Las «mujeres sabias», más
allá del concepto clásico a partir de la homónima comedia de Molière, apenas
contaron con presencia en el cine, el teatro y la literatura del franquismo. A
lo sumo, apareció alguna maestra como la señorita Eloísa de ¡Bienvenido, Mr.
Marshall! o la inolvidable colega de Calabuch, una Valentina Cortese
que debió cambiar su sofisticado vestuario italiano para adecuarse al de la
sobriedad de quienes, en los días atrevidos, incluso podían lucir una blusa con
una falda plisada. Y, claro está, sin inquietudes culturales. De hecho, la
última citada está más preocupada por sus geranios que por la sabiduría, que
empezará a ser motivo de recuerdo cuando finalmente contraiga matrimonio.
El cine español pareció
dar un giro a la figura de la maestra cuando se estrenaron dos películas de la
Transición: Los días del pasado (1978), de Mario Camus, y El amor del
capitán Brando (1974), de Jaime de Armiñán. En la primera, el papel
interpretado por quien había dejado de ser Marisol para convertirse en Pepa
Flores es una maestra andaluza, que en la más brutal posguerra se traslada a un
pueblecito del norte para reencontrarse con su pareja, un fugitivo alistado en
el maquis. Miedo, derrota y dignidad se mezclan en un personaje que simboliza
el valor de quienes aprendieron a ser los maestros de la República y sufrieron
una atroz represión durante la posguerra. La película de Jaime de Armiñán
presenta a una maestra joven (Ana Belén) que llega a un pueblo perdido con
ansias de renovación y cierta modernidad. El choque con la realidad rural es
inevitable y, al mismo tiempo, un ejemplo de otro de mayor envergadura que se
estaba dando en un país camino de la Transición.
Las dos películas
dignifican el papel de la maestra y, aunque sin apenas relación con la sabiduría,
muestran el respeto debido a unas mujeres empeñadas en cumplir con sus
atribuciones como docentes. El camino hacia esa dignificación de la maestra
podría haber seguido, pero pronto dio paso a la cutre realidad de la cultura
popular durante la Transición. Un ejemplo de la misma es la serie de comedias
italianas donde unas supuestas docentes lo «enseñaban todo». El juego de
palabras es tan burdo que no merece una aclaración.
Las carteleras de
aquellos años abundaban en comedias eróticas procedentes de Italia, algunas de
sus protagonistas alcanzaron una notable popularidad durante «el destape» y,
claro está, las agraciadas docentes no destacaban por su sabiduría. La sucesión
de títulos era la propia de unas películas concebidas en serie donde todo era
tan previsible como rancio.
Así vimos, y admiramos,
la belleza de Edwige Fenech como maestra en Pecado venial (1974, a
Carmen Vilani en un título prometedor como La profesora lo enseña todo (1975)
y suspiramos al recordar la modernidad de Gloria Guida en La profesora de
ciencias naturales (1976). Edwige Fenech era el icono sexual de la comedia
erótica italiana y volvió a las tareas docentes en La profesora y el último
de la clase (1977), con el inevitable caricato Álvaro Vitali, que también
aparecería con la bella actriz en La profesora enseña en casa (1978).
Las prácticas docentes se
extendieron a otros lugares. Así Natalia Cassini protagonizó La profesora
baila con toda la clase (1979) y Anna María Rizzoli fue más audaz en La
profesora va al mar con toda la clase (1980). El magisterio italiano debió
acabar agotado y la serie culminó con una verdadera sueca capaz de romper
moldes: Janet Agreen, la protagonista de La profesora de educación sexual (1982).
Ya comenté estas comedias
en La sonrisa del inútil (2008). Apenas merecen nuestro recuerdo
más allá de ejemplificar la dificultad por entonces de encontrar películas
donde las mujeres fueran «sabias» de alguna manera. Si las he citado es porque
su profusión demuestra, de nuevo, los límites del cambio cultural que vino con
la Transición. Hemos avanzado desde entonces, pero tampoco conviene
entusiasmarse porque, en el mercado de la pornografía, uno de los subgéneros
más populares es el protagonizado por maestras que literalmente devoran a sus
alumnos.
https://publicaciones.ua.es/libro/la-sonrisa-del-inutil_128106/
El preprint del volumen puede consultarse en:
http://hdl.handle.net/10045/136663
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