Ayer tuvo lugar en la
Universidad de Alicante la lectura de la tesis presentada por la doctoranda
Nieves Ruiz sobre la obra literaria de Concha Alós, que he dirigido durante
estos tres últimos cursos en el marco del Programa de Doctorado de Filosofía y
Letras de dicha universidad. La tesis obtuvo la máxima calificación de un
tribunal presidido por la doctora Helena Establier Pérez con la doctora Maja
Zovko como secretaria y el doctor Jobs Weigel como vocal.
La dirección de una tesis
doctoral es una tarea que requiere muchas horas de debates, consultas y
correcciones. El factor humano es esencial para estos menesteres y,
afortunadamente, he trabajado a gusto con Nieves. Incluso me ha contagiado su
entusiasmo como investigadora dedicada a analizar la trayectoria biográfica y
creativa de una novelista que nos dejó hace catorce años en unas circunstancias
penosas.
El acto de la lectura
tiene su ritual propio, que lo seguimos al pie de la letra, y ahora se abre una
nueva etapa para la ya doctora, que disfrutará de un año más de beca con el
objetivo de completar su currículo e intentar acreditarse como contratada
doctora y presentarse a las próximas convocatorias de plazas docentes.
La investigación
universitaria, sobre todo en sus primeras etapas, supone una labor intensa con
una escasa recompensa económica en el caso de disponer de una beca predoctoral.
La mensualidad apenas supera el salario mínimo interprofesional y, en el plazo
de tres años, hay que sacar adelante una tesis sin tener nunca la seguridad de contar
con una beca posdoctoral o una plaza universitaria para proseguir la labor como
investigador.
El riesgo de emprender
este camino es tan notable como la incertidumbre acerca del futuro profesional.
Yo siempre aviso en este sentido a quienes me comunican su voluntad de
doctorarse, pero también es verdad que las catorce personas que me buscaron
como director de su tesis y culminaron la tarea encontraron un acomodo en el
sistema educativo. Incluso ya cuento con dos jubiladas entre mis antiguas
doctorandas.
A Nieves Ruiz le sobran
ganas y entusiasmo para culminar esta tarea a la búsqueda de una plaza tan
necesaria para su futuro. Aquí o donde sea, porque las oportunidades surgen y
nunca hay que desaprovecharlas. Solo queda desearle la mejor de las suertes con
la seguridad de que contará con mi ayuda para lo que sea preciso. Incluso
aunque prosiga por los complejos caminos del feminismo y la ecología como vías
de conocimiento de los textos literarios. Unos caminos que he conocido con la
voluntad de no quedarme anclado en otros tiempos y el convencimiento de que
nunca terminamos de aprender.