lunes, 13 de octubre de 2025

El poemario de un maestro encarcelado


 Víctor Pérez y Pérez

La experiencia más satisfactoria de estos años dedicados al estudio de los consejos de guerra de periodistas y escritores ha sido el encuentro con los descendientes de las víctimas. De hecho, el proyecto surgió de una entrevista con el abogado Diego San José, que me facilitó digitalizado el legado de su abuelo para que lo estudiara y difundiera. Así se hizo desde 2015 y, actualmente, el madrileño es un autor accesible para cualquier interesado en la historia literaria y periodística de su época.

A lo largo de estos años, los encuentros con los familiares se han ido sucediendo. A veces para pedirles datos o documentos. Otras con el deseo de contrastar la documentación localizada. Y, en algunas ocasiones, hasta para descubrirles facetas insospechadas de sus familiares. Las experiencias han sido diversas, pero siempre gratas y presididas por el deseo de recordar a quienes durante décadas estuvieron sometidos al silencio,

En este marco, el pasado mes de septiembre mi colega Fernando Miguel Pérez Herranz me mandó un ejemplar dedicado de una reciente edición del poemario de su abuelo titulado Gota a gota (1936-1938), editado con esmero por Páramo y con una excelente introducción de quien no solo recuerda al familiar, sino que también estudia su poesía con solvencia filológica.

El abulense Víctor Pérez y Pérez (1891-1963) fue uno de los muchos «maestros de la República», cuyo apostolado llegó hasta los más recónditos pueblos de la geografía española para alumbrar una modernidad y un espíritu de convivencia que parecían imposibles en unas estructuras sociales presididas por el caciquismo y el más rancio oscurantismo. Así lo hizo Víctor junto con su esposa Teófila, también «maestra nacional». Llegada la Guerra Civil, o (In)civil como escribe con acierto su nieto, ambos pagaron las consecuencias porque nunca debemos olvidar el sufrimiento de quienes vieron encarcelados a sus familiares.

El maestro fue apresado el 25 de agosto de 1936 por los sublevados contra la II República y pasó dos años en la cárcel sin mediar otra acusación que no fuera su condición de maestro republicano. Durante este período de reclusión, con momentos en los que temió por su vida, Víctor Pérez y Pérez fue escribiendo este poema «gota a gota», con la voluntad de «hacer palabra, escritura, lenguaje, esa experiencia del dolor, porque es la única tabla de salvación a la que el apresado puede agarrarse» (p. 13), según indica su nieto.

El sencillo poemario, en la popular línea del extremeño José M.ª Gabriel y Galán, nos remite a esa experiencia del dolor, pero siempre con una mirada serena y ajena a cualquier rencor. La agradecemos y nos emociona, como esas cartas dirigidas a la esposa en las que ajusta las cuentas domésticas, hasta la última peseta con una honestidad ejemplar, para evitar problemas a la familia cuando temía por su propia vida.

Afortunadamente, Víctor Pérez y Pérez no corrió la dramática suerte de tantos maestros procesados, depurados y hasta fusilados. El natural de Casas del Abab, un anexo del concejo abulense de Umbrías, pudo reincorporarse a la docencia para ejercerla en Navalmoral de la Sierra y El Barco de Ávila hasta su jubilación.

En esos pueblos, don Víctor tendría que olvidar lo enseñado durante la II República y explicar la doctrina del nacionalcatolicismo. La experiencia sería dura para un hombre de talante liberal, pero no me cabe la menor duda de que, por encima de cualquier retórica propagandística, prevalecería el sentido humanista heredado de la Institución Libre de Enseñanza y presente en el Juan de Mairena de Antonio Machado. Su alumnado, al cabo del tiempo, comprendería que en los años más oscuros tuvo la oportunidad de conocer una voz diferente, que era el eco de un tiempo donde la libertad y la convivencia fueron posibles.


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