La represión franquista depara múltiples motivos de asombro y el investigador debe estar dispuesto a familiarizarse con una lógica que, en última instancia, remite al deseo de erradicar cualquier posibilidad de disidencia con respecto a la dictadura. El Centro Documental de la Memoria Histórica, de Salamanca, me ha remitido en fechas recientes bastante documentación para completar el segundo volumen de Las armas contra las letras. Los consejos de guerra de periodistas y escritores, 1939-1945. Entre los expedientes relacionados con varias escritoras que fueron represaliadas durante la posguerra, he consultado el sumario incoado por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo contra la maestra, activista masónica, feminista y sufragista Amalia Carvia Bernal (Cádiz, 1861-Valencia, 1949). Su caso es un estremecedor ejemplo de la saña con la que podían actuar los militares que llevaron a cabo las tareas represivas durante la posguerra.
En septiembre de 1939, Amalia Carvia Bernal fue detenida en Valencia y sometida a un consejo de guerra bajo la acusación de auxilio a la rebelión por haber pertenecido a la directiva provincial de la Liga de los Derechos del Hombre. A raíz de esta detención y otros antecedentes relacionados con documentación incautada por los militares, la gaditana afincada en Valencia fue sometida a un nuevo proceso por parte del Tribual Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. El 4 de junio de 1940, la anciana maestra ya había presentado la retractación por su afiliación a la masonería, que se remonta a 1885, ante el gobernador civil de Valencia. La misma, al igual que otras declaraciones remitidas al Juzgado n.º 1 del TERMC, no evitaron que fuera condenada mediante sentencia dictada el 6 de octubre de 1945. Por entonces, Amalia Carvia Bernal había cumplido los ochenta y cuatro años y vivía en la pobreza, como reconoce un informe del gobernador civil de Valencia remitido al ministro de la Gobernación.
Doña Amelia había pedido por escrito y en nombre de Dios que la dejaran en paz, pero los responsables del TERMC la sentenciaron para que careciera de cualquier futuro cuando el mismo ya sería breve por su avanzada edad: «Debemos condenar y condenamos a la procesada, Amalia Carvia Bernal, como comprendida en el artículo 8.º de la Ley de 1.º de marzo de 1940, a la sanción de inhabilitación absoluta perpetua para el ejercicio de cualquier cargo del Estado, corporaciones públicas u oficiales, entidades subvencionadas, empresas concesionarias, gerencias y consejos de administración de empresas privadas, así como cargos de confianza, mando y dirección de los mismos, separándola definitivamente de los aludidos cargos".
La anciana de ochenta y cuatro años que tantas batallas había librado en pro de la emancipación de la mujer y los derechos humanos se quedó sin futuro profesional en los consejos de administración. Apenas le importaría, pues lo único que desearía es que militares como el general Enrique Cánovas, que el 9 de marzo de 1946 declaró firme la sentencia, la dejaran morir en paz.
Nota:
Manuel Almisas Albéndiz, autor de una excelente y exhaustiva biografía de la librepensadora gaditana, ha recopilado la obra de la misma, que se puede consultar en el siguiente enlace:
La referencia de su documentado libro es: Manuel Almisas Albéndiz, ¡Paso a la mujer! Biografía de Amalia Carvia, El Puerto de Santa María, Ediciones Suroeste, 2022 (2.ª ed.). ISBN 978-84-949468-2-0.
El ensayo biográfico, sin las correspondientes imágenes, se puede consultar en el siguiente enlace:
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