El propósito de Juan
Antonio Bardem al dirigir Calle Mayor (1955) fue retratar una coetánea
ciudad provinciana. Las referencias urbanas estaban a su alcance: en cualquier
capital de provincia de aquella España que el director observó críticamente a
través de su filmografía. No obstante, el cineasta prefirió compatibilizar esa
mirada al entorno con la utilización de fuentes teatrales, literarias y
cinematográficas que también abordan el tema de la ciudad provinciana.
Entre las primeras,
destaca La señorita de Trevélez, de Carlos Arniches. Juan Antonio
Bardem, procedente de una familia vinculada con el teatro, la conocía a la
perfección y supo extraer del texto teatral lo fundamental, adecuarlo a su
tiempo y eliminar los rasgos de la obra original que habían quedado obsoletos o
inconvenientes para su plasmación en una película de 1955 con espíritu tan
crítico como regeneracionista.
Los cambios introducidos en
la adaptación son notables y afectan a diversos personajes. También al género,
puesto que la obra arnichesca como tragedia grotesca nunca renuncia al humor,
mientras que la película es un drama sin concesión alguna para la sonrisa. No
obstante, la mirada del autor permite la aparición de una «solterona» bien
distinta a la Florita concebida por Carlos Arniches.
La hermana de don Gonzalo
es la destinataria de las burlas. Sin embargo, ella permanece ajena a la
gravedad de lo sucedido -el verdadero protagonista es el hermano en funciones
de padre- y, a menudo, su extrema ingenuidad deriva en el ridículo risible.
Carlos Arniches lamenta la burla cruel, pero crea un personaje femenino que por
su cursilería a veces parece merecerla. De hecho, en las últimas puestas en
escena de la obra el personaje de Florita ha cambiado para hacerlo más digno y
maduro, aunque sea a costa de la risa.
La Isabel de Juan Antonio
Bardem es completamente diferente. Comparte con Florita la condición de
solterona en una ciudad provinciana. Como tal, queda a la espera de un hombre
mientras permanece relegada a actividades menores. Su único objetivo es casarse
y crear una familia, pero cada vez queda más lejos por el paso del tiempo y la
persistencia de una soltería que nunca es fruto de su fealdad o cursilería.
El destino de Isabel como
solterona es una injusticia y el público, desde el principio, empatiza con ella
al tiempo que comprende su desesperanza. Por esa misma razón, la burla resulta
más cruel en el caso de la adaptación cinematográfica. Los burladores ya no son
unos señoritos aburridos y agrupados en torno al Guasa-Club, sino unos maduros
representantes de las fuerzas vivas de la ciudad que se comportan con una
crueldad notoria.
A partir de lo indicado,
el debate que abrimos girará en torno a las diferencias entre Isabel y Florita,
que van desde el aspecto físico hasta el carácter, pero que sobre todo se
evidencian cuando observamos a la segunda en un final que no le ha permitido
madurar o cambiar, mientras que el personaje de Juan Antonio Bardem, tras la
dura experiencia de haber sido consciente de una burla, cambia hasta su rostro.
La mujer de sonrisa dulce durante gran parte del metraje se convierte en una
Isabel endurecida, consciente de la realidad y cambiada cuando observa la calle
Mayor tras el ventanal de su habitación.
Aparte de la bibliografía dada en clase, os recomiendo la consulta de los siguientes vídeos grabados cuando Juan Antonio Bardem visitó la Universidad de Alicante y tuvimos la oportunidad de preguntarle por las tres cuestiones planteadas en nuestra práctica:
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