano Fuentes Codera ha publicado una excelente y exhaustiva biografía de Rafael Sánchez Mazas, «el falangista que nació tres veces» (Taurus, 2025), En sus páginas de brillante prosa se da cuenta de este entierro con la presencia de un hijo exiliado y escoltado que regresó para despedir al padre. El momento impacta al lector más atento a los detalles que a la doctrina y, al mismo tiempo, lleva a pensar en la dificultad para admitir un pasado que a la vista del presente supone una dramática equivocación.

La personalidad de Rafael Sánchez Mazas parece enigmática en contraposición con la rotundidad de sus manifestaciones públicas como falangista. La hipótesis carece de pruebas para su verificación, pero supongo al padre desgarrado por el exilio del hijo e incapaz de reconsiderar en público su pasado. La estela de Dionisio Ridruejo suponía el ostracismo y contó con escasos seguidores. La madera de héroe abunda en la ficción tanto como escasea en la realidad.

El probable desgarro del ideólogo no dio paso al precipicio que implica comprobar lo equivocado de unos postulados defendidos con el ardor de la juventud y un estilo «viril». Llegada la vejez donde semejante virilidad es propia de majaderos, asomarse a ese vacío representa un peligro y un desamparo que pocos líderes, ni siquiera los viriles al modo fascista, son capaces de afrontar, aunque por el camino abandonen la compañía de unos hijos.

El pensamiento político de Rafael Sánchez Mazas es un ejercicio de retórica cuyo significado ha quedado diluido por el paso del tiempo. Solo permanece la brillantez de su prosa, pero también la tragedia nunca explícita de quien exaltó durante décadas un régimen capaz de mandar a su hijo Miguel al exilio. El matemático y sus hermanos Chicho y Rafael nunca perdieron el respeto por el padre. Incluso contribuyeron a mejorar su memoria con anécdotas como la voluntad de salvar a Miguel Hernández. Su relato apenas resiste la comprobación documental, pero evidencia que los testimonios familiares suelen ser resbaladizos para los historiadores. Su inserción siempre debe aparecer entrecomillada.


miércoles, 1 de octubre de 2025

La lectura de una tesis sobre Concha Alós


 La nueva doctora junto con el tribunal

Ayer tuvo lugar en la Universidad de Alicante la lectura de la tesis presentada por la doctoranda Nieves Ruiz sobre la obra literaria de Concha Alós, que he dirigido durante estos tres últimos cursos en el marco del Programa de Doctorado de Filosofía y Letras de dicha universidad. La tesis obtuvo la máxima calificación de un tribunal presidido por la doctora Helena Establier Pérez con la doctora Maja Zovko como secretaria y el doctor Jobs Weigel como vocal.

La dirección de una tesis doctoral es una tarea que requiere muchas horas de debates, consultas y correcciones. El factor humano es esencial para estos menesteres y, afortunadamente, he trabajado a gusto con Nieves. Incluso me ha contagiado su entusiasmo como investigadora dedicada a analizar la trayectoria biográfica y creativa de una novelista que nos dejó hace catorce años en unas circunstancias penosas.

El acto de la lectura tiene su ritual propio, que lo seguimos al pie de la letra, y ahora se abre una nueva etapa para la ya doctora, que disfrutará de un año más de beca con el objetivo de completar su currículo e intentar acreditarse como contratada doctora y presentarse a las próximas convocatorias de plazas docentes.

La investigación universitaria, sobre todo en sus primeras etapas, supone una labor intensa con una escasa recompensa económica en el caso de disponer de una beca predoctoral. La mensualidad apenas supera el salario mínimo interprofesional y, en el plazo de tres años, hay que sacar adelante una tesis sin tener nunca la seguridad de contar con una beca posdoctoral o una plaza universitaria para proseguir la labor como investigador.

El riesgo de emprender este camino es tan notable como la incertidumbre acerca del futuro profesional. Yo siempre aviso en este sentido a quienes me comunican su voluntad de doctorarse, pero también es verdad que las catorce personas que me buscaron como director de su tesis y culminaron la tarea encontraron un acomodo en el sistema educativo. Incluso ya cuento con dos jubiladas entre mis antiguas doctorandas.

A Nieves Ruiz le sobran ganas y entusiasmo para culminar esta tarea a la búsqueda de una plaza tan necesaria para su futuro. Aquí o donde sea, porque las oportunidades surgen y nunca hay que desaprovecharlas. Solo queda desearle la mejor de las suertes con la seguridad de que contará con mi ayuda para lo que sea preciso. Incluso aunque prosiga por los complejos caminos del feminismo y la ecología como vías de conocimiento de los textos literarios. Unos caminos que he conocido con la voluntad de no quedarme anclado en otros tiempos y el convencimiento de que nunca terminamos de aprender.

 


martes, 30 de septiembre de 2025

Leoncio Pancorbo, de José M.ª Alfaro


 José M.ª Alfaro Polanco

Algunos títulos novelísticos, por su reiterada aparición en los manuales de historia literaria, cobran un relieve que no siempre resulta acorde con el valor literario de los textos. Un posible ejemplo es Leoncio Pancorbo (1942), de José M.ª Alfaro Polanco, la única novela publicada de un autor de escasa obra, pero omnipresente en los trabajos académicos que se ocupan de las letras de la posguerra.

La razón de esa presencia es más ideológica que literaria. José M.ª Alfaro Polanco forma parte del grupo de literatos falangistas o «la corte literaria de José Antonio». A partir del 1 de abril de 1939, su trayectoria biográfica está jalonada por numerosos cargos periodísticos, políticos y diplomáticos al servicio del régimen del general Franco. El autor es un representante del poder en un marco dictatorial y, como tal, su citada novela fue publicada por la Editora Nacional sin que, hasta el presente, me consten nuevas ediciones.

El dato de la escasa fortuna editorial es significativo. Frente a las recientes reediciones de otros autores situados en la misma órbita ideológica, con los consiguientes intentos de rescate, la novela de José M.ª Alfaro Polanco ha permanecido olvidada por los lectores. De hecho, el título siempre se cita, pero los escasos comentarios críticos que ha merecido muestran un escaso entusiasmo y hasta un distanciamiento para evitar la descalificación.

La necesidad de conocer mejor la trayectoria de José M.ª Alfaro Polanco me ha llevado a una lectura decepcionante. Lejos del interés literario de un Agustín de Foxá -por citar un autor cercano ideológicamente y colaborador suyo en la letra de un himno dedicado a la División Azul-, la «marmórea» prosa de su novela evidencia la presencia de un autor culto, pero provoca un sopor solo aliviado por la involuntaria hilaridad de algún pasaje de forzada inserción.




José M.ª Alfaro Polanco sintió durante la reclusión en la embajada chilena «la necesidad moral» (p. 10) de concebir la modélica trayectoria de Leoncio Pancorbo. El protagonista es un joven de los años anteriores a la Guerra Civil del que ignoramos datos fundamentales. Ni siquiera conocemos su ámbito familiar, pero deambula entre dudas porque en su interior se instalan Kempis y Niestzche (p. 48) hasta que muere heroicamente a raíz del «clarinazo de luz que incendió España» el 18 de julio de 1936 (p. 172).

El problema no es la orientación ideológica de la novela de quien convierte una guerra civil en un «clarinazo de luz», sino su radical frialdad derivada de una artificiosidad en la construcción del personaje. Leoncio Pancorbo carece de vida más allá de ser un pretendido epítome de los jóvenes de clase alta, o sin problemas materiales, alistados en el falangismo a la búsqueda de un ideal tan difuso como el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera.

El protagonista supera su abulia, un tanto impostada, gracias al «clarinazo» equiparado a la luz cegadora capaz de provocar la caída de San Pablo. Convertido de repente en animoso héroe sin mediar un razonamiento verosímil, Leoncio muere en combate a principios de 1937, cuando ya había cumplido los treinta años sin haber encontrado trabajo o manifestar preocupación por las cuestiones prácticas. Entonces, «con el sueño de una eterna primavera española clavado en su pecho y batiéndole sus ideas», cumple el ritual mortuorio de tantos héroes de la ficción falangista. El mártir se suma a una larga lista que le relega como protomártir, pero antes el joven no ha vivido, al menos en términos novelísticos.

Leoncio Pancorbo solo es una referencia cuya modélica irrealidad, en cierto modo, forma parte de una voluntad propagandística que se adelanta al resabiado y «repelente niño Vicente», cuyas perfecciones en materia de urbanidad durante «las visitas» triunfaron en las páginas de La Codorniz gracias a la irónica pluma de Rafael Azcona. La diferencia entre ambos estriba en la carencia del sentido del humor, que José M.ª Alfaro Polanco reemplaza con una impostada trascendencia propia de quien escribe sonetos dedicados al Ausente.

Leoncio nunca es. El autor traza lo que debiera ser un joven de la época para dar ejemplo, pero en unos términos que rozan lo absurdo porque el componente ideológico o propagandístico se impone al vital. Así, un adolescente ante las vistas desde el Palacio Real, deja una reflexión lapidaria en búsqueda de la posterioridad: «Con este mismo paisaje metido hasta los tuétanos ha ido una generación tras otra viendo desde esas ventanas como se deshacía un Imperio» (p. 20). El protagonista aparece tan natural y espontáneo como en otros pasajes de la novela.

Un adolescente caracterizado por estas «marmóreas» reflexiones está abocado al retrato carente de vitalidad o de un mínimo de credibilidad. Las consecuencias de ambas carencias aumentan por la falta de sensibilidad del autor ante la realidad social y hasta política de su momento. Refugiado en la Embajada de Chile durante la Guerra Civil, parece como si José M.ª Alfaro se hubiera olvidado de su dramático entorno para concebir un referente tan ideal como desprovisto de un mínimo de carnalidad. Leoncio es etéreo y un tanto volátil.

Mis lecturas de la literatura falangista no me permiten escribir como especialista en el tema. Otros compañeros encabezados por José-Carlos Mainer lo han hecho con más fundamento. No obstante, en las realizadas hasta el presente observo una notable insensibilidad hacia el entorno inmediato, siempre sustituido por referentes imaginados que solo son fruto de una ideología demasiado proclive al vacío conceptual disimulado a base de retórica.

Eso sí, una retórica plúmbea en nombre de una elitista elegancia, salvo en el caso de Rafael García Serrano, porque los literatos falangistas piensan que la Historia la «hacen las aristocracias de todas clases», mientras que a las multitudes les corresponde componer «el cuadro folklórico» (p. 92). El componente clasista de esta literatura es tan obvio que apenas merece una reflexión abocada a lo reiterativo.

Esa retórica de consignas ininteligibles en su aplicación práctica puede cautivar al lector, siempre que el mismo no pretenda indagar sobre el significado concreto de lo dicho por quienes confiaban, tal vez demasiado, en «los poetas». El problema de esa desmedida confianza es la ocultación de la propia experiencia y el consiguiente silencio, del que José M.ª Alfaro Polanco supo ser un discípulo destacado a lo largo de la Victoria. El éxito en ese desempeño le acompañó hasta sus últimos días, aunque la afirmación deba ser contrastada con el análisis de otros textos y documentos en un trabajo actualmente en sus inicios.


domingo, 28 de septiembre de 2025

Una web dedicada a los periodistas y escritores represaliados


 

La pasada primavera recibí la invitación para participar en un acto de homenaje a Miguel Hernández que se iba a celebrar en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas (véase la entrada del 24-IX-2025). Al margen de que procuro responder positivamente a todas las oportunidades brindadas para difundir mis trabajos de investigación, la propuesta merecía la pena especialmente porque pocas veces tenemos la ocasión de conocer por dentro una institución tan respetada por los demócratas europeos.

Acepté encantado y, voluntariamente, asumí el compromiso de aportar alguna novedad para corresponder a los organizadores. El resultado ha sido una web elaborada durante el verano con mis compañeros del VIGROB 121 de la Universidad de Alicante, Memória, Identitat i Ficcions (MIF).

El objetivo de la web https://consejosdeguerra.es/ es ordenar la información relacionada con mis trabajos de investigación sobre los consejos de guerra de periodistas y escritores durante el período 1939-1945 y facilitar su consulta. Los primeros culminarán con el tercer volumen de la trilogía, La colmena, cuya publicación está prevista para 2026. A partir de entonces, cualquier novedad bibliográfica aparecerá en el blog cuando no requiera un texto extenso y, en caso contrario, utilizaré el Repositorio de la Universidad de Alicante enlazando el archivo desde la citada web.

Al mismo tiempo, el directorio de sumarios de la web permite acceder directamente a los datos relacionados con cada caso y localizar las referencias bibliográficas correspondientes para facilitar su consulta.

El objetivo, por lo tanto, es recopilar lo investigado hasta el presente, seguir incorporando las referencias de lo que vaya apareciendo en el futuro y, especialmente, facilitar las consultas de los interesados.

Por otra parte, y de acuerdo con la normativa a la que está sujeto el profesorado de la Universidad de Alicante, las publicaciones que realizamos con fondos públicos, la práctica totalidad, deben acabar contando con una copia de acceso libre en el Repositorio de la Universidad de Alicante. Este requisito se suele cumplir pasado un año desde la publicación en papel para preservar los derechos de las editoriales y previa conformidad de las mismas.

Gracias a Renacimiento y el Servicio de Publicaciones de la UA, ya disponemos de una copia de acceso libre para Las armas contra las letras, en abril de 2026 se sumará la de Perder la guerra y la historia y a finales de 2027 haremos lo mismo con La colmena. La trilogía se sumará así a la edición de Los consejos de guerra de Miguel Hernández, que es de acceso libre desde el primer momento gracias al Ministerio de Defensa y la Universidad de Alicante.

El objetivo final es culminar el trabajo en junio de 2028 con todos los materiales bibliográficos publicados y de acceso libre para cualquier investigador. Lo fundamental ya está terminado, pero ahora queda aportar a la web https://consejosdeguerra.es/ lo pendiente de publicar y completarlo con el análisis de nuevos sumarios instruidos contra periodistas, escritores, caricaturistas y fotoperiodistas.

La web se actualizará al final de cada mes. Gracias a la ayuda de quienes siguen este blog, entre todos iremos corrigiendo los posibles errores, completando la información -nos queda pendiente la localización de varias fotografías de los procesados- y buscando nuevas referencias hasta tener un retrato completo, caso por caso, de lo sucedido con estos colectivos durante un período marcado por la represión de los derechos fundamentales. Cuento, por lo tanto, con vuestra ayuda para llegar a esta meta en junio de 2028,

Para cualquier duda, observación crítica o error detectado, mi email de contacto es ja.rios@ua.es. Os agradezco de antemano vuestra ayuda, así como la prestada por los compañeros del VIGROB 121 que han hecho realidad esta web.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Miguel Hernández en el Parlamento Europeo


El pasado 23 de septiembre tuve el honor de participar en el acto «Miguel Hernández. Memoria, dignidad y libertad», que tuvo lugar en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas. El programa del mismo fue el siguiente:


Aparte de tener la oportunidad de conocer un parlamento cuyas instalaciones son impresionantes, la ocasión me permitió un reencuentro con Lucía Izquierdo, nuera del poeta, y numerosas personas interesadas en mantener viva la memoria de Miguel Hernández.


Agradezco a los organizadores y el equipo técnico la oportunidad de sintetizar mis trabajos sobre los procesos de Miguel Hernández ante los asistentes y presentar una nueva web dedicada a los consejos de guerra de periodistas y escritores durante el período 1939-1945. Esta última será objeto de una próxima entrada.
La noticia del evento ha sido recogida por el boletín informativo de la UA y la prensa:



 informacion.es/politica/2025/09/22/homenaje-miguel-hernandez-parlamento-europeo-121849497.html

https://eldiariocantabria.publico.es/articulo/memoria/memoria-laredo-heroes-republica-participan-homenaje-miguel-hernandez-parlamento-europeo/20250923203531182230.html

https://www.diariosigloxxi.com/texto-ep/mostrar/20250924114825/acto-organizado-leire-pajin-recuerda-poeta-miguel-hernandez-parlamento-europeo

https://www.diariocordoba.com/cultura/2025/09/16/lourdes-pastor-llevara-voz-miguel-121619257.html

En aras de que todos los asistentes pudieran intervenir en el acto, sinteticé al máximo mi intervención, pero quienes estén interesados en conocerla en el formato inicialmente previsto pueden consultar la siguiente grabación:



Los últimos cinco días han sido muy intensos en relación con Miguel Hernández, pues también participé en un acto celebrado en una localidad alicantina para recordar lo sucedido durante sus consejos de guerra y grabé mi intervención en una producción teatral de carácter multimedia dirigida por Pep Tosar, que se estrenará en fechas próximas y tendrá al poeta oriolano como protagonista:



Imagen de la entrevista grabada para la producción Vientos del pueblo

Cansado por tanto viaje, vuelvo a casa con la ilusión de que el trabajo del investigador, a veces, interesa a memorialistas, creadores y políticos que nos ayudan a mantener viva la memoria democrática.

jueves, 18 de septiembre de 2025

Los silencios de José M.ª Alfaro


 José M.ª Alfaro. Fuente: Wikipedia

El comandante Pablo Alfaro Alfaro (1880-1966) presidió el tribunal que condenó a muerte a Miguel Hernández (AGHD, 21001). Con el objeto de redactar una nota biográfica suya para la edición de los sumarios del poeta (Madrid, Ministerio de Defensa-UA, 2022, p. 246), consulté su esquela, publicada el 27 de marzo de 1966 en ABC (p. 138). De los datos incluidos en la misma deduje que el oficial era el padre del poeta falangista José M.ª de Alfaro Polanco (1905-1994), que en numerosos trabajos académicos figura como uno de quienes pretendieron salvar a Miguel Hernández. Incluso así consta en su entrada de Wikipedia.



Detalle de la esquela del comandante, donde se indica que su esposa se llamaba Amalia Polanco y su hijo mayor José María. No incluyo el resto de la esquela porque incluye nombres ajenos a la presencia del comandante en los consejos de guerra.

La deducción ahora parece confirmada a raíz de la consulta del sumario que el 11 de febrero de 1937 le instruyeron las autoridades republicanas por desafecto al régimen (AHN, FC, Causa General, 89, exp. 11). En la documentación procesal figura una declaración de José M.ª Alfaro fechada el 13 de enero de 1937, donde consta como un abogado soltero de treinta años. También como «hijo de Pablo», del que no aparece su condición de militar en la reserva desde los tiempos de las reformas impulsadas por Manuel Azaña, y «de Amalia».

Gracias a ambos datos, es plausible afirmar que quien intervino en la redacción de la letra del himno falangista y fue amigo personal de José Antonio Primo de Rivera también era hijo del comandante Pablo Alfaro Alfaro. Puesto a buscar en compañía de Rafael Sánchez Mazas una hipotética ayuda para evitar la condena a muerte de Miguel Hernández, parece más lógico que el «camisa vieja» la hubiera procurado en el domicilio familiar. No me consta que a lo largo de su brillante trayectoria como periodista, diplomático y escritor explicara esta circunstancia inédita hasta la publicación de Los consejos de guerra de Miguel Hernández.

El citado sumario de 1937, accesible a través de Archivos PARES y de cuya existencia no me consta noticia en la escasa bibliografía sobre José M.ª Alfaro, incluye otros datos dignos de interés. En la declaración, el falangista con el carnet n.º 19 de FE niega cualquier relación con este partido. Las autoridades judiciales le creyeron a pesar de su nombradía en los medios políticos y periodísticos, habiendo sido candidato de los falangistas en las elecciones de febrero de 1936. Además, contó con la ayuda de tres testigos que «espontáneamente» acudieron a avalarle el 3 de febrero de 1937. En la misma mañana y con similares palabras, los tres individuos de oficios humildes declararon que el detenido por los milicianos era un «buen republicano» y admirador de Manuel Azaña. Tal vez por influencia paterna, aunque -ya sin ironía- cabe recordar que el falangista y el republicano coincidieron en la redacción de Cruz y Raya durante 1933. Eran otros tiempos y José M.ª Alfaro, siempre brillante en sus habilidades sociales, mantuvo una buena relación con literatos de izquierdas hasta el inicio de la Guerra Civil.

Gracias a estos avales y una posible ayuda de alguna autoridad judicial, el dirigente falangista salió en libertad a mediados de febrero de 1937. Nadie, en aquellos juzgados republicanos, recordaba que José M.ª Alfaro el 11 de julio de 1934 fue detenido y declaró en el Juzgado de Instrucción n.º 10 de Madrid (AHN, FC-AUDIENCIA_T_MADRID-CRIMINAL, 163, exp. 3). Entonces, a la espera de ser defendido por el propio José Antonio, reconoció ser militante de FE con el previsible orgullo de quien admite una obviedad. También en esta ocasión quedó absuelto junto con otros cuarenta correligionarios detenidos por celebrar una reunión en un local clausurado por las autoridades republicanas.

El análisis de ambos sumarios modifica varios datos repetidos en los estudios dedicados a José M.ª Alfaro. Por ejemplo, la rocambolesca huida que le llevó a la embajada de Chile y su imposible presencia en el frente extremeño durante 1938 citada por Mónica y Pablo Carbajosa en su tesis doctoral a partir de testimonios probablemente orales. El trabajo de ambos hermanos es magnífico, pero anterior a la posibilidad de consultar los sumarios y la publicación de la documentación relacionada con la actividad diplomática de Carlos Morla Lynch.

En la legación chilena el poeta falangista destacó junto a Manuel Valdés Larrañaga por sus actividades al servicio de la Quinta Columna -según reveló un excelente artículo del historiador Carlos Piriz- y firmó un documento de apoyo a Carlos Morla Lynch. El diplomático para evitar poner en peligro a los demás refugiados le retuvo en la embajada, mientras el falangista intentaba negociar con los casadistas el final de la guerra.

Así, muy cerca del amigo de García Lorca, permaneció José M.ª Alfaro en la embajada hasta el 23 de febrero de 1939, cuando «Leoncio Pancorbo» salió clandestinamente con destino a Burgos. Algunas fuentes bibliográficas le atribuyen una participación en la ley de prensa de 1938, pero sus autores debieran leer lo escrito con acierto por Andrés Trapiello para desechar esta actividad de quien acapararía cargos en las publicaciones de la Victoria y en las asociaciones gremiales relacionadas con las mismas.

El autor de la novela Leoncio Pancorbo (1942), cuyo protagonista es un arquetipo del joven falangista que muere en circunstancias heroicas para salvar «la unidad de destino en lo universal», merece un extenso trabajo donde los silencios de los testimonios orales den paso a los documentos conservados. Los mismos, por su parcial contraposición a lo difundido con indudable éxito, permitirán comprender mejor la trayectoria de quien dirigiera Arriba tras entrar las tropas del general Franco en Madrid y terminara colaborando en El País. Esta evolución tan singular, o no, merece un detenido análisis en la línea del reciente libro de Maximiliano Fuentes Codera (Sánchez Mazas, el falangista que nació tres veces, 2025), aunque sin descartar una perspectiva como la de Gregorio Morán en sus análisis de la cultura española de la Transición.


martes, 16 de septiembre de 2025

Los archivos secretos del No-Do


 

Hace unos meses, los responsables de la productora catalana Minoría Absoluta me invitaron a participar en la serie documental Los archivos secretos de No-Do. El objetivo era analizar y comentar varios reportajes del noticiario que todavía permanecían inéditos. La propuesta me pareció sugerente, acepté encantado y recibí una copia de los que me correspondieron en el reparto.

Los reportajes eran de una temática tan variada como a veces estrafalaria: las actividades de una agrupación de señores bajitos, un partido de fútbol entre gordos y flacos, un concurso de huevos fritos, la elección de una miss… Todos los estudié con la debida atención, me trasladé a Madrid para grabar la entrevista y disfruté de la amabilidad del equipo de la productora.

Algunas semanas después me llamaron para comentar otros reportajes, pero por entonces no podía trasladarme a Madrid y decliné la invitación. Una pena, porque el trabajo me divertía y procuro colaborar con quienes se ocupan de fortalecer la memoria de un tiempo que parece lejano, aunque no lo es en términos históricos.

En cualquier caso, no me correspondió analizar el reportaje donde aparece el general Franco en una expedición marina para pescar un cachalote de cuarenta toneladas. La materia es delicada y probablemente su estudio habrá sido encomendado a un historiador más avezado en las proezas del Caudillo.



Del cachalote no tengo imágenes, pero esta captura prueba las habilidades del Caudillo. Fuente: Catalanfilms.cat

El 17 de septiembre de 2025 es la fecha del estreno de la serie, que cuenta con seis capítulos, será emitida por La 1 y permanecerá accesible en RTVE Play. Mi colaboración aparece en los capítulos 2, 4 y 5. La veré junto a mi familia con la satisfacción de haber colaborado en un empeño capaz de aunar el interés histórico con el entretenimiento del público.

Gracias, por lo tanto, a los compañeros de Minoría Absoluta por su invitación a participar en esta serie y quedo a la entera disposición de la productora, justo en una semana donde volveré a grabar una entrevista destinada a otro documental.




En el capítulo 2 de la serie hablo del periodista Santiago de la Cruz Touchard, condenado a muerte y hombre de excelente humor que impulsó la agrupación de caballeros no demasiado altos:

https://www.rtve.es/play/videos/los-archivos-secretos-del-no-do/episodio-2/16730220/

Las diferentes intervenciones en otros capítulos son igualmente accesibles a través de la aplicación gratuita de RTVE Play.

Copio a continuación algunos de los enlaces relacionados con la noticia, que incluyen el éxito de audiencia (1.195.000 espectadores y 2.998.000 contactos) de la primera sesión:

https://www.rtve.es/play/videos/los-archivos-secretos-del-no-do/

https://www.rtve.es/rtve/20250909/rtve-presenta-serie-documental-archivos-secretos-nodo/16722151.shtml

https://www.facebook.com/watch/?v=770872745803767

https://www.facebook.com/watch/?v=1348816099907740

https://www.lavanguardia.com/television/20250916/11060833/descubriendo-secretos-do.html

https://www.eleconomista.es/evasion/noticias/13537613/09/25/las-imagenes-nunca-vistas-del-nodo-en-una-serie-documental-de-seis-capitulos-todo-lo-que-se-sabe.html

https://catalanfilms.cat/ca/produccions/los-archivos-secretos-del-no-do

https://www.elconfidencial.com/television/programas-tv/2025-09-17/archivos-secretos-nodo-programa-tve_4210793/

https://www.rtve.es/television/20250918/regimen-franco-ocultar-imagenes-archivos-secretos-nodo/16726540.shtml

https://www.esdiario.com/chismografo/medios/250917/167431/tve-rescata-archivos-secretos-do-imagenes-prohibidas-ultimo-verano-franco.html

https://www.rtve.es/television/20250925/archivos-secretos-del-nodo/16739613.shtml