A la vista de los errores o las inexactitudes que presentan las entradas de Wikipedia relacionadas con los personajes históricos que han sido objeto de mis trabajos como investigador universitario, hace unas semanas me di de alta como redactor de Wikipedia para aportar las referencias bibliográficas de esos mismos trabajos -sin modificar nada de los textos de las entradas- y ponerme en contacto con los responsables de algunas entradas para que revisaran las mismas a la luz de la documentación examinada en mis investigaciones. El bienintencionado objetivo ha tenido una inmediata consecuencia: he sido bloqueado durante un año y, por lo tanto, ya no tengo el «privilegio» de contribuir a la popular enciclopedia.
Wikipedia tiene entradas excelentes, buenas, regulares, mediocres y nefastas. A lo largo de mis consultas, he encontrado de todo, pero siempre me ha llamado la atención que nunca podemos identificar a la persona responsable de la entrada más allá de un nombre a modo de contraseña. En mis clases, recalco que a la hora de consultar la bibliografía, primero debemos conocer al autor, saber de su cualificación académica, del prestigio de la revista o la editorial donde aparece su contribución... y, así, una vez que todos estos datos nos ofrecen un mínimo de garantía, leer el trabajo. Ante la avalancha de información que nos viene a través de Internet, lo fundamental es establecer un criterio de exigencia que pasa inevitablemente por la identificación de la autoría y el conocimiento de una cualificación que puede avalarla.
Todos podemos opinar acerca de un edificio, pero solo un arquitecto está capacitado para concebirlo en unos planos. Así podríamos poner ejemplos relacionados con los ingenieros, los médicos, los notarios... y, claro está, los historiadores. Por desgracia, hemos dado carta de naturaleza a numerosas personas que, sin unos conocimientos académicos que les avalen y por su propia cuenta, intentan sentar cátedra junto a quienes son catedráticos o investigadores universitarios. Las redes están repletas de ejemplos y la consecuencia es un conjunto de textos que contienen notables y a veces sobresalientes errores, aparte de que suelen ser el fruto de una somera consulta de las fuentes más a mano, que no las mejores.
La crítica de esta invasión de historiadores aficionados, que a veces cuentan con plataformas privilegiadas como la Wikipedia, es puro testimonialismo. Nada podemos hacer los académicos frente a estas empresas que disponen del trabajo gratuito de miles de personas para, entre otros objetivos, no pagar el trabajo cualificado de quienes podrían llevar a cabo la misma tarea con mayor rigor. Las lamentaciones inútiles solo producen melancolía y, a estas alturas, evito cualquier motivo de tristeza o desagrado. Solo pretendo dejar constancia de un incomprensible bloqueo, realizado desde el anonimato y sin contestación alguna a mi respuesta. La consecuencia es que muchos, por ejemplo, pensarán que el poeta Pascual Pla y Beltrán fue condenado a muerte cuando en realidad le condenaron a catorce años cuando ya estaba en prisión atenuada en su propio domicilio. El problema es que, para constatar este dato, hay que ser un investigador y no un divulgador dispuesto a repetir cualquier fuente sin la debida comprobación.
En definitiva, el bloqueo durante un año será indefinido o a perpetuidad por mi voluntad porque solo confío en quienes escriben con su propio nombre y con el aval de una cualificación académica. A partir de estos requisitos, podemos dialogar. Sin los mismos, no voy a perder el tiempo con quien redacta la entrada de un poeta republicano y las dedicadas a los temas más variopintos. El mundillo de los "todólogos" no es el mío y no estoy dispuesto a polemizar con quien no se identifica y deja ocultos sus posibles avales, si los tiene. Los míos se pueden consultar en mi propia web o en la de la Universidad de Alicante.
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