jueves, 6 de julio de 2023

El bikini, la patraña y la predicación en el desierto


Ayer se celebró el día mundial del bikini. A la vista de la efemérides, es obvio que pronto el orbe conmemorará el descubrimiento del calcetín, que tantos beneficios ha aportado a la humanidad con independencia de clases, géneros, nacionalidades y culturas. La prenda femenina, no obstante, merece un recuerdo singular porque tuvo su importancia histórica en el cambio de mentalidades que se dio a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Y dados los tiempos que corren, con una vuelta a la censura más retrógrada, cualquier avance liberalizador debe ser recordado con especial cariño para mantener su vigencia.
La conmemoración de semejante día en plena canícula parece concebida para rellenar algunas páginas de periódicos o insertar la curiosidad en los informativos. El verano es así, aunque también es cierto que tendemos a que todo el año sea verano, y no solo a causa del calor provocado por el cambio climático. Las lamentaciones en este sentido son casi inútiles. Visto el panorama informativo, queda el consuelo de soñar algún día con unos medios de comunicación más rigurosos en la información facilitada, pero esta quimera pasa por unos lectores capaces de exigir ese rigor. Mal asunto, porque la mentira en forma de patraña siempre resulta más entretenida.
Pedro Zaragoza, alcalde franquista de Benidorm, creó una genial patraña en torno a la legalización de la prenda en las playas de su localidad en plena efervescencia del turismo. La patraña es verdaderamente divertida y merece un recuerdo, pero como tal mentira, que hasta resultó útil para la promoción de la principal, y única, industria de Benidorm.
Yo mismo desmonté la patraña de la legalización del bikini durante el franquismo en De mentiras y franquistas (Sevilla, Renacimiento-Universidad de Alicante, 2020). El libro es accesible, al igual que otros recursos en internet que dan cuenta de sus conclusiones. Sin embargo, cada verano hay periodistas apresurados dispuestos a divulgar la patraña como si fuera una realidad histórica. Ayer mismo, Público, un periódico de izquierdas, volvió a incurrir en el error por la pereza de quienes son incapaces de buscar en Google con un mínimo de paciencia.
En fin, la tarea de los historiadores a menudo consiste en predicar en el desierto, sobre todo cuando los supuestos destinatarios son periodistas con ganas de publicar deprisa y corriendo un artículo mal pagado que pronto quedará en el olvido de lo intranscendente. El problema es que, mientras tanto, hasta en un medio de izquierdas se contribuye a propagar la patraña de un franquista. Así vamos y así nos luce el pelo, en el caso de que lo tuviéramos.

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