El 24 de marzo de 1947, el periodista Vicente Ramón Esteban veía cerca los cincuenta años, había pasado un verdadero calvario de cárcel en cárcel desde que fuera detenido nada más terminar la guerra y, de la misma manera que intentara infructuosamente reincorporarse a la Asociación de la Prensa de Madrid para recibir sus servicios asistenciales, tenía la necesidad de normalizar en lo posible su situación en la España franquista. Ese día, con una redacción cuidada y propia de quien asume el riesgo de dar un paso decisivo, el colaborador de El Heraldo y El Socialista durante la guerra escribió al capitán general de la I Región Militar para solicitar el indulto de acuerdo con el Decreto de 9 de octubre de 1945.
El correspondiente
documento recogido en el sumario 33580 del AGHD incluye los datos fundamentales
acerca de la trayectoria judicial de Vicente Ramón Esteban durante la
posguerra. El Juzgado Militar de Prensa instruyó su causa de auxilio a la
rebelión militar hasta que el juez Manuel Martínez Gargallo dictó el auto
resumen del que no consta copia en el sumario. A resultas de ese auto, y con el
nulo debate que solía haber en los sumarísimos de urgencia, el periodista sería
condenado por el Consejo de Guerra Permanente -la copia no especifica el
número- a la pena de veinte años de reclusión.
El plenario del tribunal
presidido por el comandante Pablo Alfaro Alfaro, el oficial que condenó por
entonces a Miguel Hernández, tuvo lugar el 28 de noviembre de 1939. Al igual
que muchos otros colegas de las cárceles franquistas, poco después Vicente Ramón
Esteban vio conmutada su condena por una de doce años. La rebaja le llegaría
cuando estaba en la cárcel de Yeserías, al final de su periplo por las
prisiones madrileñas, que sería dramático para un hombre maduro. El periodista
represaliado pudo salir en libertad condicional el 22 de junio de 1942. Ese
día, después de tres penosos años en la madrileña cárcel de Barco, en el penal
de Ocaña y, sobre todo, trabajando duro en el Destacamento Penitenciario de
Colmenar Viejo, el periodista procedente de Yeserías regresó a su domicilio de
la Cava Alta, n.º 27, para reencontrarse con su esposa María Luisa Molero Zazo.
La libertad era condicional o «atenuada», pero el alivio resultaría absoluto.
El sumario 33580 está
incompleto, puesto que no figura la documentación de la instrucción y la del
plenario, incluida el acta de la sentencia. La circunstancia impide conocer las
actuaciones de Manuel Martínez Gargallo y su secretario, así como el carácter
de las posibles diligencias ordenadas por el instructor. Una verdadera pena, ya
que estos oficiales suelen dar sorpresas en cada caso. Gracias a una
transcripción del acta del tribunal, sabemos que Vicente Ramón Esteban estaba
afiliado al Partido Socialista desde 1933 y que ese mismo año ingresó en la UGT
a través de la Agrupación Profesional de Periodistas. Estos datos ya podían
justificar una condena, pero lo fundamental vino a continuación: «Al surgir el
Glorioso Movimiento Nacional era redactor del diario Heraldo de Madrid, desempeñando
durante algún tiempo el cargo de redactor jefe». El mismo le obligaba a hacer
el trabajo de «hinchar» los cables o telegramas y publicar los procedentes «de
provincias poniéndoles títulos injuriosos para el Glorioso Movimiento
Nacional». Gracias a que Vicente Ramón Esteban observó buena conducta durante
la Guerra Civil, así lo reconoce explícitamente la sentencia, la condena solo
ascendió a veinte años. El auditor la ratificó el 6 de diciembre de 1939 y
aquellas Navidades serían duras para el periodista.
Al igual que en el resto
de los casos vistos en mi investigación, el fiscal se opuso a la concesión del
indulto. Su escrito, una especie de formulario donde solo cambiaba a mano el
nombre del acusado, está firmado el 27 de marzo de 1947. Sin embargo, y también
como es habitual, el auditor se muestra favorable a la concesión el 7 de abril
de 1947 y la orden la firma el capitán general de la I Región Militar once días
después. Finalmente, el 30 de abril comunican el indulto a Vicente Ramón
Esteban, que desde 1931 trabajó en El Heraldo de Madrid con un sueldo
anual nunca superior a las tres mil pesetas para pasar en septiembre de 1938 a
la redacción de El Socialista. Su «auxilio a la rebelión» lo completó
como pionero radiofónico en el diario hablado La Palabra, de Unión
Radio. Finalmente, cuando ya había cumplido los treinta y ocho años, fue
movilizado en enero de 1939 incorporándose a la 106 Brigada del ejército
republicano. Allí vería el final de la guerra y el principio de su calvario
compartido con tantos otros periodistas, escritores y dibujantes.
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