miércoles, 6 de septiembre de 2023

La portada del sumario de un condenado a muerte: Manuel Navarro Ballesteros



Al cabo de varios años analizando sumarios de consejos de guerra depositados en el Archivo General e Histórico de Defensa (Madrid) me he familiarizado con estos documentos, que no se caracterizan precisamente por la claridad de su información y mucho menos por la pulcritud de la presentación. Al margen del importante grado de deterioro de bastantes de los consultados, resulta frecuente encontrar textos escritos a máquina -la circunstancia siempre es motivo de agradecimiento- junto con otros muchos que lo son a mano, a veces con una caligrafía difícil de entender. El tema de las faltas de ortografía y los errores gramaticales conviene obviarlo porque no todos los oficiales contaban con la debida formación académica. Asimismo, encontramos numerosas anotaciones al margen, notas sueltas cuya procedencia no siempre está clara, tachaduras donde es complejo discernir lo que prevalece, fechas corregidas que a veces indican la falsedad de las mismas, textos difuminados por la humedad cuya comprensión requiere aumentar el tamaño de las letras... 
El balance es una especie de caos que puede provocar errores involuntarios del investigador. Incluso cuando se trabaja con algunos sumarios instruidos por los juzgados republicanos, que tampoco son un ejemplo de orden y pulcritud. La tarea, por lo tanto, precisa siempre de varias lecturas antes de escribir sus conclusiones y, una vez fijadas las mismas, contrastarlas con una nueva lectura de la documentación. El proceso es lento y complejo, puede estar sujeto a equivocaciones, pero resulta necesario para garantizar el máximo rigor de la investigación. La responsabilidad, además, aumenta cuando es la primera vez que un sumario es analizado en un trabajo académico.
El referido caos puede estar presente desde la misma portada del sumario. Un ejemplo es el seguido contra el periodista Manuel Navarro Ballesteros, que fue finalmente condenado a muerte y fusilado.


El análisis del proceso seguido contra este militante comunista aparecerá en Las armas contra las letras. Los consejos de guerra de periodistas, escritores y dibujantes, 1939-1945, pero me bastó observar la portada, concretamente la palabra «muerte» en color rojo y en la parte superior, para saber que este sumario revelaba la cara más dura de la represión ejercida por los vencedores. A partir de ese momento, los números, los sellos, las fechas, las anotaciones... de la misma portada cobran otro significado y obligan a desmenuzar con cuidado el contenido para dar cuenta de lo sucedido con hombres jóvenes en su mayoría que vieron truncado su futuro en 1939.

Nota: No he reproducido la referida portada porque en la misma figura un nombre cuya cita, aunque sea en un trabajo histórico, todavía es objeto de tres procesos judiciales.

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